Este miércoles las autoridades lusas han confirmado las primeras tres muertes por la ola de incendios en Portugal. Los tres -miembros de una misma familia- han perdido la vida en el fuego que arrasa Funchal, la capital de la isla de Madeira. Además, siete macro incendios devoran actualmente miles de hectáreas de bosques por toda la mitad superior del país.
La mañana del martes la capital lusa amaneció envuelta en una especie de niebla calurosa, densa y amarillenta. No se trataba de un fenómeno atmosférico de agosto, sino de un humo espeso, procedente del norte. Por mucho que Lisboa se libre del fuego, el viento trae consigo la evidencia visual de los siete mayores incendios actualmente declarados en el continente europeo, y de las llamas que amenazan a cientos de pueblos repartidos por los distritos de Aveiro, Leiria, Viana do Castelo y Viseu.
El pasado domingo se llegaron a registrar 455 incendios, provocando el cierre de una de las principales autopistas lusas, y el martes 4.000 efectivos –la mayoría de ellos voluntarios– luchaban contra 215 fuegos, la mayoría en las zonas centro y norte del país. Varios distritos han activado planes de emergencia ante la amenaza que suponen estos incendios, y las autoridades nacionales reconocen que hay al menos 13 focos de especial preocupación; entre ellos, el que centra la atención de los 298 bomberos que se enfrentan a las llamas cerca de Arouca, aldea amenazada desde el pasado sábado.
Como casi cada verano en la historia reciente del país, Portugal vive un periodo estival a merced de los fuegos que se multiplican por el territorio en cuanto llega el calor. Según datos de la Unión Europea recogidos en un estudio de la Universidad de Vila Real, el país vecino ha registrado más de la mitad de los fuegos declarados en el sur de Europa (Portugal, España, Francia, Italia y Grecia) entre 2000 y 2013, con 10.000 de los 19.000 incendios registrados ocurriendo en suelo luso. Pese a ser uno de los países más pequeños de la UE en tamaño geográfico, también fue dónde el mayor número de hectáreas ardieron durante este periodo: 1,3 de las 3,5 millones de hectáreas que se quemaron en Europa se encuentran en Portugal.
Los datos son alarmantes ya de por sí, pero pasan a ser escandalosos cuando se tiene en consideración que Portugal arde no por las olas de calor que llegan entre junio y septiembre, sino por culpa de los fuegos provocados intencionalmente por sus propios ciudadanos.
“La cantidad de incendios en Portugal no es casual”, explica el comandante Jaime Soares, presidente de la Liga de Bomberos de Portugal, entidad que engloba a todos los bomberos lusos, a EL ESPAÑOL. “El 98% de los fuegos aquí son causados por seres humanos, y 75% de ellos son provocados intencionadamente. Nuestro problema no son las condiciones atmosféricas, son los criminales que prenden fuego a nuestras tierras”.
“Una especie de terrorismo”
El verano pasado Portugal registró más incendios que Francia y España juntos. Parte del problema tiene que ver con el mal estado de los bosques lusos, la mayoría de los cuales están en manos privadas, y la despoblación de las zonas rurales del país.
“Sólo un 5% de los bosques de Portugal son nacionales; los otros son propiedad privada”, explica Soares. Aunque existe legislación que exige una manutención adecuada, ningún gobierno se ha molestado excesivamente en aplicarla, pese a que la falta de cortafuegos y la proliferación de árboles muertos en estas zonas sólo sirven para avivar los incendios una vez que comienzan.
“También estamos viendo los resultados inevitables de la emigración a las ciudades o al extranjero. Hay aldeas enteras abandonadas, y en épocas del año con altas temperaturas cualquier chispa que salte puede provocar un incendio masivo, del que nadie se entera hasta que las llamas se riegan”.
Pese a estos factores, además de los ambientales típicos durante los veranos cálidos y secos en el sur de Europa, el comandante Soares sostiene que es “impensable que tantos fuegos surjan espontáneamente. Estamos lidiando con una especie de terrorismo, un fenómeno que sólo puede ser el resultado de una estrategia criminal organizada”.
“Es algo que parece coordinado: salta un nuevo incendio justo en el momento que logramos apagar otro”, insiste.
A diferencia de España, donde existen innumerables casos de incendios provocados por razones urbanísticas, el comandante indica que la legislación portuguesa hace imposible semejante motivación. “Lo que pasa en España pasó aquí durante nuestro boom inmobiliario, pero luego se aprobó una ley que prohíbe la urbanización sobre terrenos quemados durante un periodo de entre 10 y 15 años después de un determinado incendio. Ya no tendría sentido… Los criminales no planean las cosas a tan largo plazo”.
“Episodios como los que vimos el pasado domingo, con casi 500 fuegos simultáneos, deja en evidencia que algo raro está pasando. Es casi como si se estuviera intentando crear una situación de inestabilidad en el país”.
24 detenidos este verano
Desde junio, varios fuegos sospechosos han acaparado titulares en los principales periódicos de Portugal. Se sospecha que el incendio masivo que actualmente afecta la ciudad de Funchal en la isla de Madeira, y que ha llevado a la evacuación de más de 200 residentes y a los pacientes de un hospital local, fue provocado. La semana pasada más de 400 coches ardieron en un fuego que surgió repentinamente en el parking de Andanças, el Festival de Baile Internacional, en una zona rural cerca de la frontera española.
Pedro do Carmo, director nacional adjunto de la Policía Judicial lusa, explica que el perfil general de la persona que provoca un fuego en Portugal es de un hombre de entre 30 y 50 años, residente de una zona rural del país, generalmente con pocos estudios y de condiciones económicas bajas. Carmo rechaza que exista un movimiento organizado provocando los incendios en Portugal, pero reconoce que unas pocas personas pueden provocar mucho daño.
“En lo que va de verano hemos detenido a 24 personas por provocar incendios intencionadamente”, explica el policía. “Hemos entrevistado a cada uno y no hemos detectado relación alguna con organizaciones terroristas o criminales. Son personas que actúan independientemente, por una diversidad de motivos, generalmente por perturbaciones mentales o para vengarse de otros. Lo que sí cabe destacar es que muchos son reincidentes, por lo que se puede concluir que no son muchas personas provocando incendios, sino unos pocos que provocan muchos fuegos”.
Carmo señala que se aprovechan del periodo estival en Portugal porque existen una serie de factores perfectos para causar enormes conflagraciones.
“La combinación de las altas temperaturas –la mayoría del país está en alerta ahora mismo–, combinado con una humedad casi inexistente y vientos calurosos… Son factores que sólo favorecen a los objetivos de estos individuos, muchos de los cuales provocan varios incendios en un día”.
Ante ello, Carmo dice que la Policía Judicial lusa trabaja con la Guardia Nacional Republicana y las fuerzas del orden público para vigilar los bosques, investigar los incendios, e intentar interceptar a quienes ponen en riesgo miles de hectáreas del país cada año.
“Infelizmente las condiciones naturales son las que son. Portugal esté llena de árboles de eucalipto, una especie de arde muy fácilmente, y cuya aceite sirve de fuel para las llamas. Cualquier fuente de calor puede provocar un inferno, sea una maquina agrícola que se sobrecalienta, el cigarrillo de un despistado, o los fósforos de un pirómano”.