Turquía llega a la víspera del referéndum constitucional dividida entre el ‘sí’ y el ‘no’ a las enmiendas que pueden transformar de forma radical el sistema de gobierno del país. La propuesta del presidente Recep Tayyip Erdogan implica la pasar del actual sistema parlamentario a una república presidencialista, concentrando el poder en sus manos. La razón argumentada por el presidente: hacer que Turquía sea más estable.
Los últimos sondeos publicados dan una ajustada mayoría al ‘sí’, con alrededor de un 51% de los votos, según James in Turkey, por lo que los esfuerzos de las últimas horas en ambos bandos se han centrado en captar el voto de los indecisos (un 10% según las encuestas), el puñado de sufragios que pueden faltar para la victoria.
Sin embargo, para los expertos, da igual cual sea el resultado, no ayudará a que el país resuelva los desafíos que enfrenta en el plano económico, social y político. "No importa el resultado, la trayectoria política y económica del país seguirá siendo negativa en un futuro previsible", asegura el analista Wolfango Piccoli, de Teneo Intelligence. "El daño que ya se ha hecho al sector textil, a las instituciones, al Estado de derecho y el entorno empresarial es significativo".
El presidente turco ha puesto gran empeño en sacar adelante esta reforma “pese a su desastroso gobierno”, apunta en un informe la ONG estadounidense Freedom House. “Turquía lleva atrapada en una crisis más de cuatro años, con protestas, ataques terroristas, un intento de golpe de Estado, purgas políticas y una guerra”, indica la organización. “El único viento que no le ha afectado es el de una crisis económica, algo que parece inminente, a medida que el turismo y la inversión extranjera se han derrumbado y Erdogan ha subordinado la gestión fiscal y macroeconómica a su agenda política a corto plazo”.
Polarización de la sociedad
Pese a que la Constitución turca obliga a que el presidente se mantenga neutral y equidistante a todos los partidos, Erdogan lleva semanas en campaña, incendiando los mítines con mensajes anti-europeos y exhortando a sus seguidores que apoyar la reforma garantizará la estabilidad y grandeza de la nación. En su discurso, aquellos que se oponen están alineados con “los terroristas”, ya sea la guerrilla kurda o la cofradía del predicador islamista exiliado Fethullah Güllen, al que Ankara acusa de haber instigado el fallido golpe de Estado del pasado mes de julio.
La fuerte polarización social de los últimos años en torno a la figura de Erdogan ha incrementado en los últimos meses hasta el punto de que las palabras ‘sí’ y ‘no’, las respuestas a la pregunta cerrada del referéndum, han adquirido un tono de posicionamiento político, social y hasta filosófico.
La escalada de la retórica a favor de la enmienda constitucional ha hecho que las relaciones con la UE se deterioren en las últimas semanas. Bruselas ha advertido a Turquía de que otorgar más poder al presidente puede dañar las negociaciones para que el país se adhiera a la Unión Europea. El bloque dejó en el limbo esta conversación en noviembre y no espera retomar, al menos, hasta junio, tras las presidenciales francesas.
"Un clima de temor y mentalidad de asedio ha calado profundamente en la sociedad turca y la creciente preocupación sobre un posible fraude electoral podría profundizar la polarización y las quejas", considera Piccoli. "Es poco probable que se produzca una 'normalización' de la política interna del país independientemente del resultado". Para el experto, existe el riesgo de una mayor represión si se impone el 'no' o si el resultado del referéndum se decide por un margen muy estrecho.
Los indecisos, voto clave para la victoria
A pocos días de la cita, todavía había un importante sector de la población que se declaraba "indecisa". Las encuestas muestran que dentro de los votantes tradicionales del partido gubernamental Justicia y Desarrollo (AKP) hay un sector descontento con la reforma, pero poco dado a protestar contra lo que considera "su" partido, por lo que puede haber mucho voto negativo oculto.
También está muy dividida la opinión en el derechista Partido de Acción Nacionalista (MHP) cuyos dirigentes hacen campaña por el "sí", pero una gran parte de las bases se opone al modelo presidencialista.
Al preguntar a los clientes de un café en un municipio de la provincia de Erzurum, en Anatolia oriental, donde el AKP obtuvo el 86 por ciento de los votos en los últimos comicios, Efe ha podido observar una división entre partidarios del "sí" e "indecisos".
Todo hace pensar que quienes se declaran "indecisos" sienten incomodidad en contradecir a sus vecinos, entusiastas defensores de Erdogan, quien ideó la reforma para asumir todo el poder ejecutivo, eliminando el cargo del primer ministro. Algo a lo que ha contribuido la retórica del presidente comparando a los que se oponen con "terroristas".
"En mis círculos de amigos no se nota tensión. En mi familia sí hay opiniones diferentes, pero se puede hablar de todo. Por mucho que difieren las ideas políticas, esto no afecta a la amistad ni a las relaciones familiares", dijo a Efe Emrah Oguz, un joven músico de Trebisonda.
"En la historia de Turquía se han vivido muchos momentos políticos tensos pero entre los ciudadanos los efectos se han limitado a reacciones momentáneas, no surgen tensiones de larga duración", cree.
Algo menos optimista es la psicóloga Günes Karaca: "No tengo tensiones en mis círculos de amistad, porque estamos todos a favor del 'no', pensamos todos igual. Pero me da miedo hablar del tema con quienes estén a favor del 'sí', porque ellos se creen tan fuertes que dan miedo".