Astrid Silva llegó a Estados Unidos a los cuatro años de edad con apenas una muñeca por pertenencia. Se subió con su madre en una balsa y cruzó el río desde México para reunirse con su padre al otro lado de la frontera.
Hoy, próxima a la treintena, Silva es una conocida activista por los derechos de los inmigrantes y este martes ha plantado cara a Donald Trump con una histórica intervención en castellano ante las cámaras del Congreso de EEUU.
El presidente se ha dirigido a los legisladores por primera vez desde su llegada a la Casa Blanca para exponer sus planes al frente del país en áreas como la seguridad nacional, la inmigración o la reforma fiscal. Silva ha sido la encargada de responder al presidente en nombre de los demócratas junto con el antiguo gobernador de Kentucky Steve Beshear, quien ha hablado en inglés.
“Para mí es muy importante recordarle al presidente que ahora es el presidente de todos los Estados Unidos y que nuestro país no es un negocio y que somos humanos”, contaba Silva a EL ESPAÑOL en conversación telefónica a escasas horas de su intervención en el Capitolio. “Y también es muy importante para mí que las personas en sus hogares -que quizás están viviendo con miedo, que no saben si van a ser deportados o si van a poder seguir con las vidas que han llevado- entiendan que estamos juntos, que no estamos solos”.
Durante la campaña, Trump prometió que echaría a los once millones de inmigrantes indocumentados que se estima que viven en EEUU. Pasadas las elecciones, redujo la cifra a unos dos millones de sin papeles con antecedentes penales. Ya como presidente, el republicano ha exigido a la Administración más mano dura para “cortar la inmigración ilegal y facilitar la detección, aprehensión, detención y expulsión de extranjeros que carecen de fundamento legal para permanecer en Estados Unidos”, como indica un reciente memorando del Departamento de Seguridad Nacional.
Es muy importante recordarle al presidente que ahora es el presidente de todos
Trump se ha mostrado menos beligerante desde las elecciones hacia los llamados dreamers, jóvenes indocumentados que llegaron a EEUU en su infancia y que actualmente están escudados por un decreto del Gobierno Obama conocido como DACA (Acción diferida para los llegados en la infancia). El republicano ha llegado a referirse a ellos como “chicos increíbles”, pero el arresto de uno de estos inmigrantes hace dos semanas hizo sonar las alarmas para los más de 750.000 beneficiarios de DACA.
Silva se encuentra entre los cientos de miles de jóvenes que salieron a la luz para beneficiarse de las protecciones que ofrecía la anterior Administración demócrata y ahora desconfían del nuevo presidente. “Sé que ahorita está haciendo comentarios un poco [más] moderados sobre el tema de DACA, pero creo que sus acciones hablan muy alto y muy claro de que él está expandiendo quién puede ser deportado”, dice respecto a las políticas migratorias del Gobierno Trump.
Preocupados por el futuro de este colectivo, congresistas republicanos y demócratas presentaron una propuesta ante el Congreso el mes pasado para convertir DACA en ley y extender sus efectos temporalmente. Silva coincide en que la ley permitiría blindar mejor su estatus, pero reclama una reforma migratoria profunda que afecte no sólo a los dreamers sino también a sus familias.
“Mientras el presidente Trump lanza una emboscada de deportación contra familias inmigrantes trabajadoras, Astrid Silva personifica los valores que siempre han hecho a Estados Unidos fuerte”, dijo el viernes Nancy Pelosi, la líder demócrata en la Cámara de Representantes, sobre la activista. “Nos honra que represente a los demócratas en el Congreso”.
Mis padres, al igual que millones de familias, desafortunadamente no tienen ninguna protección
La historia de Silva no es desconocida y ya ha puesto cara en otras ocasiones a la comunidad indocumentada. El verano pasado la activista habló en la Convención Nacional Demócrata para respaldar a Hillary Clinton, quien prometía defender a los sin papeles y fue confirmada en dicho congreso como candidata a las elecciones presidenciales. “Mi familia creía tan firmemente en la promesa que ofrecía este país que lo arriesgamos todo por el 'sueño' americano'”, dijo desde el estrado por el que desfilaron personalidades como la ex primera dama Michelle Obama. “[Ahora] vivimos en un miedo constante”.
Silva creció en un apartamento de dos habitaciones al sur de Las Vegas (Nevada). Uno de los cuartos lo compartían ella y su hermano pequeño, que nació en suelo estadounidense. Sus padres no le permitían llevar una vida normal por miedo a que las autoridades descubrieran que era indocumentada. Le impidieron viajar a Washington DC al ganar un premio o ser animadora. Silva, sin embargo, trabajó como niñera para costearse estudios superiores en un centro comunitario y el pasado mayo se graduó por la universidad pública Nevada State College.
En 2011, las autoridades detuvieron a su padre, sobre el que pesaba una orden de deportación, pero la expulsión no se produjo. “Mi padre es mi roca, la de nuestra familia y no puedo siquiera pensar en el dolor que sentiría si separaran de nosotros a este hombre que ha renunciado a tanto por mí”, escribió en la cabecera USA Today hace un par de años en una carta de agradecimiento a Barack Obama.
El presidente demócrata impulsó entonces una orden ejecutiva para proteger a los padres indocumentados de ciudadanos o residentes permanentes de EEUU, como el padre de Silva. El hoy expresidente contó la historia de Silva y su familia al anunciar el decreto. Sin embargo, el plan de Obama acabó congelado en los tribunales y ahora los padres de Silva podrían ser expulsados del país en el que han criado a sus hijos.
No podemos volver a las sombras. Ya estamos afuera y para luchar tenemos que estar al frente
“Mis padres, al igual que millones de familias, desafortunadamente no tienen ninguna protección [legal] y en realidad su protección somos yo y todos los demás que vamos a estar luchando por ellos”, dice Silva a este diario, que defendió la orden ejecutiva de Obama ante una comisión del Congreso poco después de que fuera rubricada.
Para promover los derechos de los indocumentados que han hecho de EEUU su hogar, Silva ayudó a fundar el grupo activista Dream Big Vegas (Sueña a lo grande, Las Vegas) y lleva años involucrada en causas progresistas.
En 2009 conoció al senador por Nevada Harry Reid -a quien llama “mi abuelito”- en un mitin. El entonces líder demócrata en el Senado hablaba sobre los jóvenes sin papeles y Silva se sintió identificada. “Desde entonces él y yo hemos formado una amistad y me ha dado mucho apoyo para salir adelante”, cuenta.
Silva, que vive en Las Vegas y ha sido descrita por el diario Los Angeles Times como una figura emergente entre los demócratas, asegura que, aunque corra riesgos exponiéndose en público, es la única manera de conseguir cambios en EEUU. “Es más difícil para mí no salir a luchar por mi comunidad cuando está sufriendo”, sentencia. “Ya estamos afuera y para luchar tenemos que estar al frente”.