Este jueves y viernes Donald Trump recibe su resort Mar-a-Lago de Florida a su homólogo chino, Xi Jinping, en un encuentro histórico entre los líderes de las dos mayores economías del mundo.
“El encuentro de la próxima semana será muy difícil”, anticipaba el mandatario estadounidense en Twitter hace una semana. “No podemos seguir teniendo un déficit comercial masivo y destrucción de empleo. Las compañías estadounidenses deben estar preparadas para estudiar otras alternativas”.
En una entrevista con el Financial Times publicada el domingo, Trump adelantó que abordaría la amenaza nuclear de Corea del Norte con Xi durante la cumbre pero barajó actuar unilateralmente si China no cooperaba. “Si China no va a solucionar Corea del Norte, lo haremos nosotros”, aseguró.
Y pese sus continuos ataques a la política económica China, el estadounidense se mostró optimista a la hora de forjar un acuerdo con su homólogo. “No me sorprendería para nada si hiciéramos algo que fuera muy impresionante y beneficioso para nuestros países y eso espero”, afirmó.
La Casa Blanca, sin embargo, afirmó a dos días de la cumbre que la plantea como un “primer paso” para sentar las bases de la relación futura entre ambas potencias, rebajando la expectativa de lograr soluciones concretas en cuestiones como el comercio o los ataques cibernéticos. “Ésta es una reunión introductoria para establecer un marco para cómo vamos a discutir y abordar estas cuestiones”, señaló un alto funcionario el martes.
También se desvinculó de las declaraciones de Trump sobre Corea del Norte subrayando que EEUU quiere trabajar con China para frenar las aspiraciones nucleares de Pionyang, aunque pronosticó que el republicano enviaría “una señal clara al presidente Xi” sobre su postura hacia el régimen de Kim Jong-un.
UN INICIO CON MAL PIE
Siendo todavía presidente electo, Trump sacó de sus casillas a China al aceptar una llamada de la presidenta de Taiwán y romper con décadas de etiqueta diplomática.
Desde los 70, EEUU reconoce a Pekín como el único representante legítimo de China, lo que se conoce como la política de “una sola China” y constituye el pilar de las relaciones entre ambas potencias.
Las críticas de Pekín, cuya prensa publicó duros editoriales sobre Trump, encendieron el carácter irascible del republicano y éste decidió juguetear con la opción de utilizar a Taiwán como palanca para presionar a China en materia comercial.
“Comprendo totalmente la política de 'una única China', pero no sé por qué tenemos que estar sujetos a ella, a no ser que lleguemos a un acuerdo con China en otros asuntos, comercio inclusive”, dijo en Fox News.
En febrero, sin embargo, Trump y Xi hablaron por teléfono por primera vez desde que el magnate entrara en la Casa Blanca y el mandatario estadounidense se comprometió a respetar la política de 'una sola China' a petición de su homólogo.
En marzo, el secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, se reunió con Xi en suelo chino, desde donde enviaron un mensaje de voluntad para cooperar. Los analistas creen que Tillerson aprovechó la ocasión para presionar a China para que ayude a controlar a Corea del Norte.
LA CUESTIÓN NORCOREANA
Durante su gira asiática, Tillerson afirmó que la política estadounidense de “paciencia estratégica” con el régimen de Pionyang había fracasado y sugirió la posibilidad de emprender acciones militares si Kim no ceja en sus aspiraciones nucleares.
La Administración estadounidense asegura que está reevaluando su estrategia hacia China, pero considera que el gigante asiático, como principal socio comercial de Corea del Norte, tiene capacidad para presionarlo. La cuestión es hasta dónde está dispuesta a llegar China para frenar a la República Popular de Corea, que hizo otro ensayo balístico en la víspera de la llegada de Xi a EEUU.
“Si la petición es que corte el suministro energético a Corea del Norte, creo que la respuesta será no”, decía la experta del Centro para los Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) Bonnie S. Glaser en una conferencia en la antesala del encuentro entre Trump y Xi.
“La política de China, a mi ver, no ha cambiado fundamentalmente. Esto es, hay una disposición a presionar a Corea del Norte bajo la condición de que no provoque inestabilidad dentro de ese país (…) Y me parece que Xi Jinping está buscando una cuestión en la que cooperar con la Administración Trump”.
CONFLICTO COMERCIAL
Trump lleva mucho dibujando a China como la máxima expresión de la competencia desleal. En su programa de campaña tenía un apartado dedicado a cómo pensaba poner a China en regla. Entre las propuestas, estaban declarar a China como un “manipulador de divisas”, implantar duros aranceles y librar una guerra en los tribunales para obligar a la segunda economía del mundo a cumplir con la ley.
El magnate convertido a político denuncia a menudo el déficit comercial con China, que según datos de la Oficina del Censo de EEUU fue de más de 347.000 millones de dólares el año pasado.
En Florida, Trump podría buscar la confrontación con Xi en estas cuestiones, lo que algunos no le recomiendan.
“Si el señor Trump tratara de lidiar con China y el déficit comercial llamando a China un manipulador de divisas o imponiendo aranceles en las importaciones chinas, eso podría llevar a un ojo por ojo en comercio bilateral e inversión en ambas direcciones que podría acabar hiriendo ambas economías”, argumenta el experto de Brookings Institution Eswar Prasad en un análisis, quien recomienda a Trump centrarse en lograr que China facilite el acceso de los productores estadounidenses a sus mercados.
DISPUTAS TERRITORIALES Y CAMBIO CLIMÁTICO
Hay otras cuestiones que dificultan la relación entre Trump y Xi. La primera son las ambiciones territoriales de Pekín.
La anterior Administración estadounidense aseguró que defendería a Japón en su disputa con China en el mar de la China Oriental y en su reunión con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, en febrero Trump prometió respetar ese compromiso. Asimismo, EEUU quiere frenar la militarización china en el mar del Sur de China.
En la víspera de la cumbre, Trump habló por teléfono con Abe para asegurarle que "Estados Unidos continuará fortaleciendo su capacidad para defenderse a sí mismo y a sus aliados".
También acordaron aumentar la cooperación en relación a Corea del Norte "y otras cuestiones regionales de interés mutuo", según un comunicado emitido por la Casa Blanca que no incluye menciones directas a China.
La Casa Blanca ha adelantado que probablemente la cuestión marítima formará parte de las conversaciones de la cumbre chino-estadounidense de esta semana.
Por otro lado, después de que Xi accediera a sumarse a la lucha contra el cambio climático, Trump pretende dar ahora marcha atrás en ese sentido, eviscerando la Agencia de Protección Medioambiental (EPA) y cortando financiación a programas contra el calentamiento global.
Es más, Trump llegó a afirmar antes de alcanzar la presidencia que el cambio climático es un "invento" ideado por Pekín para herir la competitividad de EEUU.