Un 15 de abril hace cuatro años, los hermanos Tsarnáev sembraron el caos y el dolor en Boston al hacer estallar dos bombas cerca de la línea de meta de la maratón que la ciudad estadounidense celebra anualmente. Tamerlan, el mayor, falleció abatido por la policía. Dhzojar, el pequeño, fue condenado a muerte en 2015.
La historia se repite en otras tragedias de esta índole a lo ancho del globo. Hermanos radicalizados han atentado juntos en los ataques de París del 13-N, los de Bruselas o incluso en los del 11-S en Nueva York. En los atentados de Barcelona, dos hermanos están bajo la lupa de las autoridades y de confirmarse la implicación de ambos -uno ha muerto abatido pero el otro podría no estar relacionado con el ataque pese a permanecer detenido- pasarían a engrosar la lista.
“La radicalización en el entorno familiar es un fenómeno frecuente”, señala Chema Gil, codirector del Observatorio de Seguridad Internacional. Entre hermanos además suelen florecer relaciones de complicidad, indica el experto, que explica que no es extraño que los hijos se radicalicen sin conocimiento de los padres.
Un estudio del Real Instituto Elcano de las 178 detenciones por terrorismo yihadista realizadas entre 2013 y 2016 en España arroja luz sobre la importancia de los hermanos en la radicalización. En siete de cada diez casos, el detenido tenía vínculos con otros detenidos o con combatientes extranjeros, siendo este vínculo de parentesco en el 43% de los casos. El lazo familiar más frecuente: los hermanos.
Otro ejemplo de la relevancia de los lazos de sangre en la extensión del ideario extremista: tres días después de los atentados del 13-N en París, el laboratorio de ideas New America divulgó un estudio sobre combatientes extranjeros que habían abandonado 25 países de Occidente para engrosar las filas de Estado Islámico. Más de un tercio de ellos tenían algún tipo de vínculo familiar con el terrorismo yihadista, ya fuera a través del matrimonio o por medio de un pariente que ya combatía en Siria o Irak.
El endurecimiento de las medidas de seguridad anima a los extremistas a buscar reclutas en el ámbito familiar, explotando los lazos de parentesco para su beneficio, relata un análisis del estadounidense Combating Terrorism Center at West Point. Las redes familiares facilitan la radicalización en cuanto los individuos comparten un sentido de unidad o identidad y confían y dependen el uno en el otro. “Este fenómeno complica los esfuerzos para impedir, vigilar y prevenir la radicalización violenta”, indica el artículo.
Aquí, un repaso a algunos de los hermanos más notorios en la historia reciente del terrorismo yihadista:
Los hermanos Tsarnáev
De origen checheno, Tamerlan y Dhzojar hicieron su vida en EEUU. Según The New York Times, el mayor tenía influencia sobre el segundo y no acababa de encajar en su nuevo hogar. El pequeño, sin embargo, era querido y respetado en la comunidad.
Tras plantar dos explosivos en Boston que acabaron con la vida de tres personas e hirieron a más de 200, los Tsarnáev se llevaron la vida de un agente al abandonar la ciudad. Planeaban otro atentado en Nueva York, pero el mayor de los hermanos pereció en un encontronazo con la policía. El otro fue encontrado refugiado en un bote y ya desde el banquillo pidió disculpas a sus víctimas.
Los Koachi
Meses antes de que el menor de los Tsarnáev fuera sentenciado a la pena capital, los hermanos Chérif y Said Koachi, franceses de ascendencia argelina, habían aterrorizado París al atacar la sede de una revista y chocar con la policía.
En total, entre los días 7 y 9 de enero de 2015, 17 personas perdieron la vida en los ataques a la publicación satírica Charlie Hebdo y una tienda de productos kosher.
Tres sospechosos murieron acribillados por la policía: los hermanos Koachi y Amedi Coaulibaly, quien habría conocido a Chérif en prisión.
Los hermanos Abdeslam
La capital de Francia volvió a sufrir el azote de dos hermanos radicalizados poco después de la tragedia de Charlie Hebdo. El 13 de noviembre de 2015 más de un centenar de personas perdían la vida en un ataque con múltiples frentes en la emblemática urbe.
Vecinos del deprimido barrio bruselense de Molenbeek, los hermanos Ibrahim y Salah Abdeslam participaron en la masacre. Ibrahim se hizo estallar la noche del ataque mientras que Salah, a quien se le atribuye un rol más logístico, fue capturado en Bruselas días antes de que la urbe fuera víctima del terror en marzo de 2016.
Entre los terroristas de París también se encontraba Abdelhamid Abaaoud, quien supuestamente había persuadido a su hermano para seguirle a Siria para unirse al autodenominado Estado Islámico.
Ibrahim y Khalid el Bakraoui
Los hermanos El Bakraoui integraban la célula que atentó el año pasado en Bruselas: uno se hizo explotar en el aeropuerto internacional de Bruselas, el otro en el metro. En total 32 personas perdieron la vida en los ataques que sacudieron el corazón de la Unión Europea.
Los hermanos tenían antecedentes y habían recibido sentencias de nueve y cinco años respectivamente.
Seis de los terroristas del 11-S
Entre los 19 terroristas implicados en los atentados del 11 de septiembre había tres pares de hermanos. Salem al Hamzi y Nawaf al Hamzi se estrellaron contra el Pentágono. Waleed y Wail al Shehri fallecieron uno junto al otro en el avión de American Airlines que se empotró contra las Torres Gemelas. Los hermanos Al Ghamdi, Hamza y Ahmed, colisionaron contra la torre sur del World Trade Center.