Noora y Bobi Dodevski se conocieron hace casi un año en la frontera de Macedonia. Ella era una refugiada musulmana kurdo-iraquí y él, un policía cristiano de uno de los países que limitó el paso de los solicitantes de asilo con gases lacrimógenos. Ahora están casados y esperando a su primer hijo con gran ilusión, como contaron a EL ESPAÑOL en enero.
Desde la televisión local macedonia TV Plus Kumanovo lanzan por este San Valentín un mensaje de tolerancia en contra del odio entre religiones. Bobi desvela que su padre murió a manos del otro bando durante la guerra en su país en 2001. Pasado el tiempo, se disculpó la familia de quien arrebató la vida a su progenitor y él perdonó a los musulmanes, a quienes no había llegado a odiar pero sí a "mirar con otros ojos".
"Cuando empecé a conocerle y nuestra relación se fortaleció, fue un sentimiento maravilloso. Le conozco, conozco su alma y compartimos todo", dice Noora ahora. "Noora es puro amor, es pura. Lo vi en sus ojos", recuerda él.
Él le pidió matrimonio al poco de haberse encontrado y ella decidió renunciar al plan de ir hasta Alemania con su familia por quedarse con él. En Kumanovo, una localidad cerca de la frontera norte del país, lindando con Serbia, ella encontró enseguida trabajo como traductora de otros refugiados de la mano de Cruz Roja y Unicef.
"La gente nace y crece con sólo una idea: los musulmanes y cristianos no están hechos para estar juntos", lamenta Noora en la entrevista con la televisión local por San Valentín.
Dios es uno y debemos creer en el amor, porque Dios sólo comparte amor, no odio
"Dios es uno y debemos creer en el amor, porque Dios sólo comparte amor, no odio", asegura Bobi. "Yo soy cristiano, creo en mi Dios, pero creo en los otros dioses, en las otras religiones, porque si sabes respetar a la otra religión, sabrás cómo respetar tu religión".
Para el policía macedonio tener una u otra fe se debe a cuestiones circunstanciales. "Quizá si hubiera nacido en Irak, sería musulmán. Quizá si Noora hubiera nacido en Macedonia, sería cristiana. Es sólo un asunto geográfico (y) Dios está en todas partes".
El mayor sueño de Noora es dedicarse a ayudar a quienes no tienen nada, verles sonreír. Ahora espera junto a su esposo la llegada de su primer retoño, de quien no quieren saber el sexo antes de su llegada pero tienen claro cómo decidirán el nombre: "Elegiremos un nombre que compartan nuestras dos religiones".
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