Kupiansk, situada a 9 kilómetros del frente de batalla, se ha convertido en una de las ciudades más bombardeadas de Ucrania

Kupiansk, situada a 9 kilómetros del frente de batalla, se ha convertido en una de las ciudades más bombardeadas de Ucrania María Senovilla

Europa

Sin tregua para Kupiansk: Rusia contraataca en el este de Járkov con más de 100.000 soldados

El Kremlin ha lanzado una ofensiva en el frente oriental, con las tropas que tenía apostadas en Lugansk desde el invierno, para obligar a Zelensky a dividir su Ejército.

19 julio, 2023 02:02

Siguiendo la máxima "divide y vencerás" el Kremlin pretende aliviar la presión que están sufriendo sus tropas en los frentes de combate de Zaporiyia y Bajmut, agravada ahora por los ataques ucranianos contra Crimea. La jugada ha consistido en movilizar a las decenas de miles de soldados rusos que estaban apostados en Lugansk –desde invierno–, y comenzar un ataque en el eje Kupiansk-Kreminna que ha obligado al ejército de Zelensky a reubicar allí a una parte de sus combatientes.

Aunque la contraofensiva ha ralentizado su marcha –como ya empiezan a reconocer los generales ucranianos–, a las tropas rusas les está costando defender sus plazas en algunos puntos. Y la nueva estrategia de hostigar la península de Crimea –donde las fuerzas ucranianas están empleando drones submarinos y misiles de largo alcance– ha sumado presión.

Lanzando una ofensiva el frente más oriental del país, Rusia lograría descargar parte de esa presión en el sur. En los mapas de movimientos ya puede verse cómo está aumentando el número de unidades ucranianas desde Kupiansk a Kreminna, y también en torno a la ciudad de Lyman.

Aspecto de una de las calles de Kupiansk, en el este de Járkov, donde los bombardeos rusos no dan tregua

Aspecto de una de las calles de Kupiansk, en el este de Járkov, donde los bombardeos rusos no dan tregua María Senovilla María Senovilla

Esas tropas, que ya no podrán reforzar la contraofensiva en el sur, tienen un arduo trabajo por delante porque junto a los 100.000 soldados, el Kremlin ha movilizado cientos de carros de combate –se habla de hasta 900, apoyados por otros tantos sistemas de artillería–. Aunque no es un movimiento novedoso, y lo hemos visto varias veces desde el inicio de la invasión, sigue siendo efectivo.

Armas antiguas, batallas sangrientas

El eje Kupiansk-Kreminna es un frente de combate de unos 100 kilómetros que discurre por la frontera entre las provincias ucranianas de Járkov y Lugansk –esta última ocupada completamente por Rusia–, hasta llegar al eje Soledad-Bajmut que ya se encuentra en la provincia de Donetsk. Son dos ejes especialmente activos, en los que se concentran buena parte de las bajas de ambos ejércitos.

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Se ha puesto en duda la preparación de los soldados del Kremlin que ahora han entrado en fase activa, ya que buena parte podría proceder de las movilizaciones forzosas que se llevaron a cabo el año pasado. Pero la ingente cantidad de armamento pesado con la que contarían a lo largo de esos 100 kilómetros letales, anticipan combates especialmente cruentos.

Según el portavoz del Comando Este Operacional de Ucrania, Sergi Cherevaty, se trata de "equipos soviéticos antiguos, pues los últimos modelos fueron utilizados al principio de la invasión", pero la superioridad numérica es un hecho.

Soldados de infantería formando en el frente este de Ucrania

Soldados de infantería formando en el frente este de Ucrania María Senovilla

Para enfrentar lo que se les viene encima, el Ejército de Zelensky necesitaría reforzar su artillería, y respaldar a las brigadas de infantería que poco pueden hacer ante una lluvia de cañonazos. Además, las líneas de suministros rusas están aseguradas en esta parte del país, dado que tienen línea directa con la frontera con Rusia a través de la ocupada Lugansk.

Vivir a 9 kilómetros del frente de batalla

Mientras miles de militares se concentran en Kupiansk –y alrededores– para repeler la ofensiva del Kremlin, en la ciudad la situación es cada vez más crítica. Andry Oleksandrovich se hizo cargo de su Administración Militar en octubre del año pasado, cuando las tropas ucranianas desalojaron a los rusos.

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Su antecesor entregó la ciudad tres días después de que empezara la invasión –hoy se encuentra en Rusia, donde huyó antes de que llegaran los soldados de Zelensky durante la contraofensiva de otoño–. Durante los ocho meses de ocupación, la población recibió un mensaje claro: "Olvídense de Ucrania, esto es Rusia ahora".

Quién se atrevió a protestar o fue considerado sospechoso de pasar información a las fuerzas ucranianas desde dentro, visitó las cámaras de tortura que se encontraron en todas las ciudades desocupadas –para estupefacción de la comunidad internacional–. "Sólo hubo una manifestación pro Ucrania al comienzo de la ocupación, que fue reprimida, y luego comenzó el régimen del miedo", recuerda Oleksandrovich.

Andry Oleksandrovich, actual jefe de la Administración Militar de Kupiansk

Andry Oleksandrovich, actual jefe de la Administración Militar de Kupiansk María Senovilla

"Después, buena parte de la población civil abandonó sus hogares, aprovechando el corredor humanitario que se pactó en marzo de 2022, y se fue a Járkov", añade. Desplazados internos que, en muchos casos, ya no tienen casa a la que volver. Y los que sí regresaron, conviven con los bombardeos rusos a diario.

"No te puedo hablar del curso de la actual contraofensiva, pero para nosotros no ha habido gran diferencia: desgraciadamente no hemos sentido paz ni siquiera después de la liberación, porque tenemos el frente de combate a 9 kilómetros de la ciudad y al alcance de la artillería rusa", se lamenta el jefe de la Administración, al que entrevisto en un sótano donde han instalado las dependencias administrativas precisamente para protegerse de las bombas.

Antes de la invasión, había 50.000 vecinos. Hoy quedan unas 11.000 personas y, a tenor de la operación militar que se está gestando al lado de sus casas, puede que tengan que evacuar de nuevo.

"Tenemos censados 527 menores", explica Oleksandrovich. "Pero desde la Administración estamos instando a la gente a evacuar, organizando autobuses para los que decidan hacerlo. Publicamos toda la información en nuestras redes sociales a diario", insiste, visiblemente preocupado por la seguridad de la población civil.

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Una guerra contra el progreso

"Tras la ocupación rusa esto era un desierto: no había ni luz, ni agua, ni gas, ni teléfono. Ahora vuelven a funcionar los transportes, hay comunicaciones y han reabierto 50 supermercados", valora el jefe de la Administración Militar. "Pero queda mucho por hacer, hay que reconstruir, y es muy difícil mientras nos siguen bombardeando", apostilla.

Tras la entrevista con Oleksandrovich, al recorrer las calles de la devastada Kupiansk, soy testigo de un nuevo ataque de artillería. Es el pan nuestro de cada día. Lo que no logro ver es a ninguna de esas 11.000 personas, que aún resisten a 9 kilómetros del frente de batalla, y que probablemente vivan más tiempo en los sótanos que en la superficie.

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La primera vez que visité Kupiansk, recién liberada, vi una de las escenas más desgarradoras que he visto en esta guerra: en una de sus calles me topé con el cadáver de un hombre, bocabajo, con la forma de esas siluetas que salen en las películas de crímenes. Estaba cuidadosamente tapado por una colcha blanca, y a su lado habían dejado un folio escrito a mano que rezaba: "Es mi marido, por favor, que alguien me ayude a llevar el cuerpo a casa". Y daba una dirección.

"No puedo decirte que esperábamos algo así. Desde que llegó Zelensky todo se ha precipitado, por el rumbo que tomó su Gobierno mirando a Europa y apostando por el desarrollo, pero todos sabíamos la clase de vecino que era Rusia desde hace muchos años", me dice Oleksandrovich antes de despedirse. "Rusia no quiere una Ucrania desarrollada, y esta es una guerra contra el progreso".