Berlín

Muchas de las consecuencias del triunfo del brexit en el referéndum del pasado mes de junio sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europa están todavía por concretar. Así, en su última visita Berlín, la primera ministra británica Theresa May planteaba a finales de noviembre a la canciller alemana Angela Merkel si era posible alcanzar un acuerdo temporal sobre la libertad de movimiento de los ciudadanos del Reino Unido en la UE. La canciller respondió que eso era algo que no dependía de ella, sino de todos los socios europeos. Merkel vino a decir que este tipo de decisiones se toman por unanimidad en Bruselas, no en Berlín.

Esa visita de May ha sido de los últimos hechos noticiosos que han tenido ocupada a Kate Connolly (Reading, 1971), la corresponsal del diario The Guardian en Berlín. Ella informó de aquel encuentro May-Merkel muy a su pesar. “Los responsables del Reino Unido creen que están en una posición de superioridad en las negociaciones preparatorias para la salida de la UE, y no es así”, comenta Connolly a EL ESPAÑOL.

“La situación es caótica, no hay una reflexión intelectual sólida detrás, May ha repetido una y otra vez que el 'brexit significa brexit', sin decir lo que de verdad quiere decir esa palabra”, abunda Connolly. Para ella, las vistas de esta semana ante la Corte Suprema del Reino Unido, cuyos jueces decidirán en enero si el Gobierno de May puede o no invocar el artículo de divorcio con la UE sin contar con la luz verde del Parlamento, no sirven para aclarar la situación de su país.

“No está claro qué quiere el Reino Unido, lo que está claro es lo que pierde, en dinero entre 50.000 y 60.000 millones de libras [unos 71.000 millones de euros]”, señala Connolly. En su opinión, no sería raro que su país vuelva a celebrar elecciones como consecuencia de la situación generada por el referéndum. “Si los jueces estiman que la decisión tiene que ir al Parlamento, y creo que lo harán porque ya lo decidió así el Tribunal Superior de justicia, mucha gente mostrará su enfado y habrá unas próximas elecciones generales”, opina Connolly.

A ella parece habérsele agotado la paciencia con el Reino Unido. De hecho, ya no es el país de esta inglesa. Al menos no lo es como antes de que triunfara el brexit. La victoria del 'leave' en el referéndum la ha empujado a pedir la nacionalidad alemana. Connolly, que lleva 15 años viviendo en suelo germano, firmaba hace unos días un artículo en el periódico Süddeutsche Zeitung en el que dejaba claras sus intenciones. “Seré alemana”, se titulaba el texto, que constituía para ella un extraño ejercicio de introspección. “No estoy habituada a ser noticia”, dice.

No está claro qué quiere el Reino Unido, lo que está claro es lo que pierde

En el artículo contaba cómo lloraba sin consuelo en presencia de sus dos hijos pequeños la mañana en que conoció el resultado del referéndum. “¿Tienes un dolor?”, le preguntaba su hijo de dos años y medio. “Si Inglaterra abandona Europa, ¿Dónde va?”, le inquiría su hija, de cinco años.

Connolly recibe a este periódico en su despacho, que se encuentra en un espacio compartido con las instalaciones berlinesas de la BBC, la prestigiosa cadena de televisión británica. El brexit es una “herida abierta”, según sus términos. “Pedir la nacionalidad alemana es mi reacción a lo que está pasando en el Reino Unido, es una reacción de asco, todavía estoy profundamente triste por lo ocurrido”, expone. “También es una respuesta para permanecer en Europa con la nacionalidad de mi marido y mis hijos”, añade.

Para ella, convertirse en ciudadana alemana supone “salvarse de la autodestrucción” que supone el brexit para el que ha sido hasta ahora su país. Con todo, la cultura insular y naviera del Reino Unido sigue muy viva en esta periodista. De ahí que hable de Alemania como “un puerto seguro”.

Si los jueces estiman que la decisión tiene que ir al Parlamento, mucha gente mostrará su enfado y habrá unas próximas elecciones generales

“Merkel dice que si el euro fracasa, fracasa Europa. Pero sería más acertado decir que si Europa fracasa, fracasa Alemania”, reflexiona Connolly. “Sin Europa, la Alemania moderna se destruiría, los alemanes acabarían derrumbados si fracasara el proyecto europeo”, abunda.

A su entender, “Alemania es un seguro de vida”, un lugar donde los británicos europeístas pueden buscar refugio. “Decir que soy una refugiada es demasiado, porque si puedo pedir la ciudadanía es porque llevo viviendo aquí el tiempo suficiente para poder pedirla”, comenta, aludiendo a los tres lustros que lleva afincada en Alemania. En principio, se puede ser candidato a obtener la nacionalidad alemana tras ocho años viviendo en suelo germano.

“¿CÓMO ME VOY DE ESTE BARCO QUE SE HUNDE?”

Otros ciudadanos en el Reino Unido “sí que se ven ahora como víctimas del populismo”, cuenta Connolly. Los hay que buscan en sus árboles genealógicos para pedir la ciudadanía irlandesa o de cualquier país del territorio europeo. Según cuentas recientes del periódico para el que trabaja Connolly, en octubre de este año se contaban al menos 2.800 británicos que ya han solicitado ser ciudadanos de otros 18 de los Estados miembros de la UE.

En Alemania la comunidad británica alcanza las 100.000 personas. Sólo en Berlín, hasta 230 británicos ya han pedido ser alemanes. El año pasado sólo fueron 45, según las cuentas de The Guardian.

“Al parecer Hungría es un país muy receptivo para dar su ciudadanía. Si puedes probar que tuviste familiares húngaros, puedes nacionalizarte, al igual que en Rumanía y Bulgaria”, subraya Connolly. Alude a casos de amigos y conocidos que se encuentran en su misma situación. “Hay mucha gente buscando soluciones, que se pregunta '¿Cómo me salvo de esta extracción de la UE? ¿Cómo me voy de este barco que se hunde?'”, afirma, aludiendo a la decisión del Reino Unido de dejar la UE.

Hay mucha gente buscando soluciones, que se pregunta '¿Cómo me salvo de esta extracción de la UE? ¿Cómo me voy de este barco que se hunde?'

A Connolly le preocupa la ola de violencia xenófoba ocurrida a raíz de la victoria del brexit. Un reciente informe del Ministerio del Interior británico daba cuenta de que, tras el referéndum sobre el brexit, hubo un fuerte incremento del número de ataques por motivos raciales o religiosos. El número de este tipo de crímenes relativo al mes de julio es un 41% mayor al de julio de 2015, según la Home Office. A Connolly todavía le afectan este tipo de noticias. “Cuando veo lo que pasa en el Reino Unido, me enfado”, asegura.

UN DRAMA FAMILIAR

A pesar de que han pasado meses, el triunfo del 'leave' es algo que Connolly no acaba de explicarse. “No puedo entender a la gente privilegiada que votó por el 'leave', por ejemplo, la gente de la generación de mis padres, que se aprovechó mucho de la prosperidad de las últimas décadas”, dice.

“Esta gente sufrió las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, tuvo unos padres que lucharon en ella, vivió el racionamiento. Tal vez sea inocente pensar que el proyecto europeo ha evitado totalmente que una guerra así se repita en los últimos 70 años. Pero, ¿por qué despojarse del algo que ha facilitado, al menos, estabilidad, incluida la económica?” se pregunta Connolly.

No puedo entender a la gente privilegiada que votó por el 'leave', por ejemplo, la gente de la generación de mis padres

Ese interrogante Connolly ya no se lo plantea a sus padres. Tras el brexit, debieron tener más de una conversación airada al respecto. “Si tratas de hablar con ellos, no se puede, es un tema muy sensible”, dice, refiriéndose a sus padres. “El brexit, en mi familia es el gran tema, está presente todavía en la atmósfera, pero no se habla de él porque se ha convertido en un tabú. A la gente le da vergüenza admitir cómo y por qué votó a favor del brexit”, añade.

Con su madre y otros familiares con “vidas acomodadas”, según la descripción de Connolly, la periodista reconoce estar “particularmente enfadada”. “Ellos han pagado ya sus hipotecas, tienen ante sí un futuro cómodo, pero probablemente no lleguen a ver con sus propios ojos las consecuencias del brexit, porque creo que llevará 20 años separar de verdad al Reino Unido de Europa, si es que se puede”, adhiere.

Connolly conoce otras familias en las que la votación del brexit ha supuesto un auténtico terremoto emocional. “En el Reino Unido ha habido una explosión de asesorías para matrimonios que tienen que hablar con un mediador sobre el tema del brexit”, cuenta. “También hay gente que se está sometiendo a terapia psicológica y los hay que dicen que han actuado de forma equilibrada cuando en una pareja uno votó a favor y otro en contra, pero ése no es el caso de mis padres”, sostiene.

LA PRADOJA: RECLAMAR SOBERANÍA EN PLENA GLOBALIZACIÓN

Con mayor distancia y comprensión se refiere Connolly a los británicos en una situación social precaria que votaron a favor del brexit. “Tengo mucha simpatía por mucha de la gente que votó por el brexit, puedo entender un voto por el 'leave' de personas que viven en situaciones sociales terribles”, dice la periodista.

“Se puede entender ese voto en gente que vive totalmente descolgada de la sociedad, en condiciones de vida pésimas, con contratos de cero horas”, insiste. Alude así la periodista al tipo de contrato precario muy extendido en el Reino Unido que no garantiza ni salario ni número de horas que trabajar. Son cerca de un millón de personas las que trabajan en esas condiciones en el mercado laboral británico.

La idea de soberanía llama a mucha gente, pero no saben de verdad qué significa esa palabra

El brexit fue precisamente la opción preferida de buena parte de los británicos menos acomodados. “En lugar de tener una visión de Europa y cómo convertirla en algo mejor, la idea de soberanía llama a mucha gente, pero no saben de verdad qué significa esa palabra”, asegura Connolly.

Por soberanía “pueden entender que es una reivindicación de la monarquía cuya importancia estaba a la baja ante la UE” o “pueden creer que soberanía es mantener el control sobre tus ideas, pero las ideas británicas básicas no son diferentes de los valores europeos, ni de los valores alemanes, ni franceses, ni españoles”, abunda.

Connolly ha preferido distanciarse de la paradoja que consiste en reivindicar la soberanía en un mundo globalizado. Se sentirá más cómoda como alemana. “Los alemanes quieren hacer del mundo un lugar mejor y Europa es la plataforma idónea para ese cometido”, estima. “Esto suena idealista, pero para los alemanes Europa es un proyecto romántico”, mantiene Connolly.

VOTAR A CUALQUIERA MENOS A AfD

Las autoridades alemanas se ocupan ya de su solicitud de ciudadanía. El próximo viernes tiene una reunión con un funcionario para estudiar su caso. Sería raro que Connolly no acabara siendo ciudadana alemana. Ella quiere darse prisa. El proceso puede durar hasta nueve meses y quiere votar en las próximas elecciones generales germanas, previstas para el otoño de 2017.

“Si tengo suerte y me dan la nacionalidad votaré a cualquier partido que no sea Alternativa para Alemania (AfD)”, confiesa, aludiendo al partido xenófobo y euroescéptico que está cambiando el panorama político germano.

Connolly ríe al ser preguntada si cambiaría de nacionalidad en caso de que AfD se instalara en el Gobierno tras las próximas elecciones –algo improbable según las encuestas de intención de voto. “Alemania es un país maduro, no creo que AfD llegue al Gobierno”, concluye.

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