El Tribunal Supremo de Estados Unidos ha resucitado parcialmente el veto migratorio de Donald Trump y escuchará argumentos acerca de la legalidad de la medida en otoño.
El mandatario firmó en marzo un veto migratorio revisado que impedía temporalmente la entrada de ciudadanos de seis países de mayoría musulmana - Irán, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen- e interrumpía la acogida de refugiados durante 120 días, pero la medida quedó congelada en una batalla legal.
Anteriormente, la Casa Blanca había intentado sacar adelante una restricción más dura, que también fue bloqueada.
Ahora la versión revisada podrá entrar en vigor de forma inmediata y la semana pasada Trump ordenó a su Administración que comenzara a aplicarla tras un periodo de 72 horas si lograba luz verde.
La prohibición no podrá aplicarse, sin embargo, a personas que puedan demostrar vínculos legítimos (bona fide) con "personas o entidades en Estados Unidos".
Por ejemplo, un estudiante extranjero matriculado en una universidad estadounidense, un trabajador que haya cerrado una oferta laboral con una compañía local, o un ciudadano de los países afectados con familia en EEUU quedaría exento.
Tres de los jueces conservadores del Alto Tribunal, de nueve miembros, han asegurado que habrían reactivado el veto en su totalidad, ya que ahora la Administración deberá decidir quién tiene vínculos suficientemente genuinos con EEUU y quién no. Entre los que defienden una reinstitución total del veto está Neil Gorsuch, a quien Trump propuso para ocupar la vacante dejada por el difunto Antonin Scalia.
Con todo, la maniobra del Supremo supone todo un triunfo para Trump, que defiende que el veto es necesario para revisar los procesos de admisión de extranjeros a EEUU y preservar la seguridad nacional.
"La decisión unánime de hoy del Tribunal Supremo es una clara victoria para nuestra seguridad nacional", ha celebrado el presidente en un comunicado. "Como presidente, no puedo permitir que entre gente que quiere hacernos daño".
El veto ha sido ampliamente criticado como una prohibición de facto a la entrada de musulmanes a EEUU. De hecho, Trump reclamó la instauración de un veto musulmán durante la campaña electoral.
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