Tres días después de que saltaran las primeras llamas en los montes a las afueras de Funchal, la isla portuguesa de Madeira continúa ardiendo. El miércoles el Gobierno regional confirmó la muerte de tres personas –las primeras víctimas mortales de los cientos de incendios que han arrasado distintas partes de Portugal este verano– y varios ciudadanos están desaparecidos. Al menos mil personas han sido evacuadas de distintas zonas de la capital isleña y los transportes internos siguen paralizados, aunque el aeropuerto se reabrió. Por la tarde, las autoridades sorprendieron a dos personas intentando provocar un fuego en una zona cercana al incendio principal, por lo que ya son tres los detenidos en relación con esta conflagración que se considera oficialmente intencionada.
Pese a la llegada de los más de 100 efectivos que forman parte de una fuerza especial desplegada desde Lisboa durante la madrugada del miércoles, las llamas avanzan: se ha dado por controlado el incendio que arrasó con parte del centro histórico de Funchal la madrugada del martes. El incendio ahora afecta a zonas de la periferia de la ciudad que hasta el momento se habían librado del desastre. Los bomberos reconocen que debido al intenso calor y los fuertes vientos que se viven en la isla atlántica el incendio consigue reaparecer en áreas donde ya había sido apagado a través de las brasas repartidas por la brisa. Las mismas corrientes han evitado que Marcelo Rebelo de Sousa, presidente de la República, aterrizara en la isla en la tarde del miércoles, donde se dirigía para reunirse con los representantes del Gobierno regional.
Ciudadanos de Funchal hablan con EL ESPAÑOL sobre del terror vivido en la capital, de la que huyeron cientos de personas anoche, y el nerviosismo ante la posibilidad de otra noche de pánico en la isla.
Estamos absolutamente agotados, esta situación es insostenible
“Estamos absolutamente agotados, esta situación es insostenible”, lamenta Tania Melim. “Anoche las llamas llegaron casi a nuestra puerta y tengo muchos conocidos que han sido evacuados, o que incluso han perdido sus casas. Nunca en la vida hemos vivido algo así. Quienes provocaron estos incendios tendrían que ir a la cárcel con cadena perpetua, o a un manicomio del que nunca les dejen salir”.
“Cuando comenzó el fuego el lunes parecía como tantos otros que tienen lugar aquí en los veranos. Siempre hay alguna que otro fuego en la sierra por el calor, pero por la mañana del martes estaba claro que el incendio estaba fuera de control. Todo el día escuchamos las sirenas de los bomberos intentando combatir el fuego y el sonido de explosiones de los depósitos de gas dentro de las casas que eran alcanzadas por las llamas”.
“Estamos aterrorizados y cercados por las llamas. Esta será la tercera noche que paso en vela, pues es imposible dormir entre el calor sofocante que genera el incendio, la humareda y los nervios por si tengo que salir de aquí corriendo”.
El Gobierno regional miente
Como cientos de madeirenses que han acudido a Facebook y Twitter para denunciar el estado de confusión que reina en la isla estos días, Melim responsabiliza al presidente del Gobierno regional de Madeira, Miguel Albuquerque, de la crisis. Hasta mediados de la tarde del martes el político conservador rechazó la ayuda ofrecida por el Ejecutivo nacional –en manos del primer ministro socialista António Costa–, asegurando que todo estaba bajo control y que Madeira no necesitaba la ayuda de Lisboa.
“¡Ese mentiroso rechazó la ayuda de Lisboa, nos dijo que todo iba bien!”, exclama Melim, enfurecida. “Le creímos hasta que las llamas llegaron a nuestras calles. Hay tres muertos, el centro de Funchal ardió, cientos de personas están desalojadas y no se sabe cuántas han perdido sus casas… Todo por salvar su propia cara y evitar pedir ayuda al continente”.
“Ahora, un día más tarde y después de la noche que hemos pasado, nos vuelve a decir que la situación está controlada. Nadie cree a Albuquerque; el Gobierno regional miente”.
La veterana periodista madeirense Dulcina Branco se une a las críticas al líder político de la isla, en particular por la controvertida decisión de no emplear medios aéreos en la lucha contra el incendio. El presidente Albuquerque rehúsa explicar esta estrategia y califica el asunto de “irrelevante”; se limita a decir que esos medios no son adecuados para Madeira.
“Es una cosa incomprensible ante la crisis que estamos viviendo”, lamenta Branco. “Sabemos que se pueden emplear aviones y helicópteros –la Liga de los Bomberos hizo un estudio hace unos años y dijo que no habría problema con ello–, pero por algún motivo el Gobierno regional se resiste utilizarlos”.
“Yo tuve suerte y hasta ahora mi zona está más o menos tranquila, pero ayer en el centro se vivieron auténticas escenas de pánico, con cientos de personas huyendo al mar para escapar del fuego. La gente no olvidará el miedo que siente ahora, y no perdonarán a Albuquerque si deciden que su dejadez le costó la vida a tres personas”.
“No me sorprenderá nada si las palabras de Albuquerque –tanto lo que ha dicho, como lo que ha evitado decir– tienen consecuencias políticas a largo plazo. Los madeirenses no olvidarán este desastre cuando acudan a las urnas”.
Huimos de una tormenta de llamas
El avance del incendio por Funchal pilló a Laurence Cawley, periodista de la BBC, en medio de una cena con su familia. Llegaron a Madeira el pasado sábado, y aunque habían notado el humo en la sierra sobre Funchal desde el lunes, y la aparición de llamas en los montes a las afueras de la ciudad el martes, nunca esperaron que la conflagración llegara a las puertas de su hotel en el centro de la capital.
“El incendio en el extrarradio crecía según pasaban las horas, por lo que los empleados del hotel nos aconsejaron no salir por la noche, por si se propagaba por la ciudad”, explica el británico. “Por eso nos quedamos a cenar en el restaurante del hotel, pero en torno a las 8 de la tarde un camarero se acercó y nos dijo que tenían que suspender el servicio y proceder a la evacuación”.
“Salimos del hotel sólo con nuestros pasaportes, y cuando cruzamos la entrada vimos que las llamas se habían propagado por el jardín trasero… El cielo estaba completamente rojo y casi no podíamos respirar por el humo. Los empleados del hotel estaban atrás con mangueras, intentando luchar contra el incendio”.
Los empleados del hotel estaban atrás con mangueras, intentando luchar contra el incendio
Cawley describe una situación caótica en la que una “tormenta de llamas” alcanzaba la calle, con una mezcla de brasas y cenizas lloviendo sobre sus cabezas.
“Huimos a pie, con los vecinos de la zona indicando por dónde ir… Luego un autobús fletado por el hotel nos llevó inicialmente a una propiedad que tenían en una parte de la ciudad, y luego a otra más alejada del incendio. Finalmente abandonamos esa también, y nos fuimos a la orilla del mar, donde había bastante gente congregada. Mis hijos estaban en shock; Tom, que tiene 9 años, mantuvo la calma, pero una vez llegamos a una zona segura comenzó a vomitar. No podía con la tensión”.
Como parte de su trabajo como periodista, Cawley ha sido testigo de numerosos fuegos en Reino Unido, pero admite que nada le preparó para lo que ha visto en Madeira estos últimos días.
“La potencia del incendio es indescriptible. La combinación del viento, las pendientes vertiginosas de la isla, el calor… Francamente, es increíble que los bomberos consigan lidiar con ello, tienen todas las condiciones en su contra”.
Además del incendio de Madeira, Portugal se encuentra en una lucha continua contra el fuego. Si el domingo pasado se llegaron a sumar 455, en este momento se encuentran activos 150.