El futuro de Donald Trump en la Casa Blanca está ya en manos del Senado. Arranca este martes la segunda y decisiva etapa del proceso de impeachment o juicio político al presidente de Estados Unidos. En pleno año electoral, Trump podría ser destituido si este proceso termina con éxito para los demócratas, que le acusan de abuso de poder y obstrucción al Congreso por la trama conocida como Ucraniagate.

Muchas son las preguntas sobre el funcionamiento de este proceso que sólo se había puesto en marcha en dos ocasiones -con Richard Nixon y Bill Clinton- a lo largo de la historia de EEUU. En esta pieza responderemos a todas las claves y explicaremos paso a paso cómo se desaloja al inquilino del Despacho Oval.

La previa: pruebas y documentos

El impeachment aterriza en el Senado procedente de la Cámara de Representantes, donde los demócratas tienen mayoría y han construido el caso contra Trump. El origen de todo: las llamadas del presidente estadounidense a su homólogo ucraniano, Vladimir Zelenski, para interesarse por los negocios del hijo de Joe Biden -a la sazón aspirante demócrata a disputarle la reelección a Trump- en ese país.

La clave está en si, en esas conversaciones, el magnate republicano presionó a Zelenski con retirar fondos a Ucrania si no atendía a sus sugerencias para encontrar trapos sucios de Biden. Es decir: ¿hubo o no quid pro quo? Ahí está el pecado original de este impeachment.

La semana pasada los siete congresistas demócratas que ejercerán como fiscales del proceso presentaron ante la cámara alta los artículos del juicio político y el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, realizó su juramento como presidente del juicio político. Acusación y defensa han tenido unos días de plazo para presentar documentación para reforzar sus tesis, es lo que se denomina la fase preparatoria del impeachment. El equipo de Trump no ha presentado pruebas adicionales en el plazo establecido que expiraba este lunes.

Sí que ha habido recado de los letrados del presidente. Los abogados Jay Sekulow y Pat Cipollone emitieron un comunicado argumentando que las acusaciones contra Trump no se sostienen al considerar que los cargos del juicio político son “constitucionalmente inválidos” y resumen todo el proceso como un “intento descarado e ilegal de revocar los resultados de la elección de 2016 y de interferir en la de 2020".

Las reglas del juego: alegaciones iniciales

Este martes a las 19.00 hora de Madrid arranca el partido en el Senado. Siguiendo el símil futbolístico, más que un partido es una reunión de los árbitros para establecer las reglas del juego de ahora en adelante, en lo que se denomina como fase de alegaciones iniciales.

Los 100 miembros de la cámara alta actuarán como si fueran miembros de un jurado y como primera medida todo ocurrirá a puerta cerrada: sus teléfonos móviles serán requisados y no pueden pronunciarse sobre el caso. Tendrán que votar una resolución que debe establecer cuánto durará todo el proceso y cuántas horas tendrá cada parte para hablar, entre otras normas.



La aritmética de esta cámara juega a favor de Trump: hay 53 senadores republicanos por 45 demócratas y dos independientes y la mayoría está en la mitad más uno: 51. Por esta razón, es previsible que en esta primera fase no se determine qué testigos llamados por la acusación y la defensa pueden comparecer en el Senado, la mayoría republicana aprobará una resolución que deje esta cuestión en el aire.

El juez John Roberts

Los protagonistas: acusación y defensa

Donald Trump ha recurrido a una alineación estelar para su equipo de defensa en el impeachment, que estará liderado por el letrado de la Casa Blanca, Pat Cipollone; y Jay Sekulow, el abogado personal del presidente que lo representó en la investigación del Rusiagate.

Además, Trump ha fichado a dos figuras del juicio político a Clinton para su equipo de defensa. Se trata de Kenneth Star y Robert Ray, que en los 90 pusieron contras las cuerdas al expresidente demócrata con su actuación como fiscales especiales. También en el equipo del presidente republicano estará Alan Dershowitz, un polémico profesor de Derecho Constitucional ya jubilado que tuvo como clientes a O.J. Simpson y a Jeffrey Epstein.

Los elegidos tienen una amplia carrera judicial y, al mismo tiempo, un acentuado perfil mediático: están igual de cómodos en los tribunales que delante de las cámaras de televisión.

Por parte de la acusación, los siete congresistas demócratas ejercerán de fiscales en el Senado. A la cabeza Adam Schiff, secretario del comité de Inteligencia del Congreso, fue escogido por Nancy Pelosi como pilar de la investigación contra Trump. Él fue el encargado de tomar declaración a los miembros de la Administración Trump que fueron testigos de los hechos que han desencadenado el impeachment.

El resto de miembros de la acusación tienen un sólida experiencia judicial y política, destacando la veterana Zoe Logfren, que estuvo presente en los juicios políticos contra Richard Nixon y Bill Clinton.

Una vez conocidos los protagonistas y establecidas las reglas de funcionamiento (en el impeachment a Clinton esta fase se prolongó durante seis días), arrancan las argumentaciones de acusación y defensa. Los tiempos de intervención estarán tasados en horas y se dividirán en varios días. En el juicio político a Trump cada parte tuvo 24 horas de tiempo para argumentar sus posiciones.

Los senadores pueden hacer preguntas pero siempre por escrito. El presidente del tribunal las lee en voz alta y según a quién estén dirigidas se determina quién responde.

El juicio: testigos sí o testigos no

La presencia de testigos en el juicio del impeachment a Trump no está clara a estas alturas. A lo largo del proceso tendrán lugar votaciones procedimentales sobre qué pruebas se puedan incorporar para las deliberaciones y qué testigos pueden ser llamados a declarar.

Sólo si algún republicano moderado se sale de la línea oficial pueden torcerse los planes de Trump y su equipo de defensa, que prefieren que todo termine cuanto antes. Para incluir algún testigo en las sesiones, sólo hace falta una mayoría simple (51 votos). Si hay declarantes, el Senado puede decidir suspender las sesiones para tomarles declaración a puerta cerrada antes de que ofrezcan su versión ante los senadores, como ocurrió en el caso de Clinton. Esto alargaría el juicio político unas semanas más de lo previsto.

Los congresistas demócratas entregando en el Senado los artículos del impeachment Reuters

En declaraciones a la cadena de televisión Fox News, el senador conservador Ted Cruz auguró que el juicio político podría durar una o dos semanas, pero que podría prolongarse hasta seis, ocho o más, si finalmente la Cámara aprueba citar a testigos.

De ocurrir finalmente, Cruz consideró que deberían aplicarse unas normas de reciprocidad: es decir, "si la acusación tiene un testigo, la defensa tiene un testigo; si la acusación tiene dos, la defensa tiene dos. Si la acusación llama a John Bolton, la defensa llama a Hunter Biden" (hijo del exvicepresidente y precandidato demócrata Joe Biden).

Spoiler: el veredicto

Después de que ambas partes hayan agotado sus tiempos establecidos para el debate de pruebas y/o interrogatorio de testigos, llegará el turno de las conclusiones finales. Se procederá entonces a la votación, una por cada artículo del impeachment: abuso de poder y obstrucción al Congreso.

Con que sea encontrado culpable de uno de los cargos, Trump será destituido. Y aquí llega el spoiler: los números no le salen a los demócratas, que ya avisaron al activar el proceso: “Lo hacemos por higiene democrática”. Hace falta una mayoría de dos tercios para desalojar a Trump de la Casa Blanca, esto es 67 votos de los 100. Una cifra que se antoja inalcanzable incluso si los demócratas convencen a una veintena de republicanos para traicionar al presidente, algo que parece también altamente improbable.

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