Cuando todos los focos se concentraban en la factura del brexit como principal escollo del divorcio entre Bruselas y Londres, en los últimos días ha emergido con fuerza otro problema que amenaza con hacer naufragar las negociaciones: la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte. Las dos partes están de acuerdo en que esta nueva frontera debe ser "invisible", sin infraestructuras físicas de control, ya que no quieren poner en riesgo el Acuerdo de Paz del Viernes Santo de 1998 en el Úlster. Pero chocan a la hora de definir las soluciones prácticas para lograr este objetivo.
La polémica ha estallado esta semana a raíz de un documento elaborado por la Comisión Europea que apunta hacia un estatus especial de Irlanda del Norte en la UE una vez que Reino Unido se marche. Para Bruselas, la "solución óptima" sería que Londres continúe en el mercado interior y en la unión aduanera. Así no haría falta una "frontera dura", no habría que introducir controles aduaneros sistemáticos entre Irlanda e Irlanda del Norte.
Dado que la primera ministra británica, Theresa May, ha descartado este brexit blando y ha optado por una ruptura radical con la UE, la única alternativa viable pasaría por un estatus especial para Irlanda del Norte. "Hay que proteger una cooperación real entre el Norte y el Sur (de Irlanda) y la economía de toda la isla", explica a EL ESPAÑOL un portavoz del ministerio de Exteriores de Irlanda.
Para ello se debe evitar "cualquier divergencia regulatoria" entre Norte y Sur. Es decir, el Gobierno de Belfast debe seguir legislando en línea con las reglas del mercado interior y la unión aduanera, mientras que el resto de Reino Unido iría por su propio camino.
¿Irlanda del Norte se queda?
Londres se ha apresurado a rechazar de plano esta posibilidad. "Respetamos el deseo de la UE de proteger el orden jurídico del mercado interior y la unión aduanera. Pero eso no puede hacerse a costa de la integridad constitucional y económica de Reino Unido", ha dicho este viernes el negociador británico, David Davis, durante la rueda de prensa final de la sexta ronda del brexit, que se ha saldado sin ningún avance.
"Somos conscientes de la necesidad de soluciones específicas para las circunstancias únicas de Irlanda del Norte. Pero lo diré muy claramente: eso no puede significar crear una nueva frontera dentro de nuestro Reino Unido", insiste Davis.
Es el mismo mensaje que ya destacó el pasado lunes el secretario de Estado para Irlanda del Norte, James Brokenshire, durante una visita a Bruselas. "Me resulta difícil imaginar cómo Irlanda del Norte podría en cierto modo quedarse mientras el resto del país se va. Me parece imposible", sostiene Brokenshire. "Nos iremos de la UE en 2019 como un solo Reino Unido", agrega.
En agosto, Londres propuso recurrir a innovaciones tecnológicas para crear "una frontera fluida y sin fricciones" entre Irlanda e Irlanda del Norte, con exenciones para personas y mercancías y sin puestos fronterizos. Pero la UE desechó estos planes tachándolos de "pensamiento mágico". Bruselas teme además que Reino Unido quiera usar a Irlanda del Norte como caballo de Troya para garantizarse un acceso a medida al mercado interior tras el brexit.
Primero el divorcio, luego el futuro
Por todo ello, la Comisión insiste en que la solución para Irlanda del Norte debe ser especial y no extrapolable al resto de Reino Unido. "Ahora es el momento de que Reino Unido plantee compromisos fuertes y tangibles que reconozcan la situación única de la isla de Irlanda, y que requerirán soluciones imaginativas y flexibles. Eso incluye proteger el Acuerdo del Viernes Santo en todas sus partes y los beneficios del proceso de paz", sostiene el portavoz irlandés.
La Unión Europea ha incluido la cuestión de la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte entre los temas del divorcio, junto con la factura de salida y los derechos de los ciudadanos. Hasta que no haya "progresos suficientes" en estas materias, los 27 no aceptarán hablar del futuro acuerdo comercial que quiere May para después del brexit. "Estos tres temas son indisociables", ha repetido Barnier.
Sin embargo, el negociador británico no está de acuerdo con el orden de las negociaciones. "Estas discusiones continuarán por supuesto de aquí al Consejo Europeo de diciembre, pero no nos engañemos. Sólo podremos concluirlas definitivamente en el contexto de la relación futura", ha dicho Davis este viernes. Un circulo vicioso de difícil salida.
Barnier ha confirmado este viernes su ultimátum a Londres. Si de aquí a final de noviembre, es decir, en poco más de dos semanas, el Gobierno de May no ofrece nuevas concesiones sobre la factura o la frontera con Irlanda, la cumbre de diciembre volverá a retrasar la apertura de las conversaciones comerciales. Un nuevo aplazamiento aumentaría la incertidumbre y los riesgos de un divorcio conflictivo entre la UE y Reino Unido y un brexit caótico.