A tan sólo 50 días de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia, el panorama político no puede ser más controvertido. Los focos ya no se centran en los programas de los candidatos, sino en los procesos judiciales que sitian a dos de ellos.
El pasado miércoles 1 de marzo, François Fillon, el ganador de las primarias de la derecha y el centro, fue citado por los tribunales para ser imputado en el caso del presunto empleo ficticio de su mujer como asistente parlamentaria. Dos días más tarde, Marine Le Pen, presidenta del Frente Nacional y favorita según los sondeos, también era convocada por los jueces de instrucción para su posible imputación en el caso de los empleos ficticios de sus asistentes en el seno del Parlamento Europeo.
En su defensa, ambos han optado por arremeter contra la justicia y sus instituciones. Mientras François Fillon denuncia un “asesinato político” cometido con el beneplácito de un Estado de Derecho que, a su parecer, ha sido “violado”; el abogado de Marine Le Pen, Marcel Ceccaldi, asume que la citación de su clienta responde a “la instrumentalización de la justicia para fines políticos”.
Sin embargo, este discurso no surte el mismo efecto entre las filas de ambos aspirantes a la presidencia. “Cuando uno es candidato a las elecciones presidenciales, no puede permitirse poner en entredicho a las instituciones judiciales”. Con esta declaración Thierry Solère, portavoz de la campaña de François Fillon, anunciaba este viernes su dimisión. Y es que, la decisión del candidato conservador de mantener estoicamente su candidatura, pese a su imputación por el “affaire Penelope”, ha desencadenado la deserción en masa de sus principales apoyos.
El portavoz de Fillon, su director de campaña, la Unión de Demócratas e Independientes (UDI), incluso los “Jóvenes con Fillon” han abandonado al republicano
Su estrategia: denunciar a los organismos judiciales y embestir contra la prensa, no ha conseguido convencer a su propio entorno. En su maniobra desesperada, cuando las encuestas vaticinan que no pasará la primera vuelta, Fillon ha perdido, y continúa perdiendo, los contrafuertes de su candidatura. Esta misma semana, Patrick Stefanini, su director de su campaña, también ha abandonado a quien hace tan sólo unos meses fuese el favorito para hacerse con la victoria. “Desde hace tres meses, he trabajado muy duro [...] para construir los equipos de campaña [...] para encontrar un acuerdo con el UDI. [...] Desde hace 48 horas, no queda nada o casi nada de los frutos de este trabajo”, explicaba Stefanini en su carta de dimisión.
Su portavoz, su director de campaña, la Unión de Demócratas e Independientes (UDI), incluso los “Jóvenes con Fillon” (“Les Jeunes avec Fillon”) han abandonado una embarcación que parece navegar a la deriva. En su comunicado, el colectivo juvenil pone en duda la “credibilidad” del candidato y considera que “sus propósitos sobre la instrumentalización de la justicia no corresponden a aquellos de un presidente de la República.”
Empeñado en no rendirse
Pero Fillon no parece dispuesto a rendirse en “un clima de cuasi guerra civil” instaurado, a su juicio, por el Ejecutivo. Así, a través de Twitter, el aspirante conservador ha convocado a sus militantes a reunirse en la plaza del Trocadero: “Os espero numerosos para mostrar [...], a los ojos de todos, la voluntad de los militantes de Francia.”
Una movilización que tendrá lugar este domingo en la capital francesa y que podría marcar un punto de inflexión en su ardua campaña. Para Christian Estrosi, presidente de la región Provence-Alpes-Côte d'Azur por Los Republicanos, esta manifestación es un “error”. “Parece claramente que La Manif pour tous -principal colectivo contra el matrimonio homosexual en Francia- y Sens commun -el movimiento político ligado al colectivo-, se sitúan en primera línea en la organización y esto me incomoda [...] Hasta ahora he peleado con todas mis fuerzas contra el Frente Nacional, no quiero que las ideas de nuestra familia política sean confundidas”, ha declarado al diario regional Nice Matin, llegando a pedir la anulación del evento.
Y es que, esta convocatoria aparece como “un desafío contra las instituciones de nuestro país [...] Después de defender a los policías, no me gustaría que creásemos artificialmente condiciones susceptibles de generar tensiones”, denuncia Estrosi. Tensiones que se sumarían a las caceroladas a las que Fillon tiene que hacer frente en sus mítines tras la revelación del “affaire Penelope”, y que podrían provocar el enfrentamiento entre la movilización “pro-Fillon” y la contramanifestación organizada por Stop Corruption des élu-e-s (“Stop Corrupción de los diputados”), que tendrá lugar en la plaza de la República durante esta misma jornada.
La estrategia de quien fuera primer ministro en el gobierno de Nicolas Sarkozy, está levantando polémica en todos los frentes
Una movilización que denuncia un “comportamiento de provocación y cuasi insurreccional que quiere enfrentar al pueblo contra las instituciones”, explican sus organizadores en la convocatoria. Pero en el punto de mira no sólo aparece el nombre del candidato conservador, la líder de extrema derecha no se libra de la crítica. Según el colectivo, ni François Fillon ni Marine Le Pen, citada “en numerosas investigaciones”, podrían ser candidatos en el marco de cualquier democracia moderna. “¿Ellos se manifiestan el domingo contra los jueces? Manifestémonos por el Estado de Derecho, contra la corrupción y contra los ataque de Fillon y Le Pen”, lanzaba el ensayista francés Raphaël Glucksmann, en su cuenta de Twitter.
Lejos de convencer, la estrategia de quien fuera primer ministro en el gobierno de Nicolas Sarkozy, está levantando polémica en todos los frentes. “François Fillon ha pedido a aquellos que aún le apoyan que se reúnan este domingo en París [...] Parece que este encuentro tiene como único objetivo manifestar su oposición a los magistrados, a los servicios de policía y a los periodistas que desde hace semanas, cada uno a su nivel y en su rol, trabajan para sacar a la luz la verdad [...] Nuestro compromiso con la libertad nos obliga a considerar este evento como un acto grave de bancarrota moral y política, contrario a nuestros valores”, ha denunciado la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, en su cuenta de Facebook.
Le Pen logra cierta ventaja
Así, mientras la táctica de Fillon parece destinada al fracaso, la líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, consigue sacar ventaja de un clima político marcado por la corrupción. La candidata de extrema derecha ha sido convocada, por segunda vez, por los jueces de instrucción encargados de investigar los presuntos empleos ficticios de sus asistentes en el Parlamento Europeo, un caso por el que la institución europea le reclama 340.000 euros. Sin embargo, Le Pen se ha negado a declarar ante los magistrados durante la campaña presidencial. Denunciando, a imagen y semejanza de su adversario conservador, una instrumentalización del caso donde las condiciones de “igualdad”, “serenidad” y “confianza” no están dispuestas para que sea escuchada por los jueces.
Pero el “affaire” de los empleos ficticios en el seno del ente europeo no es el único caso que se cierne sobre la líder frentista. El 25 de febrero, el diario Le Monde revelaba que Fréderic Chatillon, próximo a Marine Le Pen y dirigente de una empresa proveedora del FN, ha sido imputado por “abuso de bienes sociales”. Una investigación judicial que gira en torno a la financiación del propio partido. Sin embargo, la líder ultraderechista lejos de perder apoyos, encuentra entre sus filas a sus máximos defensores. Según el último sondeo, realizado por BVA y Salesforce, la presidenta del FN contaría, a día de hoy, con el 26% de los votos, situándose por delante de Emmanuel Macron, en segundo puesto con un 24%, y de François Fillon, en tercer lugar con un 19%.
En este contexto, mientras el candidato de Los Republicanos, principal rival de Le Pen antes de la revelación del “affaire Penelope”, se ve vilipendiado por su propia familia política, y abandonado por su militantes, la líder frentista ve reforzado su camino. Según la misma encuesta, el electorado del FN es el más solido, el 78% de sus electores potenciales confirma que su elección es definitiva. Un panorama más que alentador para el FN, y funesto para Los Republicanos (LR) que podrían verse expuestos a una derrota histórica si conservan a su actual candidato.
La jornada de este domingo será decisiva para François Fillon, especialmente tras la convocatoria de una reunión excepcional del comité político de LR el próximo lunes. Su posible retirada, a la que hasta ahora se resiste contra viento y marea, dejaría paso a Alain Juppé, otro candidato que no está exento de problemas judiciales. En 2004, Juppé fue condenado a 18 meses de prisión por su implicación en la financiación de partidos políticos con fondos municipales durante su paso por el ayuntamiento de París.