Es una situación sin precedentes: nunca, en sus 47 años de democracia, la Asamblea de la República Portuguesa había tumbado unos Presupuestos Generales del Estado. Ocurrió este miércoles. Los socios del Gobierno del socialista António Costa, el Bloco de Esquerda (BE) y el Partido Comunista Portugués (PCP), votaron en contra de las cuentas y el Ejecutivo no consiguió los votos necesarios.
Sin mayoría, y reconociendo el "fracaso personal" por no haber logrado el acuerdo, Costa vistió el traje de candidato en el mismo atril del Parlamento y empezó la campaña, pidiendo una "mayoría reforzada". "Confío en que mi frustración y la frustración de los electores de la izquierda se pueda convertir en una mayoría reforzada, estable y duradera en una próxima sesión legislativa", dijo.
La pelota está ahora del lado del presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa. Es él quien tiene que decidir cuál será el futuro inmediato del país y cómo se solucionará la crisis política abierta. Y, si bien es cierto que se viene dando por hecho la convocatoria de elecciones anticipadas, no es la única opción.
Fue el propio Rebelo de Sousa quien dio pie a un escenario de adelanto electoral. Días antes de la votación de los Presupuestos, y en un movimiento que podría interpretarse como de presión a las fuerzas de izquierda, el presidente dijo públicamente que, sin Presupuestos, disolvería la Asamblea y convocaría elecciones anticipadas.
Después de la votación, Rebelo de Sousa cenó con el primer ministro y el presidente de la Asamblea. Este viernes recibirá a los agentes sociales, el sábado se reúne con los líderes de los partidos y el miércoles, 3 de noviembre, convocará de manera extraordinaria al Consejo de Estado. Después anunciará cuál es su decisión.
¿Otros presupuestos?
En declaraciones a los medios de comunicación, la líder parlamentaria socialista, Ana Catarina Mendes, pidió al presidente que convoque elecciones "lo antes posible". Sin embargo, los partidos de izquierda, entre los cuales están los dos que tumbaron los Presupuestos, prefieren que Rebelo de Sousa dé una nueva oportunidad al Gobierno de presentar unos nuevos presupuestos.
"Creemos que el presidente se ha precipitado en sus declaraciones. Hay otras alternativas que se pueden explorar antes de disolver la Asamblea de la República, por ejemplo, la presentación de unos nuevos Presupuestos", ha dicho Inês Sousa Real, portavoz del Partido Pessoas-Animais-Natureza (PAN).
Esta sería una posibilidad, pero tendría que contar con el visto bueno de António Costa, una vez que presentar el Presupuesto es una prerrogativa del Gobierno y, de no querer hacerlo, el presidente no le podría obligar.
A la salida de la Asamblea, Costa dijo estar listo para respetar la decisión del presidente, pero ni siquiera puso la posibilidad de volver a presentar el documento: "El Gobierno respeta las competencias propias del presidente, y haremos lo que él decida: ir a elecciones, si es esa su decisión, o gobernar con duodécimos, si es esa su decisión".
Esta última posibilidad es otra de las alternativas a las elecciones anticipadas. Se trata de gobernar repartiendo el gasto de 2021 entre los 12 meses. Esta fórmula, legal, plantearía sin embargo varias dificultades a la hora de utilizar los fondos europeos de recuperación.
La derecha, en reconstrucción
Si, como todo parece indicar, Marcelo Rebelo de Sousa convoca elecciones anticipadas, las urnas se abrirían a inicios de año, con el 9, el 16 y el 23 de enero como fechas más probables.
En este escenario, entra en juego el tacticismo político y, en ese sentido, la derecha puede estar en desventaja. Pese a haber conseguido hacerse con Lisboa en las recientes elecciones municipales, el Partido Social Demócrata (PSD), principal fuerza de la oposición, no pasa por su mejor momento.
Su líder, Rui Rio, ve su liderazgo disputado por el eurodiputado Paulo Rangel y un adelanto de las elecciones generales obligaría a acelerar el congreso del partido. Rio, que apoyó al Gobierno durante toda la pandemia, ve tambalearse su posición justo por su moderación, vista desde algunos sectores de su partido como señal de debilidad.
También el democristiano CDS, que viene perdiendo influencia de forma progresiva, está centrado en sus luchas internas y se presentaría en una posición poco favorable.
En los últimos años la derecha portuguesa se ha fragmentado por completo. A los dos partidos mencionados, con larga trayectoria en la política nacional, se han juntado dos más: el Iniciativa Liberal, y el ultraderechista Chega. Un abanico tan amplio que puede provocar una repartición de los votos que haga imposible la formación de Gobierno.
Además, una victoria a la derecha con un margen escaso por parte del PSD, podría poner a los socialdemócratas ante la tesitura de aceptar a la extrema derecha en el Gobierno de la nación.
André Ventura, el líder de Chega y hasta ahora único diputado ultraderechista en la Asamblea de la República, sería el único que beneficiaria claramente de unas elecciones en estos momentos, una vez que ha visto subir el porcentaje de votos en cada ida a las urnas.
Sin mayorías
A la izquierda, los analistas coinciden en que es probable que el electorado castigue a las fuerzas que han tumbado los Presupuestos. Bloco de Esquerda y Partido Comunista se verían mermados en las urnas, como ya ha ocurrido en las elecciones municipales de septiembre.
Quedaría por ver cómo afectarían los resultados al Partido Socialista. Es decir, si el electorado compra el discurso del Gobierno, de que hizo todo lo posible para conseguir la aprobación de los Presupuestos, o si compra el relato de la oposición a la izquierda, que le acusa de intransigencia.
Sea como fuere, la única certeza es que una ida a las urnas implicará construir un nuevo puzzle en la Asamblea de la República, porque ninguno de los partidos se hará con la mayoría necesaria para gobernar en solitario. Eso, claro, en el caso de que sea el camino elegido por Marcelo Rebelo de Sousa.