Es tradición que, al retirarse, un presidente de Estados Unidos siga promoviendo su legado y prestando un servicio público, a través de una organización sin ánimo de lucro a nombre del mandatario. La Fundación Clinton promueve proyectos de “salud global”, la lucha contra el cambio climático o la reducción de la obesidad, todos bajo el lema “todo el mundo merece una oportunidad para el éxito”; George W. Bush creó un centro que lleva su nombre “en el corazón de Dallas”, principalmente con una biblioteca y un museo con un brazo político destinado a “crear líderes” en el campus universitario… La Fundación Barack Obama ya tiene su web en marcha y el exmatrimonio presidencial o, como dirían en EEUU, el presidente 44º y la primera dama 44ª (Donald Trump es el 45º), están impulsando el que será su proyecto.
Tan sólo unas horas después de la investidura de Trump, antes siquiera de que la Casa Blanca celebrara su baile de gala por la toma de posesión del nuevo presidente, Barack Obama volvió a hablar en primera persona desde su Twitter personal para exponer “el camino (que tenemos) por delante” y pedir a la gente que compartiera sus ideas con él.
Pero no todo iba a ser tan serio, en un matrimonio presidencial que se ha caracterizado por su particular campechanía, bailando en platós de televisión o sometiéndose a entrevistas distendidas mientras viajaban junto al conductor -del programa y del coche- en cuestión. “Primero nos tomaremos un pequeño descanso”, asegura Michelle Obama, mientras su marido muestra el pulgar en señal de alegría, tras och años al frente del país, en un vídeo de la nueva fundación al que dirigía el tuit. “Y por fin podremos dormir algo [ambos sonríen] y tomarnos algún tiempo para estar con la familia y, simplemente, estar tranquilos durante un tiempo. Así que puede que no estemos online tanto como estáis acostumbrados a vernos”, añade la ex primera dama. De hecho, minutos después de que Trump jurara su cargo, los Obama emprendieron su viaje a Palm Springs (California) para tomarse ese tiempo de relajación.
Una vez recuperados, volverán a la carga con su centro presidencial desde el Parque Jackson de Chicago, en el sur de la ciudad, la misma zona donde Barack Obama fue voluntario en proyectos comunitarios, mucho antes de hacerse famoso. Pero la visión del proyecto no es sólo local, sino también nacional y global. Barack Obama quiere que sea “más que una biblioteca o un museo, será un centro de trabajo vivo para la ciudadanía”. Para ello, ya han pedido a los ciudadanos que les escriban haciendo sus propuestas. “Enviadnos vuestras ideas, vuestras esperanzas, lo que creáis que podemos conseguir juntos. Habladnos de jóvenes líderes en las empresas, en organizaciones que os inspiren”, pide Michelle Obama. La Fundación quiere recibir “ideas, esperanzas, sueños” e información sobre “personas que te inspiren y organizaciones cuyo trabajo admires”.
El presidente 44º subraya que “la democracia real es un proyecto mucho mayor que cualquiera de nosotros, mayor que cualquier persona, que cualquier presidente, que cualquier gobierno” y ello es lo que, asegura, guiará su nuevo proyecto.
Su Fundación se presenta como una “start-up para la ciudadanía”, para definir juntos “lo que significa ser un buen ciudadano del siglo XXI” e impulsar el éxito de las nuevas generaciones. Obama ha ideado este plan “porque, a pesar de todas nuestras diferencias externas, todos compartimos, de hecho, el mismo título orgulloso, el cargo más importante en una democracia: Ciudadano”, como expone en su web.
Una imagen del expresidente con una pequeña, una de personas estrechándole sus manos y una de la ex primera dama echada con su perro sobre una pradera adornan el sencillo portal de internet a través del cual también piden donaciones para el proyecto. Se puede enviar una aportación desde cualquier cantidad y desde cualquier país.
No hay mayor concreción que esa, en cuanto a las temáticas en las que la Fundación pondrá el foco. 2017 pretende ser el año para “diseñar” en qué se convertirá, y el mensaje que no paran de repetir -Barack y Michelle- a través de la página es que esperan la participación de todos. Y últimamente han recibido “un alto volumen de correos”.
Aunque la sede de su Fundación esté en Chicago, por el momento, el matrimonio Obama permanecerá en Washington DC, al menos hasta que su hija pequeña acabe el instituto. Vivirán en el lujoso barrio de Kalorama, a tan sólo un minuto andando del nuevo domicilio de la hija del nuevo presidente, Ivanka Trump, y uno de sus asesores principales y yerno, Jared Kushner, como relató EL ESPAÑOL. No es el propio Obama quien preside su fundación, sino el empresario afroamericano de Chicago Martin Nesbitt que, según el Chicago Tribune, es también su “mejor amigo”.
A pesar de los desplantes y tensiones de Trump a Obama, de quien llegó a poner en duda su derecho a ser presidente, al pedir su certificado de nacimiento para comprobar que había nacido en EEUU (como exige la ley de ese país para acceder a la Casa Blanca), su trato tras la victoria del republicano ha sido cordial ante las cámaras. El nuevo comandante en jefe llegó a asegurar que le gustaría contar con el consejo de su predecesor tras su primer encuentro, después de las elecciones, aunque sus órdenes ejecutivas contra la reforma sanitaria de Obama o para desvincularse del Tratado Transpacífico (TPP) demuestran lo contrario y, probablemente, no estén dejando descansar a los Obama como quisieran en Palm Springs.