David Cameron lo prometió y no lo logró. Ahora Theresa May recoge el testigo.
El Partido Conservador se ha comprometido una vez más a reducir la inmigración neta a Reino Unido (los que llegan menos los que se van) a menos de 100.000 personas al año, niveles que el país no ve desde hace décadas.
El año pasado Reino Unido cerró con una cifra de más de 248.000 personas, 84.000 menos que el anterior, según la última estimación oficial. Las llegadas cayeron mientras que muchos dejaron atrás un país en vías de abandonar la UE. En total, 117.000 expatriados europeos salieron del país, 86.000 más que en 2015.
Los tories defienden que sigue entrando demasiada gente. “Si la inmigración es demasiado elevada y demasiado rápida, construir una sociedad cohesionada resulta difícil”, reza el programa conservador para las elecciones del 8 de junio.
Pero si logran su objetivo el paro podría duplicarse en el país, de 1,6 millones a más de tres. Así lo afirma un estudio divulgado este martes por Migration Matters Trust, una coalición multipartidista de partidos, empresarios y sindicalistas que fomenta el debate informado sobre la inmigración.
En sectores como la hostelería los extranjeros representan más del 30% de los trabajadores. Pero también una cuarta parte de los profesionales sanitarios o en el sector de las telecomunicaciones y la tecnología son inmigrantes.
Si los niveles migratorios se redujeran drásticamente, el número de parados compitiendo por cada vacante en el mercado laboral subiría de dos a siete, alerta el grupo. Sus conclusiones se basan en el análisis de los datos económicos del Gobierno con respecto a la inmigración neta de los últimos diez años.
Por otro lado, otro estudio publicado la semana pasada por el Centro para el Estudio de la Economía y los Negocios (CEBR, por sus siglas en inglés) pronostica que la economía encogería a raíz de esa caída drástica de la inmigración.
Si el Gobierno conservador cumpliera su promesa en los dos años siguientes a la salida de Reino Unido de la Unión Europea, el PIB habría menguado un 3,1% en 2025 y en 2030, un 5,7%. Si la reducción de la inmigración se produjera de forma más gradual, el impacto sería menor aunque todavía notable.
“Es poco probable que se produzcan cambios migratorios de esta magnitud sin que se realicen grandes ajustes en otras partes, que, por supuesto, cambiarían las cifras”, señala el informe. “Pero lo que sí muestran [estos números] es que si el Reino Unido cortara la inmigración sin hacer ajustes para potenciar la productividad, sobre todo en el sector público, el daño económico sería enorme”.
Empresas y asociaciones han alertado del peligro que las restricciones migratorias, en concreto, aquellas destinadas a ciudadanos europeos tras el brexit, puedan tener no solo en la economía sino también en ámbitos como el sistema de salud.
En abril la Federación de Pequeñas Empresas del Reino Unido informó de que una de cada cinco compañías de este tipo tenían empleados europeos. Casi un 60% temía que se impusieran controles migratorios y que el brexit les privara de los perfiles profesionales que necesitan.
“Hay una verdadera preocupación entre las pequeñas empresas con empleados de la UE por que puedan perder acceso a las habilidades y la mano de obra que necesitan para sobrevivir y crecer”, aseguraba su presidente, Mike Cherry.
Intentando relanzar su campaña en la recta final de la contienda electoral, May ha vuelto a presentar el brexit como el asunto central de las elecciones. Es “la cuestión fundamental”, ha asegurado este lunes.
“Si tu patriotismo es visto de alguna manera como de mal gusto, tus preocupaciones sobre inmigración como pueblerinas y tu deseo de que nuestro país tome las decisiones que le importan es ignorado y ridiculizado...”, vota por los conservadores, ha señalado.