Militares rusos, en una exhibición de vehículos blindados de Ucrania capturados, en un museo al aire libre en Moscú.

Militares rusos, en una exhibición de vehículos blindados de Ucrania capturados, en un museo al aire libre en Moscú. Reuters

Europa

Rusia se estanca en su ofensiva de verano y vuelve a recurrir sin éxito a la amenaza nuclear

Atascado en Járkov y en Chasiv Yar, Putin vuelve a agitar el espantajo nuclear sin éxito: Alemania y EEUU se unen a Francia y Reino Unido.

1 junio, 2024 02:31

Rusia lanzó su ofensiva sobre el norte de Járkov con una intención muy clara: distraer a las tropas ucranianas del Donbás y sentar así las bases para una ofensiva de verano que culminara con la toma de la capital. Aunque este objetivo nunca ha sido demasiado realista, ni siquiera con un supuesto colapso de las defensas locales, sí hubo un momento en el que se temió que la acumulación de agujeros que tapar hiciera que Rusia avanzara lo suficiente como para forzar una tregua favorable a sus intereses. De esa manera, podría ganar tiempo para continuar más adelante con la captura del resto de la Novorrosiya, esa entelequia nacionalista que va desde el norte de Járkov al oeste de Odesa.

Sin embargo, las cosas no han ido como Putin y Gerasimov tenían pensado. La ofensiva de Járkov, efectivamente, fijó posiciones de tropas ucranianas y obligó a derivar algunas unidades desplegadas en Donetsk y Lugansk. Ahora bien, en cuanto estas unidades llegaron y se ordenaron, el número de atacantes rusos se demostró claramente insuficiente para ir más allá de la ciudad de Vovchansk, parcialmente ocupada, pero con el ejército invasor ahora obligado a adoptar una actitud defensiva.

Hablamos de una incursión de menos de 10 kilómetros en territorio ucraniano, lo más que se puede conseguir con tropas inexpertas y mal apoyadas. Es más, los bombardeos recurrentes desde la región rusa de Belgorod a la capital de Járkov, que tantas muertes de civiles se han cobrado, han provocado al final el efecto contrario al deseado: las potencias occidentales, empezando por Reino Unido y Francia y terminando en los últimos días por Alemania y Estados Unidos, han decidido cruzar una más de las líneas rojas impuestas por Moscú.

La división en la administración Biden

Se trata de la condición de no atacar territorio legítimo ruso con armas extranjeras y, en realidad, más que una condición del Kremlin, era una prevención occidental. Si por el Kremlin fuera, no se podrían haber mandado misiles Patriot, ni HIMARS, ni ATACMS, ni por supuesto se podría haber atacado Crimea con estos últimos. Todo eso se ha ido haciendo sin que la retórica de Putin cambie: sistemáticamente, ha ido anticipando un holocausto nuclear a cada uno de esos movimientos. Dicho holocausto, obviamente, no ha llegado.

Ni siquiera la realización de ejercicios con armas nucleares tácticas y su traslado a Bielorrusia han impedido que, uno a uno, los países occidentales hayan cambiado su política y hayan desatado las manos ucranianas. Ahora, Ucrania puede defenderse de tú a tú, aunque con matices: Rusia puede seguir mandando un misil contra un centro comercial de Járkov en pleno fin de semana y matar a decenas de ciudadanos inocentes. Ucrania, afortunadamente, solo puede atacar los centros militares en el territorio de Belgorod.

Esa, al menos es la última imposición de Biden, aunque puede que cambie con el tiempo, como ha ido cambiando todo. Sabemos que en la administración actual hay dos sensibilidades muy distintas: el secretario de Estado, Antony Blinken, es partidario de darlo todo en la defensa de Ucrania y no temer la derrota rusa. El consejero Nacional de Defensa, Jake Sullivan, opina todo lo contrario: cree que se puede contener a los rusos sin irritarlos en exceso y sí ve posible una escalada nuclear. Hasta ahora, Biden ha confiado más en el instinto de Sullivan que en el de Blinken. Por eso, tal vez, llevamos dos años y tres meses de guerra.

La irritación de Putin

Ante estas dudas estadounidenses, el presidente francés Emmanuel Macron y el ministro de asuntos exteriores británico, David Cameron, han decidido encabezar una especie de rebelión europea. Sus discursos son contundentes y sin complejos. Ambos estados son potencias nucleares y pueden jugar con la destrucción mutua asegurada como disuasión ante cualquier veleidad de Putin. Más complicado lo tiene Alemania, que no posee armas nucleares y que hasta ahora había mostrado todo tipo de recelos a una mayor involucración bélica.

En el fondo, da igual. A Putin le irrita todo y va a contestar a todos de la misma forma. Cuando Volodimir Zelenski visitó España y firmó un acuerdo con Pedro Sánchez para el envío de tanques a Ucrania, el líder ruso habló enigmáticamente de “países europeos, pequeños pero con una gran densidad de población, que deberían tener más cuidado con dónde se están metiendo”. Conocedores de la tradición imperialista rusa, de la que Putin no es sino el último eslabón, otros países como Polonia o Suecia no han dudado en volcarse en el apoyo a Ucrania pese a tampoco poseer armas nucleares.

La gran noticia para el ejército de Oleksandr Syrskyi es que, pese a todos estos titubeos y aunque la ayuda estadounidense aprobada por el Congreso hace más de un mes aún no ha terminado de llegar al frente, las tropas no solo resisten en Járkov sino que también lo hacen en Chasiv Yar, en Robotyne y en el saliente de Ocheretyne, al noroeste de Avdiivka. Hay avances rusos, pero a un coste enorme en términos de vidas y de material empleado. Dichos avances no comprometen de momento la defensa del frente de Donetsk ni de Zaporiyia.

Esa es la mejor noticia que se puede dar de lo que ha sido, sin duda, una primavera dura para Ucrania: Rusia no ha conseguido avanzar en Járkov, ha fracasado en su escaramuza en Sumy, no progresa en el norte de Zaporiyia y parece lejos de establecer las condiciones para un ataque serio sobre Sloviansk y Kramatorsk en Donetsk. Para ello, tendrían que haber cerrado el caldero sobre Chasiv Yar en el sur y Siversk en el norte. Puede que lo consigan en verano, si realmente se produce la anunciada movilización, pero cuánto más tiempo pase, mejor y con más recursos podrá defenderse Ucrania.