“¿Yo también podré ir a los contenedores de metal? Y después… ¿Podré ir a Reino Unido? ¿Volveré a ver a mis amigos de la ‘Jungla’?”. Pregunta tras pregunta, la madrugada de este lunes 24 de octubre, Bambino, uno de los entre 900 y 1.300 menores no acompañados presentes en el campo de refugiados de Calais, trataba de adivinar su futuro, sin duda, incierto.
El cierre inminente de uno de los campos de refugiados más amplios de Europa, conocido como la ‘Jungla’, plantea numerosas cuestiones. Desde el dudoso éxito de la evacuación y el desmantelamiento, pasando por la redistribución de cerca de 10.000 personas que malviven desde hace meses en esta “tierra de nadie”, hasta llegar a uno de los puntos más sensibles: los menores no acompañados que esperan, desde hace meses, la oportunidad de cruzar el Canal de la Mancha en busca de sus familiares, o simplemente de nuevas oportunidades que no han encontrado en territorio galo.
“No queremos que Bambino se separe de nosotros, ni que lo encierren en los contenedores… Pero su futuro depende de ello. Él podrá ir a Reino Unido… Lo echaremos de menos. Nos preocupamos por él”, relataba con cierta amargura Bashir, su protector en el pequeño vecindario sudanés construido entre barro y escombros en lo alto de un montículo de la ‘Jungla’.
A las 8 de la mañana, Bambino ocupaba uno de los primeros puestos de la fila de entrada al hangar donde comenzaría el proceso de selección. Se trata de la primera etapa del dispositivo preparado por el Ejecutivo de François Hollande para echar el cierre al histórico campo de refugiados improvisado: hombres mayores de edad, familias, menores no acompañados y personas vulnerables, separados uno a uno en cuatro filas. Sin ningún tipo de documento en su poder que acredite su minoría de edad, Bambino temía unirse a las filas de los “hombres”, lo que acabaría con su sueño de viajar a Reino Unido donde, asegura, se encuentra uno de sus tíos.
Y es que, mientras Francia y Reino Unido tratan de alcanzar un acuerdo y encontrar una solución para los cientos de menores no acompañados, el Gobierno de Hollande ha decidido aislarlos en los contenedores que se encuentran en la parte “legal” de la 'Jungla'. Una construcción de metal, separada por una fina valla de las miles de tiendas de campaña que componen el asentamiento y protegida del barro gracias a un frío suelo de cemento.
“Durante los próximos días los menores permanecerán en esta parte del campo, el tiempo suficiente para que el Gobierno verifique la edad de los jóvenes y examine su derecho a pedir el asilo en Reino Unido”, explica Stud Bloch, miembro de Refugees Youth Service. Durante las últimos meses, la organización se ha encargado de aconsejar a los cientos de menores que malviven en la ‘Jungla’. Jóvenes que este lunes se echaban las manos a la cabeza al ver las largas filas de hombres cargados de mochilas y bolsas a la espera de ser recibidos por los servicios estatales.
“Volved a la tienda, tomaos un té, intentadlo mañana”, así trataba de apaciguar los ánimos a primera hora de la tarde, cuando muchos de ellos entendían que pasarían un día más sin saber qué fila ocuparán a los ojos del Ejecutivo. Y es que, muchos de ellos no cuentan con ningún tipo de documento que acredite su edad, ni con un contacto familiar que les facilite su demanda de asilo en Inglaterra.
“Sólo aquellos que cuenten con un familiar cercano -padre, madre, hermano, hermana o tíos- pueden solicitar su estatus al otro lado de la frontera”, aclara Bloch. Un anuncio que no tardó en propagarse por la ‘Jungla’. “Desde que el Gobierno anunció que aquellos menores con familiares en Reino Unido podrían recibir su estatus de refugiados en el país, la mitad del campamento pasó a tener 17 años de edad”, recuerda.
Según las últimas cifras presentadas por el Estado francés, 900 menores no acompañados se encuentran a día de hoy en la ‘Jungla’, sin embargo, la organización Refugees Youth Service, que trabaja en el terreno desde hace meses, estima la presencia de 1.300. De entre ellos, “unos 700 u 800 tienen un familiar cercano en Inglaterra, cuentan con los requisitos necesarios para atravesar la frontera y reunirse con su familia, pero tanto Francia como Inglaterra hacen todo lo posible por evitar sus responsabilidades”, critica exasperado el joven inglés, voluntario en el campo de Calais desde hace seis meses.
En este contexto, los menores serán los últimos en abandonar la ‘Jungla’. “El Gobierno ha hablado de un par de días para examinar cada dossier, pero sabemos cómo funciona el sistema, su principal inquietud no es el bienestar de estos jóvenes, sino verificar que tienen 17 años y no 18…”, concluye Bloch.
Atravesar o no la frontera, no dependerá únicamente del Estado galo; los británicos tendrán la última palabra sobre el derecho de estos menores a atravesar el Canal de la Mancha. Si Reino Unido rechaza acogerlos, los servicios sociales franceses se responsabilizarán de su futuro acogiéndolos en diferentes departamentos. Sin embargo, Francia no ha escondido su escenario ideal para enfrentar el problema: un Reino Unido que acepte a cada uno de ellos y, además, establezca la apertura de un corredor en favor de la reunificación familiar.
Con el cierre inminente de la ‘Jungla’, la toma de decisiones de ambos países es más necesaria que nunca. A la espera, los menores continuarán en las tierras curtidas por la lluvia y el viento de Calais, Bambino se encuentra ya entre ellos.