Macron lanza una encuesta nacional para legitimar su respuesta a los ‘chalecos amarillos’
- Su objetivo es transformar la cólera popular en soluciones a los problemas que sufre el país.
- Macron reacciona ante los chalecos amarillos: manifestarse con la cara tapada será delito.
- Macron responde a los chalecos amarillos: 30 cuestiones para reformar el país.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, se ha encontrado con un respaldo irregular a su fórmula de salida a la crisis de los "chalecos amarillos": un gran debate nacional con el que pretende transformar el malestar ciudadano, hasta ahora mostrado en violentas protestas callejeras, en propuestas políticas.
Después de presentar en la noche del domingo los principales temas en una carta abierta a los franceses y un día antes del lanzamiento efectivo del debate, la oposición expresó sus dudas sobre la validez del debate, al igual que algunos de los portavoces del movimiento protestatario.
El reto es duro para Macron, que pretende impulsar su mandato con esta respuesta a las protestas y abrir una profunda reflexión que desemboque en lo que él mismo definió como un nuevo pacto social.
Su objetivo es transformar la cólera popular en soluciones a los problemas que sufre el país y que, reconoce, han desembocado en el descontento de los "chalecos amarillos".
Ante ello, Macron dio marcha atrás hace unas semanas en algunas de sus políticas económicas y, aunque aseguró que el rumbo general de su acción no iba a cambiar, anunció medidas sociales por valor de 10.000 millones de euros.
Debate directo con los ciudadanos
Pero el movimiento no se detuvo y Macron trata ahora de encarrilarlo en un debate directo con los ciudadanos, articulado en cuatro temas: fiscalidad, organización territorial del Estado, democracia ciudadana o transición ecológica.
Macron no ha encontrado por ahora muchos compañeros de viaje, ante una oposición que no quiere darle oxígeno a pocos meses de las europeas de mayo.
Los "chalecos amarillos", que con frecuencia piden su dimisión en las manifestaciones, tampoco parecen dispuestos a trasladar al terreno del debate el órdago lanzado en las calles.
Muy divididos, y sin portavoces claros, solo algunos miembros del movimiento han mostrado su intención de participar en el debate, pero se han mostrado descontentos con el hecho de que el presidente haya asentado las bases del mismo antes de empezar a hablar.
Una crítica que comparten los partidos políticos, que no han dejado de atacar la iniciativa de Macron. La extrema derecha y la extrema izquierda, los dos partidos que más pelean por sacar partido del descontento de los "chalecos amarillos", han sido los más críticos.
"Es una forma de ganar tiempo de cara a las europeas", aseguró Jordan Bardella, el político de 23 años que encabezará la lista al Parlamento Europeo del partido de Marine Le Pen.
Su formación coincide con la izquierdista La Francia Insumisa en que Macron no tiene intención de aplicar las medidas propongan los franceses y, como dice su líder, Jean-Luc Mélenchon, se trata de "una maniobra de distracción" ante la protesta popular.
Los conservadores y los socialistas se mostraron menos categóricos, pero criticaron que el presidente dictara los términos de un debate que, en principio, debía estar abierto a toda propuesta.
En ese sentido, atacaron el hecho de que el Gobierno haya nombrado a dos de sus miembros, el secretario de Estado de Administración Territorial, Sébastian Lecornu, y la de Transición Ecológica, Emmanuelle Wargon, como responsables de la organización de los debates en ayuntamientos y entes locales.
Será a ese nivel donde deberán celebrarse los debates y, aunque la principal asociación de alcaldes parece hostil, la de regidores rurales, que este lunes se reunió con el presidente, fue más tolerante y aseguraron que facilitarán el debate, aunque exigieron que se traduzca en respuestas concretas.
Macron se la juega con esta audaz salida a una crisis que, de no salir bien, puede comprometer el conjunto de su mandato.
Necesita, para ello, que los ciudadanos participen de forma mayoritaria en el gran debate, lo que le daría una legitimidad difícil de contestar. Él, que ya prescindió de partidos y organizaciones tradicionales para conquistar el Elíseo en 2017, vuelve a apostar por el respaldo directo del pueblo.