Cuando rugen los Grad: así trabaja la artillería móvil ucraniana en el frente de combate de Bakhmut
El Ejército de Zelenski sigue recuperando territorio en Donetsk y Zaporiyia, a un ritmo más sosegado que al principio de la contraofensiva, pero con menos pérdidas.
17 julio, 2023 02:22Cuatro minutos. Ese es el tiempo que tienen para apuntar los tubos lanzacohetes, descargar el atronador "granizo" que hay en su interior, volver a poner la pieza en posición de reposo, arrancar sin mirar atrás y ponerse a cubierto lo antes posible, para que las contrabaterías rusas no les alcancen cuando devuelvan el fuego. Todo transcurre en menos de cuatro minutos: en campo abierto, a la vista de cualquier dron enemigo que sobrevuele la zona y sin refugios subterráneos en los que cobijarse si algo sale mal.
La tensión del momento –en el que no da tiempo siquiera a pensar en las consecuencias de ese “si algo sale mal”–, contrasta con la calma que lo envolvía todo unos minutos antes, en la posición donde la 80 Brigada Aerotransportada del Ejército de Ucrania esperaba órdenes a tan sólo 5 kilómetros de las líneas rusas.
El comandante de la pieza de artillería, Konstantin, charlaba animadamente con tres de sus muchachos, junto al BM-21 "Grad" para el que habían cavado su propia trinchera. Mientras, otros dos soldados se resguardaban del calor de julio bajo tierra, mirando el móvil despreocupados, como si no hubiese una guerra que librar en la superficie.
“¿Por qué te alistaste?”, le pregunto al más joven. “Tengo 22 años, me alisté hace tres. Por aquel entonces yo hablaba mucho con soldados sobre lo que estaba pasando… Supongo que me alisté para ver hasta qué punto era cierto lo que decían y para proteger a mi país”.
Su compañero, Vasyl, lo tiene más claro. “Yo tengo 28 años, y serví en el Ejército entre 2016 y 2019. Cuando comenzó la invasión no lo dudé ni un instante: ese mismo día me volví a alistar”. La entrevista se interrumpe cuando otro soldado entra a la trinchera subterránea a buscar a Zenova y Vasyl: hay una llamada de radio, tienen que lanzar un ataque contra las posiciones rusas.
Al salir al exterior, la escena ha cambiado por completo. Ya nadie fuma cigarrillos ni ríe despreocupado. El comandante de la pieza de artillería habla con el comandante de zona, y ambos teclean en sus tabletas sin pestañear: están fijando las coordenadas del objetivo que les han ordenado abatir.
Al mismo tiempo, el resto de la unidad empieza a preparar el lanzacohetes –acoplado sobre un camión– para arrancar en cuanto les den la orden. Cada uno sabe cuál es su misión, y se nota que están bien coordinados.
Han pasado de cero a cien en un momento: el tiempo de reacción es clave en una posición de artillería móvil como ésta, de la que probablemente dependa la vida de decenas de soldados de infantería que necesitan su respaldo lo antes posible para seguir avanzando o para iniciar una retirada.
La guerra no se puede hacer sin bajas
"Por supuesto que el trabajo es peligroso, pero hay posiciones peores", asegura Yaroslav, el comandante de área de la 80 Brigada Aerotransportada. Bajo el mando de Yaroslav hay varias posiciones más de artillería, repartidas estratégicamente en el flanco sur de Bakhmut. Y la radio no da tregua.
"Ahora pensamos y trabajamos de una forma más profesional, hemos cambiado, también el escenario ha cambiado, y tenemos que adaptarnos a la situación", reflexiona cuando le pregunto si la guerra ahora es más peligrosa que antes.
"Hay que entender que el miedo también cambia con el tiempo, ahora nos mueve el impulso de avanzar; pero cuando hieren a uno de tus hombres sigue siendo duro emocionalmente. A mí no me hace feliz perder a nadie, pero desafortunadamente la guerra no se puede hacer sin bajas", sentencia, mientras se pone en marcha.
Hay mañanas en las que salen a disparar hasta cinco y seis veces. No desvelan cuántos proyectiles pueden lanzar cada día contra el enemigo –es información clasificada–, pero lo cierto es que la actividad en flanco sur de Bakhmut es muy intensa estos días. “En estos momentos estamos repeliendo una ofensiva rusa", añade.
No son los únicos que participan en las operaciones mlitares de la zona. Por cada columna de humo que vemos en el horizonte –provocadas por los proyectiles rusos–, se escucha como los ucranianos devuelven el fuego. Y junto a las posiciones de artillería, la infantería y las tropas de asalto también están haciendo su trabajo.
Más armamento soviético
Como la inmensa mayoría del arsenal armamentístico que están desplegando en esta guerra, tanto Rusia como Ucrania, el BM-21 Grad es un arma de diseño soviético. Un lanzacohetes múltiple, con una alta movilidad y versatilidad. Se creó en 1964, pero se sigue fabricando a día de hoy por su buen rendimiento.
Los 36 tubos lanzadores que tiene, pegados uno al lado de los otros en una estructura rectangular de varias capas, van montados sobre un robusto camión que alcanza los 75 kilómetros por hora.
En el propio camión se desplazan también los seis hombres que manejan el lanzacohetes. Y aunque su aspecto es un tanto tosco, su agilidad a la hora de esquivar las contrabaterías enemigas le confiere uno de sus puntos fuertes.
El BM-21 Grad, también llamado “granizo", dispara munición de 122 milímetros. Tienen un alcance de 40 kilómetros, y al principio de la invasión a gran escala se hicieron muy famosos porque las tropas rusas estuvieron machacando con ellos la provincia de Járkov –durante varios meses–. Hasta que el Ejército ucraniano los hizo retroceder, y ya no tuvieron el suficiente alcance.
Pero en el frente de combate de Bakhmut, las distancias son mucho más cortas. Y el rendimiento de estas piezas de artillería móviles está siendo muy apreciado.
Posiciones móviles y respuesta rápida
La contraofensiva ucraniana arrancó –hace casi mes y medio– con importantes pérdidas de armamento y muchas bajas personales. Si bien es normal sufrir más bajas cuando se ataca que cuando se defiende, el desgaste de las primeras semanas no era asumible para el Ejército ucraniano, que ha cambiado de estrategia.
Ahora, las informaciones que llegan de los frentes más activos –como Zaporiyia– explican que tras ver lo fuertemente minadas están las líneas defensivas rusas, están abordándolas de otra manera menos expuesta. Así que el avance es más lento.
Sin embargo, y también según fuentes militares que están en fase activa en Zaporiyia, ya hay puntos en los que los ucranianos han logrado abrir brecha y los rusos han empezado a huir. “Sólo presentan batalla en aquellas posiciones en las que cuentan con arsenales de misiles antitanque, en el resto huyen”, asegura uno de los oficiales que está participando en la contraofensiva.
En el frente de Bakhmut el objetivo no es tanto liberar poblaciones ocupadas, como empujar a las tropas del Kremlin para que pierdan el territorio que habían conquistado metro a metro desde que comenzó el asedio del norte de Donetsk. Y a la vista de los mapas de situación –que se actualizan cada día con los avances de uno y otro ejército–, los ucranianos llevan varias semanas obteniendo buenos resultados.
No va a ser una contraofensiva tan fulminante como la que Zelenski planificó en absoluto secreto el pasado otoño, logrando liberar el Oblast de Járkov en apenas dos meses. Esta vez es probable que la campaña militar se alargue hasta bien entrado el invierno. Y su avance va a depender del armamento que los países aliados de Kiev continúen enviando. Si finalmente llegan los F-16, todo puede dar un vuelco.
Mientras tanto, desde las posiciones que combaten a pocos kilómetros de las líneas rusas –como la de la 80 Brigada Aerotransportada–, seguirán haciendo rugir sus Grad para empujar a las tropas del Kremlin lo más cerca posible de la casilla de salida.
Me despido de ellos en un polvoriento cruce de caminos, mientras escuchamos los impactos de la artillería rusa cayendo muy cerca de donde estamos. Ellos regresan a su posición, a esperar la siguiente llamada de radio. Y vuelven a sonreír y a bromear, hasta los siguientes cuatro minutos en los que se lo volverán a jugar todo.