"Tontos, idiotas e hijos de puta". Así calificó el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, a los policías que le escuchaban el lunes ante el palacio presidencial. Se trata de entre 228 y 400 agentes, según distintas fuentes, acusados de corrupción en la violenta campaña contra el narcotráfico impulsada por el mandatario desde que asumiera el poder el pasado julio.
Duterte ha dado indicaciones a sus fuerzas de seguridad en repetidas ocasiones de matar sin esperar a juicio a narcotraficantes e incluso a consumidores. También llegó a animar a la población civil a participar de una carnicería que en sólo 7 meses se ha llevado por delante más de 7.700 vidas. Al menos 2.500 de esas personas fueron ejecutadas de manera extrajudicial por agentes del orden porque supuestamente habían ofrecido resistencia.
En el pasado, Duterte dijo ya como presidente filipino que mataría a "tres millones de drogadictos". A los narcotraficantes también les advirtió sin pelos en la lengua al poco de asumir el mando: "Os mataré".
Tras el asesinato de un empresario surcoreano acusado de narcotráfico la pasada semana en el cuartel general de la Policía, suspendió temporalmente su "guerra contra las drogas". El caso provocó fuertes críticas a la política antidroga de Duterte y dejó en evidencia la arraigada corrupción en las fuerzas de seguridad.
Preparaos para iros. Viviréis allí dos años. Si salís con vida, podéis volver. Si morís allí, diré que no gasten nada en traeros de vuelta
"Hijos de puta" repitió el presidente filipino a unos policías cabizbajos, a los que calificó de "los criminales más peligrosos del país", y aseguró que si fuera por él "los arrojaría al río Pasig", que pasa por Manila.
Ordenó enviarles a las zonas más conflictivas y violentas en el sur de Filipinas. "Preparaos para iros. Os doy dos semanas, quince días", anunció. "Viviréis allí dos años. Si salís con vida, podéis volver aquí. Si morís allí, diré a la Policía que no gasten nada en traeros de vuelta sino que os entierren allí", advirtió.
Duterte ha prometido hacer una limpieza en el cuerpo de Policía y retomar su guerra contra las drogas.