El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ya lo avisó en 2017 cuando la economía crecía a velocidad de crucero: "El mejor momento para hacer obras es cuando hace buen tiempo". La Gran Recesión dejó al descubierto que la eurozona tiene grietas estructurales que amenazan con otra inundación en el momento en que estalle la siguiente tormenta. Pero los Gobiernos de la UE han ignorado la alerta.
La bonanza económica instaló un sentimiento de complacencia en las capitales. El incendio se había apagado y las obras ya no eran urgentes. Además, Alemania y Holanda han bloqueado sistemáticamente cualquier iniciativa que signifique compartir riesgos: no quieren pagar ninguna factura de los países del sur.
El resultado es que las goteras de la eurozona siguen sin reparar justo cuando se acerca ya la siguiente crisis, atizada por las guerras comerciales del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. "La recuperación económica ha mostrado recientemente algunos signos de debilidad, exacerbados por un contexto geopolítico más complejo y por las tensiones comerciales", alerta el Ejecutivo comunitario en su último informe sobre la Unión Económica y Monetaria (UEM) publicado este miércoles. Una posible crisis de deuda en Italia o un brexit caótico son otros de los factores que podrían desencadenar la siguiente recesión.
"Si bien es cierto que la crisis dio un fuerte impulso a las reformas, la voluntad política de trabajar para completar la UEM se ha ralentizado en un contexto económico más favorable. Pese a las innegables mejoras, el resultado es que la arquitectura de la Unión Económica y Monetaria presenta todavía importantes lagunas que actúan en detrimento del atractivo internacional del euro y de la capacidad de la UE de crear crecimiento y empleo", subraya el estudio.
El Ejecutivo comunitario hace saltar todas las alarmas: podría peligrar la propia supervivencia de la eurozona. Por eso pide a los Gobiernos que se pongan las pilas y busquen puntos de convergencia. "Las sensibilidades y las divergencias de puntos de vista sobre la manera de hacer avanzar la UEM son bien conocidas, pero no deberían impedirnos encontrar compromisos. Están en juego los resultados obtenidos con tanto esfuerzo en los últimos diez años. Ha llegado el momento de superar las opiniones polarizadas y reavivar nuestra ambición colectiva", apunta el informe.
El mensaje va dirigido a los ministros de Economía del euro, que se reúnen este jueves en Luxemburgo en busca de otro acuerdo de mínimos, otro parche temporal que permita aplazar de nuevo las decisiones más controvertidas. El pasado diciembre, los líderes europeos encargaron al Eurogrupo que avanzaran en tres frentes: el fortalecimiento del fondo de rescate de la UE (MEDE), la creación de un presupuesto específico para la eurozona y la puesta en marcha de un sistema común de garantía de depósitos bancarios.
Seis meses más tarde, apenas ha habido progresos. Persiste el choque entre los países del sur, liderados por Francia y España, que defienden profundizar la integración y compartir más riesgos en la UE; y los del norte, la nueva Liga Hanseática encabezada por Holanda, que apuestan por la disciplina fiscal y las reformas a nivel nacional casi como única receta. Todas las fuentes consultadas auguran una negociación a cara de perro hasta altas horas de la madrugada, que concluirá con un comunicado enrevesado que cada cual pueda interpretar como le convenga.
España pide más ambición
"Las discusiones se concentrarán en el instrumento presupuestario, donde las posiciones están todavía muy alejadas", explican fuentes del ministerio de Economía. España y Francia defienden que el presupuesto de la eurozona debe tener una función contracíclica de estabilización. Se trataría de auxiliar a los países que sufren una crisis específica que no afecta al resto y que al estar en el euro no pueden recurrir a devaluaciones o a una política monetaria nacional. Una ayuda que se concretaría, por ejemplo, en sostener el nivel de inversión pública o en pagar el seguro de paro.
Para cumplir esta función, París y Madrid piden que este instrumento tenga dos vías de financiación. En primer lugar, las perspectivas financieras de la UE, que de momento sólo contemplan una partida de 17.000 millones de euros para los próximos siete años, claramente insuficiente para salir al rescate de ningún país. Por eso, esta cantidad tendría que completarse con aportaciones nacionales de los países de la eurozona, que de momento no se han concretado.
"El presupuesto de la eurozona no será la gran bazoka que algunos esperaban, empezará siendo pequeño y quizá después crezca", explica un alto funcionario del Eurogrupo. Sin embargo, Holanda y la Liga Hanseática se oponen radicalmente a las ambiciones de España y Francia. En primer lugar, rechazan la función de estabilización y se niegan a dar dinero gratis a los países en crisis: cualquier desembolso debe condicionarse a la puesta en marcha de reformas estructurales. El pago sólo se hará cuando las reformas estén ya aprobadas, aplicadas y en funcionamiento. Los holandeses tampoco quieren aportaciones nacionales complementarias.
En estas condiciones, la ministra Nadia Calviño sopesa vetar cualquier acuerdo que se limite a un "instrumento de control" para forzar a los países de la eurozona a hacer reformas a cambio de "recompensas", como defiende Holanda. "Hemos trasladado que preferimos que esto no salga adelante", señalan las fuentes del ministerio de Economía.
Por lo que se refiere al refuerzo del fondo de rescate de la UE, los trabajos están más avanzados. Pero todavía hay diferencias sobre las condiciones que hay que imponer a los países que pidan una línea de crédito preventiva, el reparto de tareas entre el MEDE y la Comisión o la necesidad de un sistema de votación de emergencia para poder tomar decisiones urgentes en el plazo de 12-24 horas.
En contraste, el sistema europeo de garantía de depósitos, tercer pilar de la unión bancaria, sigue totalmente bloqueado por el veto de Berlín. "La unión bancaria ha sido concebida con tres pilares, no dos. El bloqueo sobre este tema es más que lamentable", se ha quejado el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici. El grupo de expertos que se creó en diciembre tampoco ha servido para encontrar vías de salida.
Según el Ejecutivo comunitario, ni siquiera un acuerdo ambicioso sobre el presupuesto y el sistema europeo de garantía de depósitos sería suficiente para reforzar la resistencia de la eurozona frente a futuras crisis. Bruselas insiste en que es necesario además crear un superministro europeo de Finanzas, títulos respaldados por deuda pública de la eurozona (un sucedáneo de eurobonos pero sin mutualización) o incluso un Tesoro europeo. Medidas todas ellas que para Alemania son anatema.
"Suele decirse que la UE se ha construido a través de las crisis. Pero no tiene que ser necesariamente así", ha dicho el vicepresidente económico de la Comisión, Valdis Dombrovskis. Los Gobiernos todavía tienen una última oportunidad de reparar las grietas de la eurozona antes de que estalle la tormenta en toda su intensidad.