Singapur, hasta ahora uno de los pocos países junto a Corea del Sur o China que ha logrado sobreponerse al Covid-19, vuelve a prepararse para contener un nuevo brote de este patógeno.
El país asiático, aplaudido en todo el mundo por convertirse en un ejemplo a seguir a la hora de frenar la propagación del virus, ha registrado en los últimos días un alarmante y rápido ascenso de contagios, sobre todo entre trabajadores inmigrantes. La vuelta a la normalidad, por ahora, tendrá que esperar, señalan las autoridades.
En concreto, los positivos han aumentado un 60% en el pasado fin de semana, hasta llegar a 1.481 casos. Justo cuando el virus parecía estar ya controlado y casi erradicado, “la tendencia es ahora realmente preocupante”, según reconocía este martes el ministro de Salud de la ciudad-estado, Gan Kim Yong, refiriéndose a la aparición de nuevos focos locales sin vínculos con otros casos confirmados. Las muertes, hasta el momento, ascienden a seis.
Ya no se trata de una ola de infecciones importada. El domingo, con 120 nuevos casos, fue con diferencia el día en el que más positivos se registraron desde que se inició la pandemia. De esos 120 casos, 116 se transmitieron de forma local, muchos de ellos relacionados con dos edificios dormitorio donde viven cerca de 20.000 trabajadores inmigrantes, que deberán permanecer en cuarentena durante 14 días.
Estos obreros viven en un barrio de esta pequeña nación del sudeste asiático, en espacios reducidos de varios bloques de dormitorios, donde difícilmente se puede cumplir el distanciamiento requerido. La mayoría son de origen bangladesí, malasio, indio y birmano, y constituyen una parte importante de la mano de obra de Singapur, trabajando en sectores que van desde la construcción hasta la limpieza.
Si Singapur había conseguido contener la epidemia sin llegar al confinamiento total de la población, ahora el miedo al rebrote obliga al Ejecutivo a endurecer las medidas.
A partir de esta semana, una nueva ley prohíbe las reuniones sociales en espacios públicos, pero también encuentros privados entre personas que no comparten domicilio. Quien no respete la norma deberá enfrentarse a distintas sanciones: desde una multa que asciende a 7.000 dólares hasta una pena de prisión de seis meses a un año. También se incluyen medidas de calado económico y el cierre de colegios.
El modelo de Singapur
Hasta ahora, Singapur, a pesar de estar muy cerca del epicentro del virus, había sido capaz de frenar su expansión. Cuando el Gobierno chino alertó al mundo de la existencia del virus a comienzos de 2020, las autoridades de Singapur reaccionaron con rapidez para detener los contagios estableciendo un estricto régimen de vigilancia.
Así, empezaron a identificar de forma masiva a todo aquel que tuviera síntomas. A cualquier turista con fiebre, por ejemplo, se le ponía en aislamiento, sometiéndole a un constante control durante dos semanas. De hecho, una vez se confirmó el primer caso positivo, importado desde Wuhan, Singapur prohibió todos los vuelos provenientes de esta ciudad china.
Asimismo, todas aquellas personas que llegaran de lugares considerados foco de esta pandemia debían permanecer en cuarentena obligatoria y responder a un interrogatorio para conocer dónde y con quién habían estado en los últimos días. Con estas drásticas medidas, la ciudad-estado se convirtió en un modelo de éxito en la lucha para frenar la transmisión del Covid-19.
Más medidas de control
Durante ese tiempo, Singapur parecía tener controlado el virus, pero las nuevas cifras han puesto en alerta a las autoridades, que obligan ahora a la población a implementar medidas más duras de distanciamiento social, mucho menos flexibles que las aplicadas hasta la fecha. Sin llegar, por el momento, al confinamiento obligatorio.
Tras el aumento de los casos, el Gobierno de Singapur ha anunciado que sólo se permitirá seguir funcionando a las empresas consideradas esenciales y que también se ordenará el cierre de centros educativos. El primer ministro, Lee Hsien Loong, explicó que a partir del martes 8 de abril solo seguirán funcionando los servicios esenciales y los sectores económicos considerados clave para la estabilidad de Singapur.
En su discurso, del 3 de abril, Lee defendió la necesidad de tomar medidas "decisivas" para contener el constante incremento en el número de infecciones. "Si no salimos, si evitamos el contacto con otras personas, el virus no podrá expandirse. Es tan simple como eso", afirmó, en un llamamiento a minimizar los contactos.