Los doce niños que junto a su entrenador pasaron más de dos semanas atrapados en una cueva del norte de Tailandia describieron como "milagroso" el momento en que los equipos de rescate les localizaron en la gruta, en una rueda de prensa este miércoles. Con ellos han comparecido los militares que participaron del rescate.
Los buzos británicos fueron los primeros en encontrar al grupo en una cavidad a cuatro kilómetros en el interior de la cueva, nueve días después de su desaparición el 23 de junio. Durante esos nueve días estuvieron sin comer y bebiendo el agua que se filtraba por las paredes de la cueva, según el entrenador del equipo, Ekapol Chantawong. La operación de rescate duró tres días, y terminó el 10 de julio.
En la rueda de prensa contaron que algunos de ellos ya habían entrado a esa cueva antes y que "todos estábamos de acuerdo en ir a los túneles. Planeamos todo, lo ensayamos, y dijimos que íbamos a pasar en la cueva solo una hora, porque teníamos cosas que hacer después". Uno de los chicos ha revelado que cuando se dieron cuenta de que estaban atrapados comenzaron a cavar en busca de una salida de la caverna, y avanzaron "tres o cuatro metros".
Cuando vieron a los buzos se sorprendieron mucho, y "lo primero que les preguntamos a los submarinistas es cuánto tiempo teníamos que seguir en la cueva", ha afirmado un chico. Varios de los menores se dirigieron a sus padres para pedirles perdón por "no informarles de que íbamos a entrar en la cueva".
El rescate conmovió mucho a los niños. Uno de ellos dice que le "gustaría ser un SEAL de mayor porque quisiera ayudar a los demás". Y otro, que la experiencia le "ha enseñado que no hay que hacer las cosas sin haberlas planeado. A partir de ahora voy a vivir mi vida con cuidado". El entrenador ha afirmado que "con los SEAL nos sentimos como si fuéramos una familia. Estábamos juntos, comíamos juntos..." Además, el equipo recordó y dio las gracias al buzo, Saman Kunan, que perdió la vida en el rescate.
Los niños aseguraron que la presencia del entrenador fue clave para mantener la calma, porque "dijo que estuviéramos quietos, para consumir la menor energía posible". Para él "había dos soluciones: esperar un rescate o avanzar. Escuchamos el agua subiendo y miramos delante y vimos que subía hacia nosotros también. Tuvimos que andar a otro punto y durante una hora el agua subió tres metros". El entrenador los mantuvo tranquilos y después decidió con los SEAL en qué orden saldrían los chicos.
A la rueda de prensa asistieron otros integrantes de su equipo de fútbol, con los que dieron un par de patadas a balones antes de la comparecencia. Las preguntas que le han hecho los periodistas a los niños fueron revisadas por los agentes de salud que los trataron en el hospital para garantizar su comodidad.
El equipo de fútbol ya ha recuperado la suficiente fuerza mental y física para regresar a sus casas y llevar una vida normal, según los psicólogos tailandeses que los atendieron en el hospital.
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