"Brexit significa brexit", repetía como un mantra Theresa May cuando se convirtió en primera ministra tras el referéndum en el que los británicos votaron 'no' a la Unión Europea. Año y medio después, el Gobierno de Londres aún no ha descifrado esta tautología. En la jornada final de su última cumbre del año, los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 han aprobado este viernes pasar a la segunda fase del brexit. Consideran que hay "progresos suficientes" en el acuerdo de divorcio alcanzado la semana pasada. Pero le piden formalmente a May que se aclare. Que explique qué tipo de relaciones quiere mantener Reino Unido con la UE tras el brexit.
A la espera de aclaraciones, los líderes europeos han dado luz verde a sus líneas rojas de negociación para la transición de dos años que pide May, cuyo objetivo es mitigar la incertidumbre que el brexit ha provocado entre ciudadanos y empresas. Las conversaciones comerciales propiamente dichas se retrasan al menos hasta marzo de 2018. Es decir, el Gobierno británico dispone de un plazo de tres meses para definirse.
Este ultimátum se ha disfrazado no obstante con muy buenas palabras y gestos. A los líderes europeos les preocupa la posición de extrema debilidad política de May. Tratan de apuntalarla para que no se desmorone el acuerdo de divorcio y no haya marcha atrás en las concesiones que ha hecho Londres, en particular una factura de salida de hasta 45.000 millones de euros.
Preocupación por la debilidad de May
La primera ministra británica sufre presiones contradictorias desde todos los lados. Su gabinete, que todavía no ha discutido nunca las relaciones futuras con la UE, está dividido entre los que defienden un brexit blando, como el ministro de Finanzas, Philip Hammond, y los que quieren una ruptura total, como Boris Johnson. Y el Parlamento le acaba de infligir una sonora derrota al arrogarse la última palabra sobre la separación.
May no estaba invitada a la segunda jornada del Consejo Europeo de este viernes. Se discutía la reforma de la eurozona y el brexit a 27. Pero durante la cena del jueves, la primera ministra británica aseguró a sus homólogos que todavía mantiene el control pese a su derrota parlamentaria. Sus colegas le elogiaron e incluso aplaudieron tímidamente su intervención. "Algunos de nosotros pensamos que ella hizo un gran esfuerzo y eso debe reconocerse", ha alegado el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker.
También el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha presentado el acuerdo de divorcio como un éxito personal de May. "Los líderes de la UE acuerdan avanzar a la segunda fase de las negociaciones del brexit. Felicidades a la primera ministra May", ha escrito en su cuenta de Twitter.
May ha utilizado la misma red social para agradecer a Tusk y a Juncker los avances. "Hoy es un paso importante en el camino para lograr un brexit ordenado y sin problemas y forjar nuestra profunda y especial asociación futura", asegura la primera ministra británica.
No obstante, los líderes europeos lanzan un aviso a los políticos británicos tentados de reabrir el acuerdo de separación o la factura del brexit. "Las negociaciones en la segunda fase de las negociaciones sólo podrán progresar si los compromisos asumidos durante la primera fase se respetan plenamente", reza el documento aprobado en el Consejo Europeo. Un mensaje dirigido al negociador británico, David Davis, que dijo que el pacto era una simple declaración de intenciones sin valor vinculante.
El peor de los mundos
Todos los líderes europeos coinciden en que lo más difícil del brexit comienza ahora en la segunda fase. "Será el auténtico test para nuestra unidad", ha dicho Tusk. Las líneas rojas aprobadas por el Consejo Europeo para la transición de dos años tras el brexit son extremadamente duras con Londres. Entre 2019 y 2021, Reino Unido perderá su representación en las instituciones de la UE: no tendrá eurodiputados, ni comisario ni ministros en las reuniones del Consejo. Se queda sin voz ni voto.
Pero al seguir temporalmente en el mercado único y la unión aduanera, los británicos estarán obligados a aplicar todas las leyes comunitarias, también las que se aprueben sin su participación. También tendrán que aceptar la libre circulación de personas y la jurisdicción del Tribunal de Justicia de la UE. Todo lo contrario a recuperar la soberanía. El peor de los mundos para los partidarios del brexit.
Sobre las relaciones futuras, los 27 todavía dicen poco. La UE "reconfirma su deseo de establecer una asociación estrecha con Reino Unido". No sólo en comercio, sino también en la lucha contra el terrorismo, la defensa y la política exterior. Pero también aquí marca sus lineas rojas. Londres no puede elegir a la carta lo que le interesa y el pacto comercial que se le ofrezca no podrá ser mejor que el que ya tienen otros socios internacionales. El negociador del brexit, Michel Barnier, cree que la única alternativa con las limitaciones que ha fijado May es un acuerdo como el de Canadá.
"El Consejo Europeo pide a Reino Unido que dé más claridad sobre su posición relativa al marco de las relaciones futuras", concluyen las conclusiones adoptadas por los 27.
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