Ir a la compra en los Estados Unidos resulta bastante similar a hacerlo en España, siempre que acudamos a una gran superficie. El ritual es el mismo: aparcar el coche, coger el carrito y empezar a recorrer los pasillos del supermercado. La diferencia llega a la hora de cruzarse con otros clientes, ya que si se aguza la vista, se puede observar que, en ocasiones, y dependiendo del estado en que nos encontremos, los consumidores pueden portar armas de fuego en el cinturón, a la vista de todos.
Esta práctica, que los defensores de la Segunda Enmienda de la Constitución justifican en la necesidad de garantizar la seguridad personal, no impidió que el pasado 3 de agosto un joven de 21 años entrara a tiros en un Walmart de El Paso, Texas, dejando 22 muertos -la mayoría hispanos- y un reguero de más de 20 heridos. Previamente, a finales de julio, en otra tienda de la misma compañía, un empleado mató a tiros a dos compañeros en Misisipi.
Aquel episodio, uno de los más de 300 de este tipo que se han producido en el país en lo que llevamos de año, ha desencadenado que las principales firmas de distribución reflexionen y tomen medidas, ya sea por iniciativa propia o a rebufo de la competencia. En concreto, se está prohibiendo el acceso a los establecimientos con pistolas a la vista, se está dejando de vender munición y armamento militar, e incluso se está vetando de por vida a algunos clientes.
Walmart, la principal cadena de supermercados de EEUU, ha sido la que ha tomado la iniciativa, mientras la dividida clase política estadounidense parece incapaz de afrontar de una forma decidida el debate sobre el control de las armas de fuego, más allá de las condenas y declaraciones de intenciones tras cada masacre.
Este mes, el CEO de Walmart, Doug McMillon, anunció que sus tiendas dejarán de vender municiones para rifles de cañón corto y para otras armas, como primer paso para salir de este mercado. Sin embargo, el cambio más importante será cultural, más que comercial. Para muchos estadounidenses resultará chocante encontrarse con carteles que les inviten a no entrar llevando abiertamente armas de fuego.
Tras este anuncio, otras cadenas de supermercados y farmacias como Kroger, CVS, Walgreens y Wegmans han seguido el ejemplo con declaraciones similares.
"No hay nada más importante que la seguridad de nuestros clientes y empleados. La visión de alguien con una pistola puede ser alarmante, y no queremos que nadie se sienta así en Wegmans. Por esta razón, preferimos que los clientes no lleven abiertamente armas de fuego a nuestras tiendas", señaló en Twitter la mencionada firma.
El matiz "abiertamente" es relevante, ya que significa que la restricción se aplica sólo a entrar en estos establecimientos con una pistola a la vista. Sí se podrían llevar en caso de que estuvieran ocultas y bajo seguro, por ejemplo debajo de la chaqueta, en el bolsillo o en la pantorrilla bajo el pantalón.
Otras cadenas como Costco sí que prohíbe llevar un arma sin matices, ofreciéndose a devolver el coste de la membresía a quien no esté de acuerdo: "En Costco no creemos que sea necesario llevar armas de fuego a los almacenes, excepto en el caso de los agentes de la ley autorizados".
Dificultades de la restricción
Pese a sus buenas intenciones, esta nueva política comercial está poniendo en aprietos a los empleados de estas empresas encargados de poner en marcha la medida. El motivo es la ambigüedad del lenguaje.
Cuando en Estados Unidos algo está prohibido, como fumar en un restaurante o consumir alcohol en la vía pública, al ciudadano no le queda lugar a dudas sobre esa limitación. Pero en este caso, la indeterminación de expresiones como "pedir" o "invitar" a los clientes que dejen las armas en casa, no pone las cosas fáciles a los trabajadores a la hora de cumplir estas reglas. ¿Deben ser ellos los que se encaren con los clientes armados?
A finales de agosto, antes del anuncio oficial y a los pocos días del tiroteo de El Paso, un hombre de Kentucky fue expulsado de un Walmart de la ciudad de Lexington por llevar su arma a la vista en la tienda, precisamente en la sección de municiones. Según argumentaba este cliente, estaba retransmitiendo en directo un vídeo en Facebook para denunciar cómo este departamento estaba desatendido, con el peligro que eso entrañaba.
Sin embargo, su comportamiento llevó al responsable del supermercado a avisar a la policía y varios agentes se personaron en el lugar. El hombre ha acabado con una restricción de por vida y no podrá pisar ningún Walmart del país.
Lo ocurrido quedó grabado por varios clientes, viralizándose y abriendo el debate en las redes sobre si debe predominar el derecho a portar armas que consagra la Constitución o el de la compañía a decidir sus normas. La decisión le ha costado a la cadena incluso un intento de boicot.
Para evitar confusión en la futura aplicación de las nuevas normas, Walmart pretende formar a su personal con protocolos sobre cómo tratar exactamente con los clientes que accedan a una tienda con un arma, según publica Time.
Este medio señala que los gerentes de los establecimientos tendrán la capacidad de juzgar cada situación y que si no hay consumidores que se quejen, podrían permitir a los portadores de armas continuar comprando.
Otras empresas, como CVS, aún están estudiando cómo poner en marcha la restricción, sin obligar a sus trabajadores a enfrentarse con los clientes. Pero teniendo en cuenta la segunda enmienda y que algunos estados protegen por ley el portar armas, cabe preguntarse si un supermercado puede decidir a este respecto.
Jeffrey Sonnenfeld, profesor de la Escuela de Administración de Yale, dice que, como empresas privadas, tienen el derecho de publicar carteles que prohíban completamente estos artefactos y hacer cumplir esa regla.
Aunque los recientes tiroteos y la mayor sensibilidad pública con este tema parecen ser el detonante de este cambio en los supermercados de Estados Unidos, mucho antes otros se adelantaron a esta restricción. Target, por ejemplo, comenzó a solicitar a sus clientes que no porten armas de fuego en julio de 2014.
Y Starbucks anunció en 2013 que solicitaría a los usuarios de sus cafeterías que no acudieran con armas ni a sus establecimientos ni a sus terrazas.
En el lado opuesto están grandes almacenes como Macy's, que no prohíbe portar armas, sino que se limita a respetar las regulaciones local o estatales, o las normas del complejo comercial.
Para ayudar a los consumidores a elegir dónde hacen la compra en función de si van a encontrarse con armas o no, algunos medios como The Hill han elaborado listas con los principales distribuidores del país.
En lo que va de año, se han producido 303 tiroteos masivos en los Estados Unidos, según datos de la organización Gun Violence Archive (GVA). En total, se han registrado más de 40.000 incidentes relacionadas con armas en el país, saldados con 10.726 muertos, por ahora.