Un enfermero de 55 años llegó un lunes al trabajo, se encerró en su consulta y se quitó la vida. La compañera con la que compartía el despacho descubrió el cuerpo del fallecido y un médico certificó que no había duda de que era un suicidio. Sucedió el pasado 13 de junio en el hospital Rangueil de Toulouse (sur de Francia).
Por entonces la representante sindical de la Confederación General del Trabajo (CGT) en la región, Patricia Calmettes, comentó al diario La Dépêche du Midi que el suicidio se debía a “causas multifactoriales”, pero añadió que les preocupaban las “causalidades profesionales”. Calmettes se mostró convencida de que “este enfermero no soportaba más las condiciones en las que trabajaba, condiciones que se habían degradado tras una reestructuración profesional”. El viernes anterior se había reunido con su jefa para comentarle sus “dificultades”, que “hizo lo que pudo”.
El fallecido llevaba 26 años trabajando en el mismo hospital, que en un comunicado recogido por el diario regional destacó su “gran disponibilidad y sentido del deber hacia las personas enfermas”. En 2011 le habían cambiado de puesto y el sindicato indicó que pudo estar relacionado con su decisión de quitarse la vida. El suicidio ya ha sido reconocido como un accidente de trabajo, indica Le Figaro.
Sólo en el mes de junio hubo dos enfermeros más que se suicidaron: una enfermera de 44 años también decidió poner fin a su vida en El Havre (costa noroccidental). En la carta de despedida que dejó a su marido y recoge Le Monde, le explicó que su decisión se debía a sus condiciones laborales “en degradación constante” después de dos décadas de ejercicio profesional y una reorganización de los servicios hospitalarios unos meses antes. Había sido transferida a un servicio que desconocía, sin orientación alguna y cuando tuvo un problema al encargarse de un asunto, se culpabilizó, explicó Natalie Depoire, presidenta de la Coordinación Nacional de Enfermeros (CNI, por sus siglas en francés), el sindicato que agrupa a estos profesionales en Francia.
Otro profesional sanitario también se suicidó el 30 de junio, igualmente por aparentes motivos ligados a su trabajo, en Saint Calais (cerca de Le Mans, al sur de París). Dos casos más sucedieron en Reims (norte), donde dos enfermeras de un grupo de cinco enfermeros del mismo servicio se quitaron la vida con menos de tres semanas de diferencia (una de 51 años, el 23 de julio; otra de 46 años y madres de dos hijos, el 13 de agosto). Únicamente se ha reconocido como accidente de trabajo la muerte del 13 de junio; los otros suicidios están siendo investigados, indicó la ministra de Sanidad, Marisol Touraine, en una entrevista con el portal especializado del sector EspaceInfirmier.fr.
La situación es “insostenible” para la CNI, que no duda de que está directamente ligada a los recortes de los últimos años. Por eso convocó una huelga para este miércoles, aunque el seguimiento ha sido prácticamente nulo, según ha admitido la propia presidenta del sindicato, Nathalie Depoire, a EL ESPAÑOL. “Los servicios mínimos son los mismos que tenemos todos los días (con los servicios normales). Es muy difícil para la gente liberarse”, asegura. Ha sido una movilización simbólica, en la que algunos enfermeros han portado un brazalete negro sobre la bata blanca mientras trabajaban como señal de duelo.
Además, representantes de los enfermeros se han manifestado ante las puertas del Ayuntamiento de Martigues, cerca de Marsella, donde celebran una asamblea general nacional del sindicato este miércoles y jueves. En ella abordarán, entre otros asuntos, cuál será su siguiente movimiento, pues la ministra de Sanidad no responde a su petición de reunirse con ellos, explica Depoire. “Un pequeño grupo ha rendido homenaje a nuestros colegas fallecidos. Pedimos que se ponga toda la luz (sobre lo sucedido) y que se tomen todas las medidas necesarias para que no se repita”, pide. Luego formaron las letras “S.O.S” sobre el suelo.
El sindicato de enfermeros reivindica:
- unos “fondos permanentes” para los centros sanitarios, de forma que puedan “garantizar una adecuación de efectivos a la carga cotidiana de trabajo”;
- la definición de ratios de enfermeros por cama según el número de pacientes y laespecialidad;
- el refuerzo de servicios de salud en el trabajo, además de la puesta en marcha de unos grupos de escucha y de un plan preventivo contra los riesgos psico-sociales a los que se enfrentan estos profesionales.
Las reestructuraciones afectan a la calidad del cuidado, los enfermeros no pueden trabajar como querrían. Sufren, se sienten mal
La semana pasada, Touraine anunció la creación para otoño de un plan para los profesionales de la sanidad para combatir esos riesgos, que defiende que ya fueron abordados en 2012 con algunas medidas. “Una respuesta no satisfactoria” para la presidenta del CNI, Nathalie Depoire, que se debió únicamente a la “presión mediática” tras un “largo silencio”, según manifestó en una carta abierta a François Hollande el 2 de septiembre.
La misiva reprochaba al presidente francés las “restricciones presupuestarias sucesivas” en los hospitales “en detrimento de las vidas humanas”, con supresión de puestos de trabajo, el no reemplazo de las marchas por jubilación… y mencionaba un “absentismo incomprensible y creciente” de los profesionales sanitarios. “Mientras los tecnócratas continúan enunciando las cifras de efectivos remunerados, sobre el terreno los equipos se agotan”, advertía la carta. Recortes presupuestarios, aumento en la carga de trabajo, falta de planes de prevención…
Hay un riesgo para los pacientes también, por supuesto
“Los medios humanos y a veces materiales son reducidos, la calidad de los cuidados se degrada y los enfermeros lo viven muy mal. Vuelven a sus casas con el sentimiento de no haber hecho su trabajo”, considera Depoire en la carta, una idea que recalca en su conversación con este periódico: “Las reestructuraciones afectan a la calidad del cuidado, los enfermeros no pueden trabajar como querrían. Sufren, se sienten mal”.
El peligro no es únicamente para los enfermeros, admite la presidenta del sindicato, sino también para los pacientes. En el afán del Gobierno de reducir los gastos y por lo tanto el personal, asegura, hace que la especialización de estos profesionales no se tenga en cuenta. Así, acaban atendiendo en casos donde pueden no saber realizar su trabajo todo lo bien que debieran y querrían: “Hay un riesgo para los pacientes también, por supuesto”.