Noruega respetó con su régimen carcelario los derechos humanos del ultraderechista Anders Behring Breivik, autor de los atentados de 2011 en este país en los que murieron 77 personas, según la sentencia del Tribunal de Apelación.
El fallo supone un triunfo para el Estado, que había sufrido en el primer juicio una condena por dar a Breivik un trato denigrante y violar el artículo 3 de la Convención Europea de Derechos Humanos, aunque en ambos procesos salió absuelto de conculcar otro capítulo de ese tratado sobre el respeto a la vida privada.
Los dos tribunales reconocen que el aislamiento está justificado, pero mientras el primero criticaba su duración y la falta de alternativas, denunciando que Breivik vive "en una cárcel dentro de la cárcel" y que no se había considerado su salud mental, Apelación rechaza que se haya violado la convención.
La sentencia difundida en Oslo alude al riesgo de acción violenta de (o contra) Breivik, a que no hay "indicaciones claras" de daños mentales y a medidas compensatorias para defender el régimen carcelario, y si bien critica prácticas iniciales como los cacheos desnudo, no es suficiente para hablar de trato denigrante.
Aún "muy marcado por su universo político"
Breivik parece todavía "muy marcado por su universo político de extrema derecha", resalta el tribunal, que no da validez a sus declaraciones de que ya no es partidario de la violencia, porque no están basadas en consideraciones éticas ni han ido acompañadas de muestras de arrepentimiento.
Al contrario, el tribunal cree probable que en el futuro Breivik pueda planear acciones violentas si considera que se ha reducido la atención sobre su persona y su proyecto político.
Las autoridades penitenciarias han impulsado medidas para compensar el aislamiento -criticado en un informe del Defensor del Pueblo- fomentando el contacto con funcionarios y profesionales, recuerda el fallo, que resalta que el ultraderechista posee además tres celdas y acceso a televisión y a prensa escrita.
Apelación, que ha condenado a cada parte a pagar sus propias costas, invita no obstante a las autoridades a probar a corto plazo la convivencia limitada de Breivik con otros reclusos.
El estricto control de las comunicaciones al que está sometido Breivik tampoco viola la convención, señala el fallo, por la necesidad de proteger a la sociedad contra la creación de una red ultraderechista y no afecta además a la correspondencia con familia o amigos.
Preocupación por el aislamiento
El fiscal general, Fredrik Sejersted, que asumió la dirección del caso en el segundo juicio, elogió que el fallo haya realizado una estimación global del estado de Breivik, teniendo en cuenta todos los aspectos del régimen, y aseguró que ya se está estudiando la posibilidad de que este pueda tener contacto con otros reos.
Øystein Storrvik, letrado del extremista noruego de 38 años, destacó también la "minuciosidad y seriedad" de la sentencia y resaltó que en ella hay preocupación por los efectos del aislamiento, a pesar de que no considere que haya violación de sus derechos humanos, por lo que anunció que será recurrida al Supremo.
Breivik fue condenado en 2012 a 21 años prorrogables de forma indefinida por hacer estallar en el complejo gubernamental de Oslo una furgoneta bomba que mató a ocho personas.
Luego, se trasladó en coche a la isla de Utøya, al oeste de la capital, donde perpetró una matanza en el campamento de las Juventudes Laboristas (AUF) en la que murieron otras 69 personas.
El ministro noruego de Justicia, Per-Willy Amundsen, se mostró "muy satisfecho" por el fallo, al igual que el líder de las AUF, Mani Hussaini, quien recordó a todos los afectados por los atentados, "las verdaderas víctimas de los actos del terrorista".
"Estoy enormemente aliviada. Ahora solo espero que no tengamos que escucharlo más (a Breivik) por muchos años", declaró la portavoz del grupo de apoyo a las víctimas, Lisbeth Røyneland.