La politización del FBI, a punto de regalarle un triunfo a Trump en el ‘Rusiagate’
De la caza de brujas comunista al Watergate, la historia de la oficina federal está llena de casos de manipulación en favor del gobierno de turno.
2 febrero, 2018 02:10Donald Trump no puede quejarse de cómo le está yendo la semana. Si el martes, según las encuestas, superaba con nota su primer discurso sobre el Estado de la Unión, este jueves está a punto de conseguir que la investigación sobre la trama rusa que lo persigue desde que llegó a la Casa Blanca quede tocada, o al menos desacreditada, si finalmente autoriza la publicación de un memorándum que pondría en duda la imparcialidad del FBI y el Departamento de Justicia (DOJ). Es más, con independencia de que salga a la luz este informe, su contenido ya ha sido filtrado y está siendo usado por los republicanos para dar por demostrado lo que vienen denunciando desde hace tiempo, que la persecución contra el magnate es de origen político.
La decisión de sacar a la luz este documento de apenas cuatro páginas, elaborado por el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, el congresista republicano Devin Nunes, aún no está tomada. Trump, que ya ha leído el informe según el New York Times, ha manifestado que está dispuesto darle luz verde, exponiendo así al FBI y el Departamento de Justicia, a los que se acusa nada menos que de abuso de poder al vigilar al entorno de un aspirante presidencial durante la campaña electoral.
No obstante, según desvela la CNN, existe cierta preocupación en la Casa Blanca ante el riesgo de que el actual director del FBI, Cristopher Wray, pudiera dimitir si se airea finalmente el informe, por lo que se estaría estudiando si hacerlo público omitiendo las partes más sensibles, aunque esto no satisfaría del todo a la oficina federal, que de lo que se queja es de las omisiones actuales de este escrito.
La tesis que defiende este memorándum -elaborado por un republicano, no hay que olvidarlo- es que en 2016, cuando Trump se postulaba para el cargo, miembros de la Oficina Federal de Investigación y del Departamento de Justicia habrían engañado a un juez de la corte responsable de autorizar las labores de vigilancia y espionaje, para que diera permiso al seguimiento del equipo del magnate.
Supuestamente los agentes no le habrían contado al magistrado que su solicitud se basaba en un dossier no verificado sobre Trump procedente de un ex oficial la inteligencia británica, es decir, aquel famoso expediente que a finales de pasado año apuntaba a un posible complot entre el Kremlin y el ahora presidente, que no fue validado por la inteligencia estadounidense.
La conclusión, según lo que ha trascendido del memorándum, es que la investigación del FBI sobre la posible connivencia entre Moscú y la campaña del republicano nació a partir del interés de una serie de agentes y abogados movidos por su rechazo político a Trump.
"Está claro que los altos funcionarios utilizaron información no verificada en un documento judicial para impulsar una investigación de contrainteligencia durante una campaña electoral estadounidense", denunció el miércoles el autor del memorándum, el republicano Nunes.
Aunque tanto el FBI como los demócratas han alertado de que ese documento omite algunos hechos relevantes y han reclamado que no se desclasifique, ya que podría poner en riesgo la seguridad nacional, lo cierto es que parte de su contenido ya circula por los medios y está regalando a la Casa Blanca un argumento perfecto para desacreditar cualquier avance en la investigación sobre el ‘Rusiagate’.
Sin ir más lejos, según la CNN, el presidente estaría comentado a sus colaboradores que ésta es una oportunidad para deslegitimar las sospechas sobre que su equipo electoral se confabuló con Rusia para ganar las elecciones, y acusar a los demócratas de inventarlo todo.
El expediente podría también podría mencionar a Andrew McCabe, el número dos del FBI que renunció a su cargo el lunes, por lo que de salir a la luz, podría dar más artillería a los republicanos.
¿Decisión de la administración Obama?
La pregunta a estas alturas es si verdaderamente la Oficina Federal de Investigación pudo ponerse del lado de los demócratas durante la campaña, tomando partido, lo que salpicaría a la administración Obama, dejándola en mal lugar. La opinión pública norteamericana está alertando de que el impacto sobre la reputación del FBI es innegable, y que generará dudas sobre su imparcialidad. El beneficiado será incuestionablemente Trump.
Chris Swecker, ex asistente a la dirección de la agencia, que se retiró recientemente tras 24 años de carrera, ha afirmado que durante los últimos años “ha habido muchas controversias, pero nunca acusaciones de que el FBI se haya convertido en una herramienta política para una u otra parte, o para una ideología política u otra”.
Sin embargo, lo cierto es que las sospechas de parcialidad acompañan a esta institución casi desde su nacimiento, como se ha encargado de recordar uno de los veteranos periodistas de la radio pública estadounidense en un artículo de la NPR sobre la historia del FBI.
Herramienta política histórica
La historia del FBI evidencia que en ocasiones ha sido utilizada como una herramienta política al servicio del poder, empezando por sus orígenes, cuando el presidente Teddy Roosevelt puso en 1908 los pilares de la agencia, inicialmente llamada ‘Bureau of Investigation’ (BOI), con el objetivo de que el gobierno pudiera vigilar si las grandes empresas cumplían las leyes antimonopolio.
Ya durante la Primera Guerra Mundial, se encomendó a la oficina encontrar espías alemanes, algo aparentemente dentro de lo normal. Sin embargo, según investigaciones posteriores, la agencia se habría extralimitado persiguiendo a políticos no afines a la administración.
En la década de 1920 llegó el escándalo Teapot Dome, el mayor de la historia americana hasta el Watergate. El caso arrancó por el pago de sobornos por parte de varias empresas a un miembro del gobierno para que les concediera la explotación de yacimientos petroleros.
El antiguo BOI se dedicó entonces a investigar, pero no la posible trama de corrupción, sino al senador de la oposición que estaba tratando de sacar todo la luz. Al final, varios funcionarios de la administración del presidente Warren G. Harding acabaron en prisión, y el director de la oficina tuvo que dimitir en 1924, dando paso a J. Edgar Hoover, que duró en el cargo durante ocho presidencias.
Durante esta nueva etapa la oficina mejoró su imagen pública y se profesionalizó en la lucha contra el crimen. En 1935 se rebautizó como el FBI. Tampoco entonces faltaron los favores políticos, según reveló una investigación posterior del Senado de 1975.
Durante la Segunda Guerra Mundial, además de perseguir a nazis, el FBI también acosó a personas de ascendencia japonesa y a quienes se opusieron. Luego llegó la caza de brujas a los supuestos comunistas, que terminó por convertirse en una persecución contra los sectores de izquierda en general y especialmente a los líderes de las protestas contra la Guerra de Vietnam. En el punto de mira también estuvieron defensores de los derechos civiles como Martin Luther King Jr.
Bajo el mandato de John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson, el FBI se involucró en apoyar la agenda política del gobierno de turno, e incluso se usó para reunir información sobre miembros de la administración que se pensaba que podían ser un peligro para la seguridad por ser vulnerables a chantajes por ser homosexuales.
En escándalo Watergate es quizá el ejemplo más famoso de utilización política del FBI por parte de una administración, llevando a la dimisión de Nixon como presidente en 1974.
El memorándum secreto puede devolver al FBI a la polémica. Esto puede dar un respiro a la Casa Blanca, pero no va a librarla por completo de la presión por el ‘Rusiagate’. Hasta el momento, la investigación en curso que el fiscal especial Mueller lleva a cabo para el Departamento de Justicia sigue adelante y ya se ha cazado importantes piezas como el ex asesor de seguridad nacional Mike Flynn.
El 70% quiere que Trump testifique
El próximo paso será la entrevista a Trump, con el que se está negociando en qué condiciones se producirá. Según una encuesta de Monmouth University publicada por The Hill, el 70% de los americanos cree que el presidente debe testificar, y si lo hace, el 82% opina que debería hacerlo bajo juramento.
El magnate tampoco va a librarse de la polémica interna con la publicación del informe de marras. Un senador republicano, John Thune, ya ha mostrado sus reticencias y ha pedido a su partido que frene el controvertido expediente y considere el aviso que el FBI ha dado, alertando de que se puede exponer la seguridad nacional.
La decisión que finalmente tome Trump sobre el informe secreto se espera para antes de que termine esta semana y puede desencadenar en otro choque institucional dentro de la administración, poniendo en una situación complicada al FBI que, pese a todos los citados antecedentes, desde 1993 hasta el pasado mayo ha vivido la época de menor politización de sus 109 años, bajo la dirección de Louis Freeh, Robert Mueller y James Comey. Hasta hoy.