Miembros del sindicato Teamsters sostienen carteles contra los demócratas.

Miembros del sindicato Teamsters sostienen carteles contra los demócratas. Ingrid Bulmer Reuters

EEUU CAMPAÑA

La pugna electoral llega a los sindicatos de EEUU: los camioneros abandonan a Kamala por el trumpismo

Por primera vez en décadas, Teamsters no apoyará a la candidata demócrata, empatada con Trump en los estados industriales que necesita para llegar a la Casa Blanca.

20 septiembre, 2024 02:58
Nueva York (EEUU)

Michigan, Pensilvania y Wisconsin. Uno de esos tres estados de tradición industrial puede tener la llave de la Casa Blanca. Por ello los sindicatos, históricamente vinculados al Partido Demócrata, se han convertido en un actor principal también para la campaña de Donald Trump, quien se ha apuntado una victoria al conseguir que la Hermandad Internacional de Camioneros (Teamsters), una de las principales organizaciones de trabajadores del país, haya decidido no apoyar a Kamala Harris en estos comicios.

El sindicato, que cuenta con más de un millón de afiliados de distintas industrias y no se limita al sector de los transportes, anunció el miércoles que por primera vez en décadas no pedirá el voto por la candidatura demócrata. Tampoco lo pedirá por Trump, pero el movimiento supone un fuerte estímulo para los republicanos en su batalla por seguir sumando a más trabajadores de cuello azul entre sus filas.

"Es un gran honor. No van a respaldar a los demócratas. Eso es algo importante", celebró el propio Trump horas después del impactante anuncio durante un mitin cerca de Nueva York.

Esa decisión de permanecer neutral se produjo después de que este sindicato, fundado en 1904, certificara mediante una encuesta interna entre sus afiliados que el 60% apoyaba a Trump y solo el 34% prefería a Harris. También celebró sendas reuniones en las que los candidatos cortejaron a sus directores.

"Desafortunadamente, ninguno de los principales candidatos pudo hacer compromisos serios para garantizar que los intereses de los trabajadores siempre se antepongan a las grandes empresas", justificó el presidente general de Teamsters, Sean M. O’Brien.

Antes, Harris ya se había garantizado el respaldo de casi una decena de los sindicatos más influyentes de Estados Unidos, aunque la decisión de Teamsters es especialmente desmoralizadora para su campaña porque se trata de una organización profundamente arraigada en los campos de batalla clave de las elecciones generales: el Medio Oeste industrial, también conocido como el Cinturón de Óxido (Rust Belt) estadounidense.

Giro hacia Trump

El papel de los sindicatos como actores destacados en la vida política de EEUU ha disminuido notablemente en las últimas décadas. En la actualidad, alrededor de uno de cada diez trabajadores pertenece a uno, mientras que en 1950 estaban afiliados uno de cada tres, según un informe de la Universidad de Washington en St. Luis.

Los motivos de la poca penetración de los sindicatos son variados y radican en diferencias culturales entre Europa y Estados Unidos, donde el movimiento sindical perdió fuelle durante la Guerra Fría al ser asociado con el socialismo (de hecho en EEUU el día de los trabajadores no es el 1 de mayo). Terminó por hundirse entre los años 80 y 90 y, en la actualidad, las grandes corporaciones han desincentivado la consolidación de nuevas uniones de trabajadores.

"Al menos desde el New Deal, muchos sindicatos importantes, y sus líderes, se han identificado firmemente con el Partido Demócrata”, explicaba recientemente Jake Rosenfeld, socióloga en la Universidad de Washington.

Sin embargo, la complicada aritmética del sistema electoral estadounidense ha llevado a que desde 2016, con la victoria de Donald Trump por un estrecho margen, el grueso de las campañas electorales se centre en un puñado de estados que aún conservan cierta cultura sindical derivada de su pasado como potencias manufactureras.

Son los mismos estados que concentran a ese grupo de votantes de tradición demócrata que tras vivir el proceso de decadencia industrial se vieron seducidos por el eslogan “Make America Great Again” del líder republicano.

“A medida que los republicanos han hecho incursiones entre los votantes sin educación universitaria, también han sido capaces crear una escisión entre los votantes sindicales”, añade Rosenfeld.

Un ejemplo de los guiños del trumpismo con los movimientos sindicales fue la inclusión de un discurso del presidente de Teamsters, Sean O’Brien, en la noche inaugural de la Convención Republicana, organizada el pasado julio en Wisconsin, uno de esos estados industriales clave.

La aparición del líder sindical fue extraña porque evitó apoyar a Trump explícitamente, pero se entendió como un claro acercamiento del Partido Republicano, tradicionalmente vinculado con las grandes corporaciones, hacia las organizaciones de trabajadores.

Cuatro años antes, en los comicios de 2020, la junta general de ese mismo sindicato aprobó de manera unánime apoyar la candidatura de Harris y Joe Biden: "Desde su primera elección en el Senado hasta ahora, Biden ha estado del lado de los trabajadores estadounidenses y apoya su derecho a organizarse, su deseo de salarios justos y su necesidad de una jubilación segura”.

De hecho, Biden se convirtió en el primer presidente de la historia de Estados Unidos en participar en una protesta sindical, cuando en 2023 apareció en una manifestación convocada cerca de Detroit por United Auto Workers, el sindicato de la industria del automóvil, para reivindicar una subida salarial. “Merecéis esa subida”, imploró con megáfono en mano y ataviado con una visera con las siglas UAW.

Pero a pesar de los intentos de los demócratas por seguir asociándose a estas organizaciones, casi el 40% de los afiliados a sindicatos se declara en la actualidad simpatizante del Partido Republicano, según halló un estudio elaborado por el centro Pew Research en 2023 (39% republicanos y 59% demócratas).

Aun así, la decisión de Teamsters no ha estado exenta de controversia incluso dentro del propio sindicato, pues minutos después del anuncio, la sucursal de la organización en California desligó de la central y pidió por su cuenta el voto a la candidatura de Harris y Tim Walz.

Pero California, aunque concentre a más población que ningún otro estado en el país, no importa. Allí la victoria de los demócratas se prevé con un 99% de probabilidades y sus delegados no alterarán la composición del Colegio Electoral que decide al presidente.

Para Harris fue mucho más importante sumar el apoyo de Unites Auto Workers, el sindicato que representa a los trabajadores de los sectores del automóvil, aeroespacial y de producción de maquinaria agrícola, días después de que Biden le cediera el testigo de la carrera presidencial.

Empate en estados clave

Prueba de la influencia que pueden tener estas organizaciones en el resultado final se evidencia en las últimas encuestas relatadas en los estados clave.

Según un sondeo elaborado por el Washington Post, tras el debate presidencial, Trump y Harris empatan con el 48% de intención entre “posibles votantes”, mientras que la demócrata aventaja un punto (48% vs 47%) entre los votantes ya registrados. En todo caso, ambos resultados eran dentro del margen de error de la encuesta.

Otro estudio, elaborado por Quinnipiac y centrado exclusivamente en los tres estados bisagra del Medio Oeste, confirma ese ajustado patrón: Harris aventaja a Trump por un punto en Wisconsin (48% vs 47%), por cinco puntos en Michigan (50% vs 45%) y se distancia algo más en Pensilvania (51% vs 45%), aunque el margen de error del sondeo se sitúa en el 3%.

En 2020, Biden venció en Michigan y Pensilvania por unos 100.000 votos, dos territorios que Trump ganó por la mínima en 2016. En Wisconsin fue aún más ajustado: Trump quedó detrás de Biden por 20.000 votos. Por eso, cualquier apoyo, aunque sea de un sindicato local y de poca representación, será peleado por ambos candidatos hasta los comicios del 5 de noviembre.