Trump, dispuesto a reconocer los territorios ocupados por Rusia como garantía de un alto el fuego en Ucrania
- El optimismo ucraniano por el nombramiento de Keith Kellogg apenas ha durado cuando sigue sin entenderse el “Paz mediante la fuerza” de Trump.
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La cadena CNN publicaba este viernes en exclusiva un documento que expondría las líneas maestras de Keith Kellogg, enviado especial de Trump a Rusia y Ucrania y encargado de mediar entre ambos países, para una paz estable en el este de Europa. Pese a que el general retirado había mostrado repetidas veces su apoyo a Ucrania y la necesidad de que Rusia perdiera la guerra, criticando incluso a la administración Biden por su lentitud y su mesura a la hora de enviar armas, el borrador sigue los pasos del “America First” y busca poner fin a la guerra sin un ganador ni un perdedor claros.
Si el lema de la política exterior de Trump es “paz mediante la fuerza”, en Ucrania parece que se va a apostar por lo contrario. Kellogg propone un alto el fuego que reconozca los territorios ocupados por Rusia hasta ahora y establezca una “zona de seguridad” defendida por una fuerza multilateral que impida que el conflicto vuelva a abrirse de nuevo en cualquier momento. En realidad, se trata de una rendición parcial que Ucrania solo aceptará si cree que le irá peor luchando en el campo de batalla y obligará a Putin a conquistar cuanto más terreno mejor en los próximos meses para tirar de hechos consumados en la mesa de negociación.
Una propuesta de este tipo, especialmente si Kiev la descarta, pondría a prueba el músculo europeo a la hora de mantener el apoyo a su aliado ucraniano sin contar con el paraguas de Estados Unidos y enfrentándose directamente al imperialismo ruso.
La situación actual en el frente, en plena ofensiva rusa en Donetsk y con visos de extenderse a Zaporiyia, no es la ideal para los intereses del presidente Zelenski… pero renunciar a territorios propios podría considerarse una traición a las decenas de miles de muertos durante estos tres años de conflicto y acabaría, desde luego, con su carrera política.
Tratando de encontrar la virtud en un punto medio, el líder ucraniano afirmó este viernes que estaría dispuesto a negociar -no a entregar- los territorios ocupados por los rusos si a cambio se garantiza la entrada de Ucrania en la OTAN y la protección por parte de la Alianza Atlántica de las zonas en disputa que ahora mismo siguen bajo control de Kiev. Es imposible que Rusia acepte algo así y tampoco parece que Estados Unidos vaya a mostrar interés alguno.
Los problemas económicos rusos
El mismo problema nos encontramos con la “zona de seguridad” y con la “fuerza multilateral” que habría de defenderla. Rusia siempre se opondrá a que sea un ejército de potencias occidentales y la ONU ya ha demostrado en demasiados escenarios que, pese a la buena voluntad y el heroísmo de sus soldados, los medios son insuficientes. Si no bastan para controlar a Hezbolá, mal van a bastar para controlar al ejército ruso en caso de incumplimiento de los pactos. El precedente de Minsk está demasiado reciente y Putin se ha encargado de gritar a los cuatro vientos que la anexión de la Ucrania rusófona es una cuestión existencial. Las cuestiones existenciales, por definición, no se regatean.
Para sentar a los rusos a la mesa, no solo habría que garantizarles que se pueden quedar con lo que han saqueado, sino que también habría que levantar parte de las sanciones económicas. Como decíamos, la economía de guerra rusa ha disparado la inflación, que a su vez ha devaluado la moneda y ha provocado que los préstamos superen el 25% de interés, dificultando mucho la vida de las familias de clase media, envueltas en un círculo vicioso que empieza a recordar a la época soviética.
En su momento, Putin calificó la caída de la URSS como “el momento más trágico del siglo XX” y lo atribuyó a razones de estancamiento económico por un exceso de inversión en defensa. Es curioso que, más de treinta años después, esté cayendo en los mismos errores sin que nadie le avise. Según la inteligencia estadounidense, la soledad del autócrata es total y apenas tiene contacto con un grupo mínimo de asesores que, en realidad, son poco más que aduladores entregados. Nadie quiere ver como su helicóptero explota en pleno vuelo ni arriesgar su posición de privilegio.
El palo y la zanahoria, versión Kremlin
Eso no quiere decir que Putin haya perdido su capacidad para amenazar y seducir a la vez. En declaraciones a la prensa rusa, el autócrata advirtió este viernes de que podría atacar Kiev en cualquier momento con su nuevo misil hipersónico. Es una retórica algo vacía, puesto que Moscú siempre ha tenido misiles hipersónicos y de todo tipo con alcance suficiente como para llegar a Kiev, tanto con carga nuclear como sin ella. De hecho, los ataques sobre Kiev han sido constantes durante estos tres años de guerra, así que hay que entender que el uso obsesivo de la palabra “Oreshnik” tiene más que ver con la propaganda interna que con otra cosa.
Eso sí, además del palo, Putin supo sacar la zanahoria a pasear. Preguntado por el presidente electo de los Estados Unidos, afirmó que le parecía “bastante inteligente y experimentado”. Buena parte de la fascinación de Trump por el líder ruso tiene que ver con su visión autoritaria de la política, lo que explica también sus buenas relaciones en el pasado con el líder chino, Xi Jinping, o incluso el norcoreano, Kim Jong-Un. La otra parte es una cuestión de ego: Trump siempre presume de que Putin habla bien de él y eso ya es motivo de respeto y admiración.
En cualquier caso, lo que está por medir es hasta qué punto Estados Unidos se va a desmarcar de Ucrania y de la OTAN y hasta qué punto Rusia está en condiciones de seguir una operación militar ahora que se le ha abierto otro frente en Siria, con el asedio a Alepo de las fuerzas rebeldes islamistas. También será importante saber qué entiende Trump por “paz” y, desde luego, qué entiende por “fuerza”. Regalar territorios a una fuerza invasora y desmarcarte de lo que venga después no parece encajar con ninguna definición.