Soldados del ejército ucraniano en Bakhmut

Soldados del ejército ucraniano en Bakhmut Reuters

Europa

Ucrania cruza la vía férrea que une Bakhmut con el sur y sigue su camino para embolsar la ciudad

El control de la T0513 es básico para aislar a Bakhmut del resto de tropas del sur y aspirar a tomar la M03 que une Bakhmut con Luhans´ke.

3 octubre, 2023 02:35

¿Qué importancia puede tener una vía férrea abandonada desde hace meses por los continuos bombardeos en la zona? En términos de suministros y remplazos, obviamente, ninguna. En términos de barrera para detener una ofensiva, mucha. El camino del ferrocarril que une Bakhmut con el sur de Ucrania está colocado en altitud, partiendo en dos la llanura desde la que intenta atacar el ejército de Zelenski desde hace semanas. Hasta ahora, a los rusos les había sido relativamente fácil repeler los ataques desde Klishchiivka y Andriivka. Las noticias desde el frente apuntan a que la situación ha cambiado radicalmente.

Y es que, según distintas geolocalizaciones, Ucrania habría cruzado ya la vía férrea por varios puntos al sur de Klishchiivka. Superar esa barrera y acabar con toda la resistencia en la franja es clave para conseguir el principal objetivo ahora mismo de los locales en esta operación: llegar a la carretera T0513, que sí sigue activa y desminada y desde ahí lanzarse hacia Optyne desde el sur, además de seguir con los ataques desde el este. Este lunes, se han notificado avances en ese sector que formarían parte de una ofensiva en dos direcciones.

El control de la T0513 es básico para aislar a Bakhmut del resto de tropas del sur y aspirar a tomar la M03 que une Bakhmut con Luhans´ke. Estaríamos hablando de un avance de unos quince kilómetros que serían clave por muchas razones: en primer lugar, las tropas rusas que defienden Bakhmut quedarían solo con la escapatoria por Krasna Hora y Soledar (noreste de la ciudad) en caso de necesitar huir del asentamiento. De lo contrario, correrían el riesgo de quedar atrapados, con la consiguiente pérdida de vidas y armas.

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En segundo lugar, la toma de esas posiciones permitiría a Ucrania soñar con un asedio a Górlovka, la tercera ciudad más grande de Donetsk tras la capital y Mariúpol, hacia el sur… y atisbar la frontera con la región de Lugansk hacia el este, amenazando el eje Popasna-Lisichansk-Severodonetsk.

A la victoria 

No se contempla en ningún caso la entrada de las tropas ucranianas en la ciudad, que solo sería liberada en caso de rendición y abandono del ejército ruso. El alto mando entiende que no puede cometer el mismo error de Eugeni Prigozhin cuando estaba vivo y al mando del Grupo Wagner. El empeño de Prigozhin por conquistar una ciudad en ruinas a cualquier precio y ofrecer esa victoria al Kremlin para intercambiarla por el cese de sus enemigos Gerasimov (jefe del ejército) y Shoigú (ministro de defensa) desembocó en la muerte de al menos 20.000 de sus hombres.

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Ucrania no puede permitirse una sangría de ese tipo, con lo que la táctica es la misma que en el saliente de Vremievski, en Robotyne o en las inmediaciones de la capital de la provincia de Donetsk: buscar aquellas soluciones que limiten el número de bajas. Un ataque frontal en determinados escenarios sería un suicidio, no ya por la temida Línea Surovikin, que se ha visto que es tan penetrable como cualquier otra construcción defensiva a lo largo de la historia, sino por la escasez de medios con la que Ucrania ha afrontado esta contraofensiva ante las presiones de sus aliados occidentales.

Tanta prisa había por que Ucrania atacara, que ha tenido que hacerlo sin superioridad aérea (no se sabe qué ha pasado con la formación en técnicas de vuelo de los F16, preparada para agosto en Europa) y sin buena parte de las demás armas prometidas, pero no entregadas. Cabe recordar que solo hace un par de semanas llegaron los primeros tanques Abrams a suelo ucraniano pese a que la promesa de Biden databa de enero. Y lo cierto es que no solo con Estados Unidos está teniendo problemas Ucrania.

Tibieza occidental

En un comunicado oficial de la oficina de prensa de Volodimir Zelenski, el líder ucraniano se quejaba este mismo lunes del retraso de la Unión Europea en el envío del paquete de ayudas económicas aprobado en mayo. Al parecer, Hungría estaría ejerciendo su derecho a veto para impedir que estas ayudas lleguen a Kiev, con el perjuicio que eso supone para un país en economía de guerra. De sobras son conocidas las simpatías de Viktor Orban, presidente húngaro, por Vladimir Putin, y Zelenski se está empezando a poner nervioso ante lo que considera una deslealtad.

Este comunicado llega días después de que varios de los candidatos republicanos a la presidencia de Estados Unidos (excepto Trump, otro reconocido admirador de Putin) criticaran a Biden por el volumen de las ayudas a Ucrania, dejando entrever que una victoria republicana en las elecciones de noviembre de 2024 implicaría el cese de dichas ayudas. Si Estados Unidos abandonara a Ucrania, la Unión Europea y la parte europea de la OTAN tendrían que doblar sus esfuerzos. Está por ver si están realmente dispuestos a ello.

Una manera de persuadir a Occidente de que ese apoyo es imprescindible, dicen muchos, es dar la sensación de que la victoria está cerca. El problema es que esa definición de victoria parece que se limita a la liberación de territorio y ese no es el camino que ha elegido Ucrania. Como está haciendo en los alrededores de Bakhmut, el ejército local prioriza la destrucción de las infraestructuras rusas y el debilitamiento de su ejército, vía ataque directo o vía ataque a sus líneas de comunicación.

Eso también es ganar una guerra o, por lo menos, poner las bases para la victoria. No se le puede pedir mucho más a un ejército menos numeroso de un país menos poblado y con menos armas que el enemigo.