Bruselas

Apenas quedan 13 semanas antes de entrar ya en tiempo de descuento. La Unión Europea ha lanzado este viernes un nuevo llamamiento al Gobierno británico para acelerar las negociaciones del brexit y resolver los temas pendientes del divorcio cuanto antes. Sobre todo, la cuestión de la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte, pero también el estatus futuro de Gibraltar, que deben pactar bilateralmente Madrid y Londres. Si no hay acuerdo sobre estas cuestiones, no habrá un Tratado de Retirada ni transición para facilitar un aterrizaje suave, sino un brexit caótico para el que Bruselas ya se prepara.

"Debemos encontrar un acuerdo sobre todos los temas que todavía están abiertos en el Tratado de Retirada. Eso incluye la cuestión de Irlanda y de Irlanda del Norte, que es la más grave. Pero también la cuestión de las bases militares británicas en Chipre y evidentemente Gibraltar. Cada uno de estos puntos es importante y debemos lograr un acuerdo sobre todos ellos. Este acuerdo es necesario como condición previa para cerrar el Tratado de Retirada", ha dicho el negociador de la UE, Michel Barnier, al termino de la última reunión del curso de los 27 sobre el brexit.

Desde el inicio de las negociaciones del brexit, la UE ha dado a España poder de veto sobre el futuro del Peñón cuando Reino Unido se marche. Ni el futuro acuerdo comercial entre Bruselas y Londres ni el periodo de transición para garantizar un aterrizaje suave se aplicarán a Gibraltar a menos que no haya un acuerdo previo entre el Gobierno británico y el español. El nuevo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, abordó la cuestión de Gibraltar con May durante la reunión bilateral que mantuvieron durante la cumbre de la OTAN a principios de mes, pero de momento sin resultados. El ministro de Exteriores, Josep Borrell, ha dicho que una de sus prioridades es que el Peñón deje de actuar como paraíso fiscal, en línea con lo que reclamaba el anterior Ejecutivo de Mariano Rajoy.

Barnier se ha fijado el Consejo Europeo de finales de octubre como plazo máximo para firmar el acuerdo de divorcio. Ese es el escenario ideal que permitiría que tanto la Eurocámara como el Parlamento británico dispongan de tiempo suficiente para ratificarlo antes de la salida de Reino Unido de la UE, programada para el 29 de marzo de 2019. El periodo de ratificación "no puede comprimirse", con lo que el periodo de negociación puede durar como máximo improrrogable hasta final de año. "El tiempo corre rápidamente", resalta el negociador de la UE.

Bruselas y Londres ya han pactado el 80% del texto del Tratado de divorcio. Pero la cuestión de la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte sigue siendo un escollo insuperable. La ministra británica ha vuelto a repetir este viernes desde Belfast que la solución que propone la UE -que Irlanda del Norte se quede en el mercado único y la unión aduanera mientras el resto de Reino Unido se va- es inaceptable porque cuestiona la integridad territorial del país. El negociador europeo le replica que hay que "desdramatizar" la cuestión y que se trata de hacer algunos controles a las mercancías en el mar de Irlanda para evitar una "frontera dura" en la isla.

Un 'no' educado a las ideas de May para el postbrexit

Los ministros de Asuntos Europeos de los 27 han debatido por primera vez este viernes el Libro Blanco que publicó la semana pasada el Gobierno de May sobre las relaciones futuras entre la UE y Londres, y que le costó la dimisión de dos ministros -David Davis y Boris Johnson- partidarios de una ruptura más radical con Bruselas. May propone que Reino Unido firme un acuerdo aduanero a medida con la UE y se mantenga en el mercado único de productos, pero no en el de servicios. 

La respuesta de Barnier ha sido una especie de 'no' educado. Ha evitado rechazar de plano las ideas de May, pero también ha dejado claro que plantean muchas más preguntas que respuestas. Y que podrían atentar contra los principios de integridad del mercado único de la UE e indivisibilidad de las cuatro libertades (libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas). En otras palabras, Londres pretende de nuevo elegir a la carta lo que le interesa de la Unión, algo que el resto de capitales ya le han dicho que no es posible.

Para el negociador de la UE, lo más positivo del Libro Blanco es que plantea una cooperación estrecha en materia de política de seguridad y defensa tras el brexit. Sin embargo, el capítulo económico suscita numerosos interrogantes. Las propuestas impedirían por ejemplo a Bruselas controlar si los productos procedentes de Reino Unido contienen transgénicos o pesticidas prohibidos, obligarían a multiplicar la burocracia y aumentarían el riesgo de fraude, ha dicho Barnier.

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