"Preferiría estar muerto en una zanja antes que pedir otra prórroga del brexit", dijo a principios de septiembre Boris Johnson. El primer ministro británico se ha tenido que tragar sus palabras y ha enviado este sábado contra su voluntad una carta al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en la que le pide retrasar la fecha del brexit hasta el 31 de enero de 2020.
Lo ha hecho obligado por la denominada ley Benn, que le forzaba a pedir otra extensión si el 19 de octubre no se había aprobado un pacto de divorcio con la UE. Y eso es precisamente lo que ha ocurrido. Ni ratificación ni rechazo. Contra todo pronóstico, el Parlamento británico ha decidido aplazar la votación sobre el nuevo Acuerdo de Retirada que Johnson firmó con los líderes europeos el pasado jueves.
"La petición de prórroga acaba de llegar. Ahora empezaré a consultar con los líderes de la UE sobre cómo reaccionar", ha escrito a las 23:00 horas Tusk en su cuenta de Twitter. El presidente del Consejo Europeo ha hablado por teléfono con el primer ministro británico a las 20:15 horas, poco después de su derrota en el Parlamento británico.
Como expresión de protesta, Johnson no ha firmado la solicitud enviada a Bruselas. Además, ha enviado otra carta paralela a Tusk en la que sostiene que "otra extensión dañaría los intereses de Reino Unido y de nuestros socios de la UE y las relaciones entre nosotros". Una forma indirecta de sugerir a los líderes europeos que contesten que no.
¿Qué va a ocurrir ahora? De momento, el presidente del Consejo Europeo ha comunicado a Londres que la respuesta a la petición de aplazamiento "tardará algunos días", según confirman a EL ESPAÑOL fuentes europeas. Es la tercera prórroga que sopesa la UE: el brexit estaba previsto para el 29 de marzo, luego se retrasó al 12 de abril y después al 31 de octubre debido al caos político en Londres.
Los líderes europeos tienen intención de dilatar al máximo su decisión sobre el aplazamiento con el fin de presionar al Parlamento británico para que apruebe el brexit de Boris Johnson. Pretenden meter miedo a los parlamentarios: o aceptan el compromiso o existe un riesgo claro de que Reino Unido abandone la UE sin acuerdo el 31 de octubre, en apenas 10 días. Todavía esperan que Westminster ratifique el Acuerdo de Retirada la semana que viene.
En ese caso, la Eurocámara aún estaría a tiempo de votar el pacto de divorcio el próximo jueves. Se cumplirían así todos los trámites para que Reino Unido abandone la UE de forma ordenada el 31 de octubre, la fecha que había prometido Johnson. Ese es también el escenario que ahora mismo prefieren los líderes europeos.
¿Cumbre de emergencia el 30 de octubre?
Si no es así, lo más probable es que se convoque otra cumbre de emergencia el 29 o el 30 de octubre para debatir sobre la prórroga. Y no hay ninguna duda sobre cuál será la respuesta. Los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 dirán que sí a retrasar la fecha de salida de Reino Unido. La UE no quiere aparecer como responsable de empujar a Johnson al precipicio de un brexit salvaje, que además tendrá consecuencias económicas devastadoras para la eurozona.
Eso sí, los líderes europeos pedirán al primer ministro británico un buen motivo para justificar esta tercera prórroga. O bien garantías de que el Acuerdo de Retirada se ratificará en cuestión de días. O bien el compromiso de que se van a convocar elecciones anticipadas que permitan repartir de nuevo las cartas.
En ese caso, la UE (aunque no lo diga) irá con Johnson, ya que tiene firmado con él el divorcio. Los Veintisiete están hartos de negociar con Londres y quieren poner fin cuanto antes a la saga interminable del brexit, que dura ya tres años. Cualquier nueva prórroga será corta: se limitará a lo estrictamente imprescindible para cubrir la ratificación del divorcio o las elecciones.
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