El ataque con armas químicas de la pasada semana en Siria y la creciente amenaza de Corea del Norte han dado la vuelta al tablero de alianzas que se presumía iba a armar el presidente Donald Trump, después de que durante la campaña electoral y sus primeros dos meses de gobierno tratara con guante de seda a Moscú, mientras atacaba con dureza a China. En las últimas horas Pekín se ha revelado como un potencial socio de Washington en las crisis que encara en el Pacífico y Oriente Próximo, la OTAN ya no es una alianza "obsoleta" y la luna de miel con Kremlin parece cada vez más difícil de reconducir. Poco a poco, los intereses norteamericanos redibujan el 'status quo' clásico.
El millonario ha asegurado este miércoles que tiene “buena química” con el líder chino, Xi Jinping, que según dijo le ha brindado su apoyo para rebajar la tensión con Pyongyang y que además, a última hora se abstuvo en el Consejo de Seguridad de la ONU, en en la votación de una condena al régimen de Bachar al-Asad, cuando tradicionalmente se posicionan del lado ruso. “No me ha sorprendido que se hayan abstenido. Nos sentimos honrados por ese voto”, ha añadido durante una rueda de prensa en Washington.
Pero la jornada de este miércoles ha tenido tres escenarios y varios protagonistas: Moscú, donde el secretario de Estado, Rex Tillerson, se reunía durante horas con su homólogo ruso, Sergey Lavrov, y por sorpresa con el presidente Vladimir Putin; Nueva York, donde Naciones Unidas debatía sobre el ataque químico en Siria; y la Casa Blanca, donde Trump se reunía a última hora de la tarde con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.
De esta cargada agenda internacional ha quedado en evidencia que, en estos momentos, Trump está más cerca de China -a la que hace poco acusaba de manipular los mercados monetarios y abusar comercialmente de EEUU- que de Rusia -con la que supuestamente iba a colaborar en buscar una solución para Siria-. De hecho, el día arrancaba con las relaciones con el Kremlin un poco más tensas, tras el anuncio de que la Casa Blanca daba luz verde a la entrada de Montenegro en la Alianza Atlántica -una bofetada para Putin-, acompañado de la filtración de supuestos intentos rusos de interferir en las elecciones del pasado octubre en esta ex república yugoslava.
Mientras, Tillerson trataba de reconducir la situación con Moscú, donde tras horas de reuniones se constataba que aunque ambas partes quieren llevarse bien, hay obstáculos insalvables. El más importante, Bashar al-Asad, que para los norteamericanos, tras el ataque químico que le atribuyen, ya no forma parte de la posible solución al conflicto sirio.
Durante la rueda de prensa junto a Lavrov, tras su primera visita oficial a Rusia como secretario de Estado, Tillerson constató que la relación entre ambas naciones “están en un nivel bajo de confianza”, algo que a su juicio no se pueden permitir “las dos mayores potencias nucleares del planeta”. Por ello, anunció que se mantendrán los canales de comunicación para temas que competen a ambos estados.
Además, destacó que Moscú y Washington coinciden en algunos puntos, como que es necesario una futura Siria “estable, unificada, que no sirva de refugio a terroristas”; que Corea del Norte “debe ser desnuclearizada”, y que EEUU y Rusia deben mejorar su comunicación.
Pero ahí acaban prácticamente las coincidencias. La continuidad de Asad o la crisis de Ucrania alejan las posturas de ambos gigantes. El ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, echó en cara a su homólogo norteamericano el “ataque ilegal” del 7 de abril EEUU a Siria y advirtió de que no deben producirse más acciones de este tipo.
Cada vez que Tillerson se refería al ataque de Asad contra su pueblo con armas químicas en la localidad de Jan Sheijun, Lavrov replicaba extensamente que no había pruebas de la autoría y reclamaba una investigación al respecto.
En cuanto a Asad, la postura rusa no pasa por apearle del poder. De hecho, el canciller recordó otras experiencias en las que el derribo de dictadores y líderes autoritarios, entre los que citó Irak o Libia, no mejoraron la situación.
Pese a las discrepancias, Tillerson reiteró que la voluntad es trabajar con Rusia. “En los dos últimos años se han tomado muchas acciones para mostrar insatisfacción entre ambos países. Hay que poner fin a esa degradación de las relaciones. Hemos acordado establecer un grupo de trabajo para estabilizar la relación”.
TENSIÓN EN LA RUEDA DE PRENSA
Estas buenas palabras no disimularon la tensión entre ambas partes. No en vano, a este encuentro se llega después de que Tillerson acusara a Rusia de ser cómplice del ataque químico o de ser un incompetente controlando a Siria, una declaración que una reportera de la CBS le recordó durante la ronda de preguntas.
La rueda de prensa fue un buen ejemplo de cómo las opiniones públicas de ambos países ven de forma muy dispar al contrario. Los reporteros rusos preguntaban a EEUU en qué se diferenciaba el supuesto espionaje cibernético ruso del que lleva a cabo EEUU, mientras los norteamericanos inquirían sobre por qué el Kremlin gasta el dinero de los rusos en defender a Asad.
Al poco de concluir la comparecencia ante los medios, en Nueva York, Rusia aplicaba su teoría sobre la inocencia de Asad vetando una resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU presentada por EEUU, Francia y Reino Unido para condenar el ataque químico y pedir al régimen que colaborara con una investigación. Lo llamativo aquí fue la abstención de China, que habitualmente se posiciona con Moscú.
Trump parece mantener una fluida comunicación con el presidente chino desde su reunión este fin de semana en su hotel de Mar-a-Lago, en Florida. “Ayer hablé con Xi Jinping, y quieren hacer lo correcto. Tuvimos buena química. Creo que quiere ayudarnos con Corea del Norte. No me ha sorprendido que se hayan abstenido. Nos sentimos honrados por ese voto”, apuntó el magnate, que incluso destacó que China está restringiendo el suministro de carbón a Pyongyang.
AHORA SE DECLARA AMIGO DE LA OTAN
El presidente norteamericano hacía estas declaraciones tras reunirse con el secretario general de la OTAN, con el que intercambió halagos y el compromiso de mantener la colaboración -pese a sus ataques durante la campaña electoral-. "Dije que está obsoleta, pero ya no lo está", apuntó en referencia a sus críticas por la supuesta inacción de la Alianza Atlántica ante el terrorismo. Además, le hizo dos encargos, que apriete a las naciones aliadas para que paguen lo que deben del mantenimiento de la organización -el 2% del PIB-, y que mejore las relaciones de la Alianza Atlántica con Rusia, con la que Trump no se resigna a llevarse mal.
“Sería maravilloso si la OTAN y nuestros países pudieran llevarse mejor con Rusia. Esto -el deterioro de la relación- es algo que viene desde hace tiempo. Putin es el líder de un país muy fuerte, pero nosotros también somos poderosos. Vamos a ver cómo funciona. A mí me gustaría llevarme bien con todo el mundo, aunque quizá no sea posible”, añadió.
Pese a las buenas intenciones, el presidente insistió en su rechazo a Asad, al que calificó de “carnicero”. A preguntas de la prensa, además, informó de que EEUU está investigando si Rusia estaba al tanto del ataque químico. “Están trabajando en averiguarlo. Es posible que Rusia no lo supiera. Me gustaría pensar que no lo sabían, pero pudieron haberlo sabido. Estaban allí”.
RETORNO DE LOS REFUGIADOS
Stoltenberg coincidió con el presidente en que el uso de armas químicas en Siria es “inaceptable” y que no puede quedar sin respuesta. Trump agradeció a la OTAN su apoyo al bombardeo de EEUU contra la base siria desde la que supuestamente se orquestó el ataque, y confió en una pronta resolución del conflicto para “permitir a los refugiados volver a casa”.
En cuanto a la situación económica de la Alianza, insistió en que los socios paguen lo que deben, y en que la OTAN tenga un papel más relevante en la lucha contra el terrorismo en Irak y Afganistán, temas todos que se verán en la próxima cumbre en Bruselas el próximo 25 de mayo.
El secretario general de la organización le regaló los oídos al millonario, asegurando que gracias a su insistencia sobre este asunto, la OTAN recibió en 2016 un 3,8% más de aportaciones procedentes de Europa y Canadá -10.000 millones de dólares-, cifra que espera que siga creciendo hasta cumplir el acuerdo de 2014 de que cada miembro invierta el 2% de su PIB en Defensa.
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