Donald Trump y Elon Musk, en un acto de campaña

Donald Trump y Elon Musk, en un acto de campaña Reuters

EEUU

El 'trumpismo', contra Musk por apoyar los visados a extranjeros cualificados: "Que no se meta en nuestra política migratoria"

Choque entre las distintas sensibilidades dentro del Partido Republicano: mientras Ramaswamy y Musk defienden extender los visados a trabajadores extranjeros cualificados, la vieja guardia del movimiento MAGA les acusa de querer robarles sus trabajos a los norteamericanos.

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"Les dimos la bienvenida a los tecnobros cuando corrieron a refugiarse para evitar que el profesor de tercero de primaria decidiera el género de su hijo o para huir de las políticas económicas de Biden… pero eso no quiere decir que queramos que decidan nuestra política migratoria". Así de contundente se mostraba el excongresista republicano Matt Gaetz en redes sociales para referirse a las recomendaciones públicas de Elon Musk y de Vivek Ramaswamy respecto a la necesidad de ampliar los visados para contratar a extranjeros cualificados, especialmente en el campo de las empresas tecnológicas.

Musk había utilizado previamente su propia red social, X, para asegurar que el empleo en Estados Unidos debería copiar la estructura del deporte profesional: "Los mejores del planeta tienen que venir aquí si queremos que el equipo gane". En sí, esto no debería escandalizar a nadie, pues es la ejemplificación del sueño americano. De hecho, Elon Musk ha hecho fortuna en Estados Unidos siendo sudafricano -se valió precisamente de un visado de trabajo H-1B para establecerse en el país- y Ramaswamy nació en Estados Unidos, pero sus padres provenían de la India.

No son casos aislados en el mundo de la innovación científica, que se ha valido siempre en Estados Unidos del trabajo extranjero, especialmente a través de sus universidades, que reclutan talento por todo el mundo. El problema es que esa visión choca con el ultranacionalismo del movimiento MAGA y de la alt-right estadounidense. Donald Trump ha basado sus tres campañas electorales en las medidas de reactivación del mercado de trabajo para los estadounidenses, especialmente en zonas industriales. De ahí la guerra económica con China, a quien acusa de competencia desleal.

Muchos dentro de MAGA -y Gaetz no es un cualquiera, hablamos del candidato de Trump a Fiscal General de Estados Unidos hasta que varios escándalos sexuales se cruzaron en su nominación- creen fervientemente en el "América para los americanos" y todo lo que eso representa. De hecho, las respuestas de la activista de ultraderecha Laura Loomer o de la comentarista conservadora Ann Poulter rozaron en ocasiones la xenofobia y el tópico contra los extranjeros, además de acusar a los dos empresarios de mirar por su propio beneficio, pues los inmigrantes legales tienen menos derechos laborales que los ciudadanos estadounidenses.

El problema de la inmigración descontrolada

Más allá de la cuestión identitaria, que es consustancial al "trumpismo" y al populismo de extrema derecha en Estados Unidos, hay algo de revancha en esta reacción desmedida a lo que no deja de ser la propuesta de un empresario sin competencia alguna en la materia. Tarde o temprano, alguien iba a parar los pies a Musk dentro del Partido Republicano. El magnate sudafricano lleva meses metido en todas las salsas, opinando de todo y actuando en ocasiones como si el ganador de las elecciones hubiera sido él cuando, en principio, su único rol en la nueva administración será reajustar las partidas del gobierno federal y acabar con cualquier gasto superfluo.

Los "trumpistas" de toda la vida, los que se subieron al barco del multimillonario y su agresiva agenda en 2015, ven con cierto desagrado a los que consideran "arribistas" de última hora. No hace tanto que Ramaswamy competía con Trump por la nominación republicana… y Musk ha tenido numerosas discusiones públicas con el presidente electo a lo largo de los años. Este choque, tarde o temprano, iba a llegar y posiblemente continúe a partir del 20 de enero: Musk no es de los que se conforman con poco y desde luego no es de los que se callan. El hecho de que el propio Trump haya tenido que desmentir, en tono de broma, que vaya a cederle la presidencia ya es bastante significativo de cómo están los ánimos.

Obviamente, todo lo que suene a "los extranjeros vienen a robarnos los trabajos" va a tener éxito entre los votantes de Trump, pero en concreto los visados H-1B para trabajadores cualificados (unos 65.000 al año) no suponen amenaza alguna para el talento local. Otra cosa es la inmigración ilegal que entra por la frontera de México y que ha supuesto uno de los caballos de batalla del Partido Republicano en los últimos años. Incluso el propio Biden intentó limitar la llegada de ilegales, pero sin éxito alguno. Se trata, pues, de una cuestión en la que ambos partidos están de acuerdo en el diagnóstico, pero no en la solución.

¿Qué opina Trump de todo esto?

De hecho, la posición de Trump respecto a los visados H-1B ha ido variando con el tiempo. En su primer mandato, intentó limitarlos y aprovechó la pandemia de la Covid-19 para impedir que muchos trabajadores extranjeros llegaran al país. Incluso en 2016, justo antes de convertirse en presidente, él mismo había repetido el argumento que ahora sostienen Gaetz o Poulter: dichos visados no serían sino un artificio de las grandes empresas para traer mano de obra barata que sustituya a los nacidos en Estados Unidos.

Sin embargo, recientemente parece haber cambiado de opinión y hace unos meses se mostraba partidario de ampliar esos visados o incluso conceder una "green card" a cualquier extranjero que se licenciara en una universidad estadounidense. Es imposible saber por dónde tirará la nueva administración, pero el hecho de que Trump se haya manifestado a favor de implantar de nuevo la política de separar a hijos y padres de inmigrantes ilegales detenidos en la frontera, dejando a los niños en manos de las autoridades federales, hace pensar que, al menos en lo que al sur respecta, no va a andarse con escrúpulo alguno.

También habrá que estar atentos a nuevos posibles errores de cálculo de Musk, que ha entrado en la política estadounidense como un elefante en una cacharrería. Como empresario, está acostumbrado a actuar tomando todos los riesgos posibles en busca de cualquier opción de valor. Como político, esa actitud le granjeará muchos problemas que no está claro que el dinero vaya a poder solucionar. Muchos temen a Musk porque les da miedo que no financie sus campañas en 2026 o que financie las de sus rivales. Bien haría también Musk en temer a los camisas viejas del "trumpismo" que ven todo cambio como un potencial peligro y saben moverse en los círculos cercanos al voluble presidente.