Franck aceleró su moto para alcanzar al camión de 19 toneladas con el que Mohamed Lahouaiej Bouhlel arrollaba a los nizardos a toda velocidad en el paseo de los Ingleses el pasado 14 de julio. Era un héroe anónimo que muchos ansiaban conocer después de que un vídeo amateur dejara para la posteridad su valiente gesta. Hasta este jueves, en el que el diario local Nice Matin publica una entrevista en exclusiva con él (aunque sin facilitar su apellido).
Rozando los 50 años, este hombre de pelo cano y barba bien recortada luce un rostro sin heridas físicas pero con una mirada que refleja la mirada de quien ha palpado el horror. Con la mano izquierda dolorida, su camisa azul esconde una costilla rota y dos grandes hematomas sobre la espalda, describe el periodista Guillaume Bertolino, que le ve entre dos visitas al médico.
Como tantos otros nizardos y visitantes de la que es la segunda ciudad más turística de Francia, el 14 de julio Franck había ido con su mujer a disfrutar de los fuegos artificiales que clausuraban la fiesta nacional en el paseo marítimo. Al final se les hizo tarde y decidieron ir a tomar un helado al ver que no llegarían a tiempo para el espectáculo.
“Todo iba bien. Nos cruzamos a la gente, que empezaba a volver a sus casas”, relata. Siguieron avanzando con su moto sin sospechar nada y de pronto, sintieron una multitud aproximarse a sus espaldas. Éste es su relato en primera persona:
Oímos gritos y los coches atravesaban [la calle]. Mi mujer me dijo: 'Para. Hay algo que no va [bien]'. Y en el tiempo que nos llevó girarnos, vimos a la multitud correr en todas direcciones, como si huyera de algo. Fue entonces cuando vimos llegar al camión.
Estábamos en medio de la calle. Había pocos coches. Yo debía de circular a 60 kilómetros por hora. Ni siquiera tuve tiempo de mirar mi retrovisor. Y en ese momento [el camión] me adelantó a fondo, circulaba por la acera (…). Enseguida comprendí [lo que estaba pasando].
Decidí acelerar. Mi mujer, [sentada] detrás de mí, me tiraba del brazo y me preguntaba a dónde iba. Me paré. Le dije: '¡Bájate!'. Y aceleré a fondo.
Para alcanzarlo hacía falta zigzaguear, entre personas vivas y muertas. No podía frenar más que en la parte de atrás, porque tenía el puño bloqueado. Incluso me acuerdo de gritar dentro del casco. Gritaba a la muerte, de hecho… Sólo tenía la parte trasera del camión [fijada] en mis ojos. Estaba decidido de ir hasta el final.
Él seguía pasando de la calzada a la acera a la calzada. Golpeaba por todas partes. En un momento dado, casi alcancé la parte trasera del camión, porque tengo una moto de 300 cm³ y eso acelera muy rápido. Quería pararlo a cualquier precio.
Le pegué, le pequé y le pegué otra vez
Conseguí ponerme a su izquierda, mi objetivo era llegar a la cabina. Cuando estuve a su altura, me hice la pregunta: '¿Qué harás con tu pobre moto?' Entonces la tiré contra el camión.
Continué corriendo tras él. Me acuerdo de haber caído después. Ya no sé qué hice. Al final llegué a colgarme de la cabina. Estaba sobre el escalón junto a la ventana abierta. Frente a él. Le pegué, le pequé y le pegué otra vez. Con todas mis fuerzas, con mi mano izquierda [la que ahora está lastimada] a pesar de que soy diestro. Puñetazos en la cara. No decía nada. No rechistó.
Tenía su arma en la mano. Pero la pistola no funcionaba. Yo tenía la impresión de que él la intentaba manejar o cargarla, no lo sé. Me apuntaba, apretaba el gatillo, pero no iba.
¡Estaba dispuesto a morir! Estaba lúcido y dispuesto a morir para pararle. Y seguí golpeándole. Intenté sacarle de la cabina por la ventana, porque no conseguía abrir la puta puerta. Y le volví a golpear. Al final me golpeó con la pistola en la cabeza. Después me dieron puntos. Me caí y me volví a subir. Hasta que su pistola comenzó a funcionar.
Disparó primero al aire, luego contra mí. La policía comenzó a disparar. Resbalé y caí entre las ruedas. Me tumbé boca abajo, con la cabeza girada hacia un lado. Disparaban en todas direcciones (...). La policía me detuvo, debió de pensar lógicamente que era un terrorista. Después vomité".
Aquí acaba el relato del héroe de la moto que lanzó su moto bajo las ruedas del camión y siguió arriesgando su vida a puñetazos con el terrorista. Otro hombre llamado Alexandre que también había conseguido alcanzar la cabina del camión antes de que llegara la policía le había visto y contado parte de su historia, sin saber si Franck estaba vivo o muerto. Esperaba que estuviera bien, le dijo a Nice Matin hace un par de días, como recogió EL ESPAÑOL.
Hoy él y todos los que agradecen su hazaña pueden respirar un poquito más tranquilos sabiendo que al menos él se salvó y que en parte gracias a Franck, el terrorista no pudo matar a más gente. Son los dos héroes de Niza.
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