El canciller Scholz, 'peleado' con su ministro de Hacienda por no dejarle ampliar su oficina
El ministro de Hacienda de Olaf Scholz se niega a ampliar la Cancillería Federal en un mastodóntico proyecto valorado en casi 1.000 millones.
7 abril, 2023 02:52Puede que ya haya llegado la primavera y haya pasado la amenaza de un mortal invierno sin gas ruso. “La paz social” que tanto amenazaba a Alemania si el país dejaba de comprar el gas ruso del que se hizo “adicto” no ha sufrido grandes trastornos pese a que la inflación sigue en máximos históricos. En marzo, los precios subieron un 7,4% en Alemania.
Es más, en 2023, Alemania ha cesado sus importaciones de gas del país de Putin. “Nadie esperaba que sobreviviríamos con facilidad a un cese total del suministro del gas ruso”, afirmaba a principios de año el canciller alemán, Olaf Scholz, en el Foro Económico de Davos.
Las previsiones de su Ejecutivo han llegado incluso a descartar, de momento, la recesión para este año. La economía, eso sí, crecerá apenas un 0,2%, dicen en el Gobierno alemán, aunque esos cálculos no tienen en cuenta eventuales consecuencias de las turbulencias que acusan los mercados financieros y que ya causaron un importante susto bursátil a Deutsche Bank, la mayor entidad alemana y una de las grandes de la economía global.
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De momento, eso sí, la economía alemana aguanta sin hundirse. Para explicar este aguante alemán habría que considerar muchos factores. Las aperturas de las terminales móviles para la entrada del gas natural líquido en el norte del país, el exitoso ahorro del gas natural, el almacenamiento de ese hidrocarburo, recurrir con intensidad al carbón como fuente de energía, más allá de las fortalezas industriales clásicas germanas, sirven para entender por qué Alemania resiste a las consecuencias de la ilegal invasión de Rusia contra Ucrania.
Ahora bien, el Gobierno alemán también ha utilizado para resistir masivas medidas de apoyo para que su población y empresas aguanten la crisis energética y el tremendo alza de los precios. Entre las iniciativas que han puesto en marcha Scholz y compañía figura aquel plan dotado de 200.000 millones de euros con el que rescatar a la economía del país, la mayor del viejo continente y la cuarta a nivel mundial.
Para financiar medidas así, el país ha tirado, fundamentalmente, de endeudamiento. Por merecida fama de país rico que tenga, Alemania no nada en la abundancia. Mucho del músculo económico teutón se explica por su también reconocido internacionalmente carácter ahorrador. Siguiendo esa tradición, el ministro de Hacienda de Alemania, el liberal Christian Lindner se ha transformado ahora en el “Señor no”. Él es ahora el responsable del Ejecutivo alemán que dice “no” a toda voluntad de gasto gubernamental que él considere superfluo.
En los días más complicados de la crisis del euro, era a Merkel a la que llamaban internacionalmente “Señora no”, por poner dificultades a propuestas de salvamento económico de los países del sur de Europa, como España.
¿1.000 M. para ampliar la Cancillería?
De momento, se ha enfrentado Lindner a los planes de su jefe para ampliar la Cancillería Federal, el equivalente al Palacio de la Moncloa en Madrid. Se supone que en 2028 ha de terminarse una mastodóntica ampliación del lugar de trabajo de Scholz.
Dicha reforma multiplicaría por dos el espacio de la actual Cancillería Federal, convirtiéndola en “la mayor oficina central del Gobierno del mundo”, de acuerdo con las estimaciones del diario Bild, el periódico más leído de Alemania.
El coste de semejante obra, espectacular, según las imágenes del proyecto que comparte con EL ESPAÑOL la Oficina Federal de Construcción y Ordenación del territorio (BBR, por sus siglas alemanas), se estima en 777 millones de euros.
Inicialmente, se dijo oficialmente que el coste sería de 637 millones de euros. El proyecto incluye puentes peatonales sobre el río Spree que unirían al actual edificio en el que trabaja Scholz con las nuevas dependencias de la Cancillería Federal. En el nuevo complejo hay espacio para nada menos que 400 oficinas. Suman 23.000 metros cuadrados.
Los militantes del buen uso del dinero público, reunidos en la Federación Alemana de Contribuyentes, se atreven incluso a temer por un coste que podría superar los 1.000 millones de euros. “Antes de la ceremonia de colocación de la primera piedra, los gastos previstos ya habían aumentado considerablemente”, recuerdan en esa organización ciudadana.
“Para el nuevo edificio se aprobaron inicialmente unos costes totales de 485 millones de euros. Más tarde se supo (…) que al Gobierno federal le podría costar unos 601 millones de euros. Luego, la previsión volvió a aumentar: el Gobierno federal asumió unos costes totales de unos 637 millones de euros. A esto hay que añadir un colchón de riesgo de 140 millones de euros (…) En total, se han presupuestado 777 millones de euros”, explican con visible desconfianza los contribuyentes organizados.
La Federación Alemana de Contribuyentes pide que se pare el proyecto. Y seguramente aprueben a Lindner, que dijo el otro día en la televisión pública que no es momento para gastos como el de la ampliación en la Cancillería Federal.
“Creo que en tiempos de trabajo desde casa y trabajadores con flexibilidad de ubicación, un nuevo edificio que cueste al menos 800 millones para la Cancillería Federal es prescindible”, según Lindner. “Creo que va a disgustar el sugerir esto [parar el proyecto]. ¡Pero es mi trabajo!”, abundaba el guardián las finanzas germanas.
“Dejar de endeudarnos”
Para disgusto de Scholz, su ministro de Hacienda, ha sacado las tijeras. Para 2024 quiere cerrar próximamente un presupuesto que incluya la nueva y faraónica obra de la Cancillería Federal. Es más, incluso en su propio ministerio, uno de los más importantes del Ejecutivo, se ha parado la construcción de un edificio de ampliación.
La obra para ese proyecto se ha estimado en unos 322 millones de euros. “Tenemos que dejar de endeudarnos. Para ello, me estoy replanteando proyectos deseables pero no necesarios. Por eso cuestiono el nuevo edificio para el Ministerio de Hacienda”, decía Lindner hace unos días al diario Bild. La reforma del Ministerio de Hacienda data de 2019, cuando el que llevaba las riendas de las finanzas alemanas, bajo el mandato de la otrora canciller Angela Merkel, no era otro que Olaf Scholz.
Hubertus Bardt, economista e investigador del Instituto para la Economía de Alemania (IW), un centro de estudios económicos con sede en Colonia (oeste germano) conviene en afirmar a EL ESPAÑOL que, para la magnitud presupuestaria del Estado alemán, esas cantidades son “simbólicas”.
“Es un símbolo dejar de gastar en la ampliación de la Cancillería Federal o el Ministerio de Hacienda, porque son sumas relativamente pequeñas. Pero, si se van sumando, las pequeñas sumas de dinero dan lugar a una cantidad mayor”, dice Bardt.
A su entender, Lindner está trasladando al país que “hay que gastar en lo que sea necesario”. En este contexto, “hacer un nuevo edificio para el canciller habría sido algo muy difícil de comunicar”, según Bardt. Y tanto.
Las obras para levantar la ampliación de la Cancillería Federal no han comenzado y ya se ha reprochado al Gobierno desde la oposición el estar pensado en gastar el dinero de los contribuyentes en palaciegas oficinas en lugar de ayudar con las dificultades económicas que atraviesan no pocos alemanes. Así lo ha dejado dicho la diputada democristiana Franziska Hoppermann: “Para el Gobierno son más importantes estas torres de marfil que aliviar los gastos que tanto pesan a los ciudadanos”.