(ENVIADO ESPECIAL) Lviv (Ucrania)

A un grado bajo cero y con las sirenas antiaéreas sonando por toda la ciudad, un tipo con bigote frondoso y gorra plana en la cabeza apura un pitillo en la entrada de una nave industrial. Nada más terminar, se frota las manos para calentar sus dedos sin guantes revelando, con el movimiento, que el objeto que lleva colgado a la espalda es un Kalashnikov. Sonríe.

Desde hace una semana, en Ucrania nadie se fía de nadie. Da igual que Lviv, la principal urbe al oeste del país, se encuentre a 500 kilómetros de la capital.

A unos pocos metros, un grupo de nueve personas aprende a manejar un hacha y a esquivar un ataque de arma blanca. Podría ser una formación cualquiera de los miles de reservistas que ha movilizado el ejército ucraniano, pero es la sede de Pravda, una fábrica cervecera que tras el reciente asalto ruso dejó las catas y los eventos a un lado para preparar cócteles molotov.

“La idea fue de uno de nuestros empleados”, confirma Taras Maselko, director de relaciones públicas del holding empresarial que incluye hoteles y restaurantes en Polonia, Azerbaiyán, Moldavia o Rumanía.

Él, como muchos de sus compañeros, cuenta con experiencia en tácticas de guerrilla callejera por la revolución del Maidán. Aquellas protestas de finales de 2013 y 2014 fueron el preámbulo de un conflicto que arrancó con la invasión rusa de Crimea y el apoyo logístico del Kremlin a los rebeldes de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Luhansk, cuya independencia reconoció Putin el pasado lunes.

Imagen desde el exterior de la fábrica. Sus responsable piden no revelar la ubicación. F.T.

También coincidió en el tiempo con la apertura de la fábrica. Algo que llevó a utilizar en su cerveza más vendida un eslogan popularizado por aquellas fechas: “Putin huylo”. Que traducido del ruso al español vendría significar algo así como “Putin gilipollas” o “Putin imbécil”.

“Obviamente es la botella que utilizamos para los cócteles y es la que mejor envía el mensaje que queremos”, ríe Maselko en la cafetería de la oficina.

2.000 bombas incendiarias

En apenas unos días, la producción de la empresa ha superado las 2.000 unidades, un número que, unido a la importante cobertura mediática, ha provocado el desplazamiento de la producción a otro punto de la ciudad. Del mismo modo, han logrado recaudar 3.800.000 grivnas (113.000 euros, aproximadamente) para reforzar al ejército y financiar ayuda a los desplazados.

Las botellas tienen una pegatina en la parte frontal en la que aparece el exagente del KGB sentado desnudo en un trono. Alrededor, soldados, armas, y vehículos militares. El suelo rojo intenso representa la sangre derramada de los cerca de 14.000 fallecidos que reportaban las cifras oficiales hasta la agresión rusa de finales de febrero.

Una fábrica de cerveza ucraniana pasa a producir cócteles molotov

Estos cócteles molotov, o de resistencia, como los han renombrado aquí, nutren a las Fuerzas de Defensa Territorial de Ucrania en la región de Lviv, cuya capital está a escasos 90 kilómetros de la frontera polaca, y a las milicias de Kiev gracias a grupos de voluntarios desplazados a defender el corazón del país.

“Dependiendo del destino, preparamos un tipo de botella u otro. Aquí las dejamos abiertas y dispuestas para que se puedan prender rápidamente. En el caso de enviarlas lejos, van cerradas y pegamos la mecha alrededor del cristal para que el uso sea sencillo”, especifica Maselko. Y por las informaciones e imágenes que maneja el director de relaciones públicas, estos vidrios verdes con la cara de Putin ya han sido usados contra los blindados rusos.

Las sirenas antiaéreas también suenan en las inmediaciones de esta fábrica ubicada en una zona industrial de Lviv. F.T.

Auspiciado por el Gobierno

Tras la segunda noche de ataques aéreos dirigidos desde Rusia, muchos analistas dieron por perdida la soberanía ucraniana. Los bombardeos habían inutilizado aeropuertos y bases de las fuerzas armadas en lo que parecía una guerra relámpago a resolver sin que la comunidad internacional hubiera tenido tiempo de reaccionar. Los constantes avisos de la inteligencia americana no habían servido de nada. Kiev estaba a punto de caer.

Presentes ya en diferentes check-points de la región, y en Kiev, algunas cajas aguardan en la fábrica su reparto. F.T.

Sin embargo, cada ataque repelido, cada avión derribado, cada hora ganada a un enemigo que ha unido al pueblo, insufló ánimo en la moral ucraniana. El presidente Zelenski se puso el jersey militar y se negó a huir, convenciendo a los más críticos con su figura.

La cuenta oficial en Twitter del Ministerio de Defensa dio pistas del plan: “Pedimos a los ciudadanos que informen sobre el movimiento de unidades. Haz cócteles molotov, ¡neutraliza al ocupante!”. La Guardia Nacional también compartió carteles y explicó a qué partes de los vehículos lanzar los objetos incendiarios. Iban a resistir pueblo a pueblo. Calle por calle. Dejando claro al Kremlin que para ganar tendrá que pasar por encima de muchos más cadáveres de los planeados.

Algo que entendieron a la perfección los trabajadores de Pravda y que jefes como Tara Maselko insisten en recalcar: “Seguramente sea la única vez en nuestras vidas que tengamos que usar este tipo de armas, pero también prueba que estamos dispuestos a frenar al enemigo y defender nuestros hogares”. Hombres y mujeres convencidos de plantarse frente a un tanque y pelear.

Los cócteles molotov fueron un importante arma en la revolución de 2014, ahora se envían para defender al Gobierno. F.T.

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