El primer ministro ultranacionalista húngaro, Viktor Orbán, ha logrado un cuarto mandato consecutivo tras apuntarse una contundente victoria en las elecciones de este domingo, dominadas por las inseguridades despertadas por la guerra en la vecina Ucrania.
Sin embargo, Orbán ha fracasado estrepitosamente en el referéndum celebrado a la par que la votación de las eleciones sobre la ley que prohíbe hablar de homosexualidad y cambio de género a menores -criticada como homófoba dentro y fuera del país- al no alcanzar el quórum mínimo del 50% de votos válidos.
Según informó este lunes la Oficina Nacional Electoral, el 44% de los húngaros emitieron votos válidos a las cuatro preguntas que figuraban en las papeletas, aunque el apoyo al "no" -por el que hizo campaña el Gobierno- ha alcanzado más del 90% en las papeletas escrutadas.
"Enorme vistoria"
"Hemos conseguido una enorme victoria", dijo Orbán, de 58 años, ante miles de simpatizantes que coreaban su nombre en Budapest.
"Una victoria que quizá se pueda ver desde la Luna, pero seguro que sí se ve desde Bruselas", agregó en una crítica a la Comisión Europea, que le abrió recientemente un expediente por la ley húngara que prohíbe hablar de homosexualidad a menores.
Con el 92% de los votos escrutados, el partido gobernante Fidesz está camino de obtener 135 escaños en el parlamento de 199 miembros, mientras que la oposición sumaría 56 diputados.
Eso permitiría al Gobierno retener su mayoría absoluta de dos tercios que le ha permitido emprender en solitario cambios de rango constitucional los últimos 12 años.
Esa mayoría le ha garantizado controlar todas las estructuras del Estado -también el Tribunal Constitucional- y, además de los medios de comunicación estatales, domina a través de empresarios cercanos casi todas las cabeceras del país, lo que garantiza a Orbán una cobertura favorable.
Una de las sorpresas de las elecciones ha sido el resultado del partido de extrema derecha Nuestra Patria, que superó el umbral del 5% y suma cinco escaños.
Fracaso opositor
Uno de los símbolos del fracaso opositor ha sido que su candidato a primer ministro, Péter Márki-Zay, no ha sido capaz de vencer ni en su circunscripción electoral de Hódmezõvásárhely, ciudad de la que es alcalde desde 2018.
El candidato opositor, un economista de 49 años, se ha quejado amargamente los últimos días de que sólo le dieran los cinco minutos asignados por ley en la televisión pública durante toda la campaña, mientras que la presencia de Orbán es constante.
"No puedo ocultar mi desilusión", afirmó Márki-Zay en una aparición en solitario en la que no le arropó ninguno de los líderes de los seis partidos de distinta ideología que formaron la coalición Unidos por Hungría.
La felicitación de Putin
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha felicitado a Viktor Orbán, el único aliado con el que cuenta en la Unión Europea.
Putin expresó que "pese a la compleja situación internacional el desarrollo de las relaciones bilaterales responden en su totalidad a los intereses de Rusia y Hungría".
La guerra, determinante
Con todo, estas elecciones han mostrado una vez más la capacidad de Orbán para leer de forma acertada la situación y sacar provecho a la invasión rusa de Ucrania que, en principio, le desfavorecía.
El primer ministro, quizá el político de la Unión Europea más cercano al presidente ruso, Vladímir Putin, interpretó bien el miedo de los electores al cambio en épocas de incertidumbre y modificó el lema de campaña a Guerra o paz.
En el último mes la intención de voto de Fidesz ha subido con el mensaje de que Orbán es un líder experimentado que garantiza la estabilidad mientras que la oposición, de ganar, podría "arruinar" al país y llevarlo a involucrarse en el conflicto.
La solidaridad de la oposición con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, la describió Orbán como un paso belicista y sostuvo que iban a dañar la economía del país al unirse a un embargo del petróleo y el gas ruso.
Hungría importa el 85% de su gas y más del 60% de su petróleo de Rusia y Orbán ha reafirmado que no dejará de comprarlo por el daño económico que causaría.
Poco importaba que las acusaciones de Orbán careciesen de fundamento o que el lema de Guerra o paz fuese maniqueo, lo importante es que supo leer la inseguridad de un electorado que perdió el apetito por el cambio.
Admirado por los nacionalistas
El primer ministro, un crítico feroz de la inmigración, los derechos LGBT y los "burócratas de la UE", se ha ganado la admiración de los nacionalistas y la ultraderecha europea, que le acompañó en su victoria.
Orbán agradeció en su intervención a sus "amigos de EEUU, Italia, Austria y España" el apoyo recibido en las elecciones.
"Ha ganado la política conservadora, patriota, y nuestro mensaje es que ésta no representa el pasado, sino el futuro", dijo el primer ministro.
Su victoria llega cuando pasa por su momento de más aislamiento internacional, alejado incluso de sus socios del Grupo de Visegado -Polonia, República Checa y Eslovaquia- por su cercanía a Putin, mientras que en los gobiernos de Europa Occidental despierta desde hace tiempo escaso entusiasmo.
Algunos analistas especulan que en esta legislatura Orbán puede adoptar una postura más europeísta para asegurarse el desbloqueo de los fondos europeos que Hungría necesita para garantizarse un buen crecimiento económico.
Fracaso de la ley homófoba
El referéndum celebrado el domingo en Hungría sobre la ley que prohíbe hablar de homosexualidad y cambio de género a menores ha fracasado al no alcanzar el quórum mínimo del 50% de votos válidos.
La aprobación de la ley provocó que la Unión Europea (UE) abriera un procedimiento de infracción contra Hungría, al considerarla homófoba, discriminatoria y contraria a los valores comunitarios.
"El referéndum de propaganda excluyente ha sido inválido. Tenemos por delante un camino largo y difícil, pero juntos lo lograremos. Allí estaremos. Agradecemos a todos los votos inválidos", valoró el resultado Háttér, la organización de defensa de los derechos LGTB+ más importante de Hungría.
Luca Dudits, parte de la directiva de Háttér, aseguró a Efe antes del referendo que Orbán tenía una visión homófoba parecida a la del presidente ruso, Vladímir Putin, conocido por sus políticas contra la minoría LGTB.
"Como cuando aseguró que Hungría es tolerante hacia las minorías, pero que hay líneas rojas que no se pueden cruzar", indicó.
La consulta buscaba el refrendo popular a una ley que fue planteada inicialmente para luchar contra los abusos a menores pero a la que el Fidesz, el partido de Orbán, vinculó con la pederastia y agregó la prohibición de hablar a los menores de homosexualidad o cambio de género.
Que el referendo no sea válido no afecta a la continuidad de la normativa, que está actualmente en vigor y el Gobierno, por el momento, no se plantea modificar.