"La bandera española en Gibraltar está ahora mucho más cerca", proclamó el entonces ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, un día después de la victoria del brexit en el referéndum del 23 de junio del año pasado. Nueve meses más tarde, cuando están a punto de empezar las negociaciones de divorcio entre Bruselas y Londres, los hechos parecen darle la razón. En lo que supone una importante victoria diplomática, España ha logrado un poderoso aliado en su disputa con Reino Unido por el Peñón: la Unión Europea de los 27.
La UE ha mantenido tradicionalmente una posición de neutralidad en la cuestión de Gibraltar y ha limitado su intervención al mínimo posible, alegando que se trata de un problema bilateral. Al fin y al cabo, tanto España como Reino Unido son Estados miembros del club y aparte de este contencioso mantienen muy buenas relaciones.
Ello no ha evitado que el conflicto por el Peñón acabe provocando quebraderos de cabeza en Bruselas. Varias normas sobre aviación civil de la UE están bloqueadas desde hace años porque España se opone a que incluyan al aeropuerto de Gibraltar. Alguna vez, la Comisión ha tratado de ejercer de árbitro entre Madrid y Londres. En 2013 envió una misión de expertos al paso fronterizo de La Línea de la Concepción y realizó una serie de recomendaciones para reducir las colas.
Pero el brexit lo ha cambiado todo. Al marcharse Reino Unido, la UE ha decidido tomar partido claramente por España. "En las negociaciones del brexit hay una Unión de 27, y en ella sólo está representada una de las partes en la disputa" por Gibraltar, explicaba este viernes un alto funcionario europeo para justificar el nuevo apoyo a Madrid.
Dastis presiona hasta el final
El giro de la UE hacia España ha empezado a verse en el documento que fija la estrategia de negociación de los 27 sobre el brexit y que ha sido elaborado por el presidente del Consejo Europeo, el conservador polaco Donald Tusk, en consulta con las capitales. El ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, cerró personalmente el texto final sobre Gibraltar este mismo jueves durante una visita a Bruselas para asegurarse de que reflejaba la postura española, según explican a EL ESPAÑOL fuentes europeas.
En las directrices, que no son públicas pero se han filtrado ampliamente, la UE otorga a España poder de veto en cualquier decisión sobre las relaciones futuras entre la Unión Europea y el Peñón. "Una vez que Reino Unido deje la Unión, ningún acuerdo entre la UE y Reino Unido se aplicará al territorio de Gibraltar sin que haya pacto entre el Reino de España y Reino Unido", dice el texto. Además, la frontera entre España y Gibraltar quedará fuera de las conversaciones para la salida de Reino Unido y deberá resolverse con un acuerdo posterior entre Madrid y Londres.
La jugada ha pillado fuera de juego a la todopoderosa diplomacia británica y ha provocado escándalo entre la prensa de Londres, que reconoce al Gobierno de Mariano Rajoy como gran vencedor. Esta cláusula sobre el Peñón es "absolutamente inaceptable" y da a España demasiado poder sobre el futuro de Gibraltar, sostiene un funcionario británico citado por The Telegraph. "El futuro de Gibraltar, en juego en las negociaciones del brexit", titula el diario The Guardian.
Estrategia de aislamiento
La estrategia del Gobierno de Mariano Rajoy está clara: subrayar el aislamiento del Peñón tras la marcha de Reino Unido y tratar de convencer a los gibraltareños, el 95,6% de los cuales votaron por quedarse, de las ventajas que tendría aceptar la cosoberanía española para seguir beneficiándose de la UE. Un brexit duro se traducirá en un fuerte impacto negativo en la industria financiera y del juego en Gibraltar, según avisa un informe de la Cámara de los Lores. De hecho, algunas empresas de apuestas están pensando ya en mudarse a Malta.
"Tienen ustedes que decidir entre volver a Europa de la mano de España o salir de la UE de la mano de Reino Unido", le espetó en enero el jefe del PP en la Eurocámara, Esteban González Pons, al ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo. González Pons mantiene reuniones frecuentes con el líder parlamentario del PSOE, Ramón Jáuregui, y el de Ciudadanos, Javier Nart, para coordinar una posición común sobre el brexit. Y de momento han logrado que la resolución que fija las líneas rojas del Parlamento Europeo en las negociaciones, que se vota la semana que viene, no mencione a Gibraltar, lo que refuerza también la capacidad negociadora española.
Pero la presión que intenta aplicar España no ha hecho mella hasta ahora. Ni el Gobierno gibraltareño ni Londres se mueven en la cuestión de la soberanía. Aunque May ni siquiera menciona al Peñón en la carta para pedir el divorcio que envió este miércoles, su representante en la Cámara de los Lores, la baronesa Goldie, repitió la semana pasada que respetará la voluntad de los gibraltareños.
"Nunca llegaremos a acuerdos con los que el pueblo de Gibraltar pase a la soberanía de otro Estado en contra de su voluntad expresada de forma libre y democrática, ni tampoco iniciaremos un proceso de negociaciones sobre soberanía con el que Gibraltar no esté conforme", dijo la baronesa en un debate sobre el Peñón.
Picardo no se cansa de repetir que el 99% de los gibraltareños rechazaron la oferta de cosoberanía de España en el referéndum de 2002. Una oposición que, según sostiene, todavía se ha reforzado más por la actitud combativa del Gobierno de Rajoy. "Gibraltar no va a aceptar ningún cambio en su soberanía y no vamos a seguir siendo miembros de la UE a través de España como se nos propone", dijo el ministro principal en enero.
Este viernes, Picardo ha criticado los esfuerzos de la diplomacia española como "un intento vergonzoso por parte de España de manipular a la UE para favorecer sus intereses políticos". "El brexit es demasiado complicado ya para que España intente complicarlo aún más", ha denunciado. Falta por saber si a medida que se concreten los efectos del brexit cambia o no de posición.