Soldados ucranianos de Infantería aprenden a utilizar un RPG, durante su fase de formación.

Soldados ucranianos de Infantería aprenden a utilizar un RPG, durante su fase de formación. María Senovilla

Europa

Mientras Zelenski habla de paz en Suiza, su Ejército se prepara para una guerra larga contra Rusia

El entrenamiento militar que reciben los nuevos reclutas de Ucrania se acerca cada vez más a los estándares OTAN.  

17 junio, 2024 02:36
Donetsk

Arthur tiene 26 años y ya era militar cuando comenzó la guerra a gran escala en Ucrania, pero lo encuentro entrenando en un campo de maniobras de Donetsk, muy cerca de la disputada ciudad de Chasiv Yar. “Ha habido tantos cambios desde que comenzó invasión… nos hemos tenido que adaptar a los escenarios de guerra reales que el enemigo ha creado y ahora estamos aprendiendo de eso. Aprendemos cómo actúa el enemigo”, explica.

De este aprendizaje forzoso, que resume Arthur, se han destilado una serie de importantes cambios a nivel militar que han modificado tanto la estructura del Ejército de Ucrania –que ha creado nuevas brigadas y ha integrado a las fuerzas paramilitares en ellas–, como sus protocolos de actuación, cada vez más alejados de las doctrinas soviéticas.

El Ejército de Ucrania se ha convertido en el más numeroso de Europa, y en el que maneja el mayor número de referencias de armamento: unos 600 tipos de armas diferentes, procedentes de distintos países y épocas –que han tenido que aprender a manejar en tiempo record–.

Las cifras exactas no se publican en tiempos de guerra, pero se estima que las Fuerzas Armadas ucranianas tienen movilizadas a un millón de personas. Más de 300.000 trabajan en el frente de combate, y muchos de estos efectivos –de los que siguen vivos– ha aprendido a luchar, luchando. Sin apenas formación previa.

Por eso ahora se afanan en adiestrar de manera profesional a los nuevos soldados que tienen que relevar a los veteranos y mantener los frentes de combate de una guerra que no va a terminar mañana –aunque en estos días se esté abordando, a nivel internacional, una hoja de ruta para la paz–.

Syrsky quiere cambios

El nuevo comandante en jefe de las Fuerzas Armadas ucranianas, el general Syrsky, también está intentando que la instrucción que se imparte hoy sea lo mejor posible, consciente de que una mejor formación salva vidas –y de que ahora mismo no pueden permitirse perder más de las estrictamente necesarias–.

Soldados de la Brigada 22, durante un entrenamiento de Infantería en el norte de Donetsk.

Soldados de la Brigada 22, durante un entrenamiento de Infantería en el norte de Donetsk. María Senovilla

En los últimos meses, bajo su mando, se ha implementado un programa de entrenamiento básico obligatorio de cuatro semanas –común para todos los cuerpos del Ejército y la Defensa Territorial–, que incluye el uso de armas de grado militar, cursos de medicina táctica, adiestramiento en escenarios de campo de batalla y resistencia a la propaganda enemiga.

Pero la realidad, después de esa formación básica, no es tan homogénea ni es común para todos los cuerpos. En el mismo campo de entrenamiento donde hablo con Arthur, encuentro a jóvenes que llevan dos meses entrenando, y a otros que suman más de ocho porque se habían especializado previamente en otras capacidades. Todos juntos, recibiendo la misma capacitación.

“Eso no es malo, porque los veteranos ayudan a los novatos”, asegura uno de los instructores de la Brigada 22. “Sucede lo mismo con los combatientes que llegan después de haber recibido formación en algún país de la Unión Europea, que luego comparten esos conocimientos con sus compañeros”, añade.

Estándares OTAN

Durante los últimos dos años, decenas de miles de militares ucranianos ya han recibido formación especializada en países OTAN –incluido España, por donde han pasado ya más de 4.000–. Se les instruye en el manejo de los sistemas de armas que los aliados han enviado a Kiev, también en especialidades como la de francotirador, y en medicina de combate.

Y ahora se va a ir un paso más allá con el envío de instructores occidentales a suelo ucraniano. Los presidentes de Francia y Estados Unidos, Emanuelle Macron y Joe Biden, lo han anunciado oficialmente este mes de junio, y todo apunta a que se sumarán más países en un futuro.

En el acuerdo que han suscrito Zelenski y Biden –tan sólo unos días antes de que arrancara la Cumbre de Paz que ha reunido a 100 países este fin de semana en Suiza– el mandatario estadounidense se comprometía a enviar instructores y armamento durante los próximos 10 años. Algo que refunda esa sensación de que la guerra en Ucrania va para largo.

Soldados de la Brigada 22, a bordo de un vehículo de combate de Infantería, en Donetsk.

Soldados de la Brigada 22, a bordo de un vehículo de combate de Infantería, en Donetsk. María Senovilla

En el caso de España –uno de los países que menos recursos aportan a la Alianza Atlántica–, la calidad de sus instructores en las misiones internacionales ha sido muy bien valorada en todos los escenarios en los que han participado. Y aunque de momento la ministra de Defensa, Margarita Robles, no se ha pronunciado en este sentido, no hay que descartar que también se unan a esta iniciativa.

Medicina de combate

Mientras tanto, en suelo ucraniano, se afanan por reforzar varios campos de conocimiento que son cruciales en este momento de la guerra: la formación en drones –que cada vez tienen más peso en el frente de combate– y la formación en medicina táctica son dos de estos aspectos.

Uno de los problemas más comunes que se apreciaban en las trincheras, en los primeros meses de la guerra, era la falta de conocimiento de los soldados a la hora de, por ejemplo, poner un torniquete –algo que salva vidas en el campo de batalla–. Muchos de estos soldados portaban en sus chalecos antibalas torniquetes chinos de los que se usan para hacer prácticas, y no sabían siquiera reconocerlos. La triste realidad es que, cuando tenían que usarlos, se rompían al apretar; con fatales consecuencias para el herido.

Vistoria, una de las instructoras en medicina de combate de la Brigada 22, durante una de sus clases de formación.

Vistoria, una de las instructoras en medicina de combate de la Brigada 22, durante una de sus clases de formación. María Senovilla

Hoy el panorama es completamente diferente, y la formación en medicina de combate ha mejorado de manera sustancial –tanto en la instrucción básica, como en la que les imparte cada brigada en una segunda fase–. “Ahora en todas las brigadas ucranianas están recibiendo formación sanitaria antes de empezar rotación: o bien tienen instructores propios o si no reciben a empresas privadas que imparten el curso Tccc”, explica Suso, un paramédico español que se alistó como combatiente voluntario en la 3 Brigada de asalto.

“Cuando superas el curso Tccc, donde te enseñan a utilizar el ifak (botiquín de combate), a cómo mover a un herido, etc. Te dan una titulación, y después lo más recomendable es que los propios paramédicos de cada unidad refresquen los conocimientos sanitarios de los soldados cada poco tiempo“, añade. “Yo incido mucho en enseñarles cómo detener una hemorragia, poner un buen vendaje y el uso de torniquetes”.

“Los paramédicos recibimos, además, cursos avanzado de vez en cuando: los imparte una empresa privada, duran un par de días o tres, y nos enseñan cosas como a utilizar máquinas de ultrasonidos o hacer una traqueotomía”, apostilla.

Faltan criterios comunes

Uno de los problemas que aún no han logrado subsanar es la falta de homogeneidad en esa segunda fase de formación, la que deben recibir los soldados en la brigada donde se incorporan –preferentemente antes de ir al frente de combate–. Una cuestión que se ha agravado con la polémica Ley de Movilización, y la falta de motivación de parte de esos hombres que han sido reclutados a la fuerza

Desde que la nueva ley entró en vigor –hace un mes escaso– cada vez se escuchan más testimonios de nuevos reclutas que son enviados al frente en cuanto terminan el mes de formación básica obligatoria, y ya no vuelven a recibir instrucción. Sobre el papel, se estipula que deben seguir formándoles, pero la realidad es que cada comandante aplica sus propias decisiones con los hombres y mujeres bajo su mando en cuestiones de formación. Y al final las diferencias son grandes.

Brigadas como la número 12 –donde ahora se encuadra Azov– presumen de dar un entrenamiento muy completo, siguiendo los protocolos OTAN de principio a fin. También tiene buena fama la formación que imparten en las brigadas de asalto y en algunas de infantería, como la Brigada 22 donde encuentro a Arthur.

Un recluta ucraniano aprende a manejar un vehículo blindado BMP, cerca del frente de Donetsk.

Un recluta ucraniano aprende a manejar un vehículo blindado BMP, cerca del frente de Donetsk. María Senovilla

Sin embargo, los combatientes internacionales aseguran que la falta de instrucción especializada es muy preocupante en la mayoría de batallones de la Defensa Territorial y de la Legión Internacional. “Si eres extranjero y ya tienes un acuerdo para incorporarte a un batallón antes de llegar a Ucrania, no recibes la instrucción básica de 30 días”, aclara el comandante Chaparro, al frente del Batallón Bolívar donde sirven sólo extranjeros, la mayoría hispanohablantes.

“En la propia brigada te van a calificar al firmar el contrato, tomando en cuenta tu experiencia militar previa, y luego sólo pasarás un curso que va de acuerdo a las operaciones militares especiales del batallón, por ejemplo: drones, desmontar minas, etc.”, prosigue.

En su batallón, Chaparro se asegura de que los hombres reciban la formación necesaria, pero al final depende del comandante de cada unidad y de la prisa que tenga por cubrir los puestos del frente de combate. De ahí la falta de homogeneidad. Un problema que se traduce en que muchos combatientes extranjeros rompen contrato cuando ven que les mandan a primera línea sin la formación adecuada para sobrevivir, y buscan un nuevo batallón mejor organizado.

La formación militar que reciben ahora los ucranianos que se ponen el uniforme - voluntariamente u obligados– no tiene nada que ver con la que recibían en 2022. El Ejército de Ucrania sigue trabajando para cambiar la improvisación de los primeros compases de la guerra por las doctrinas de combate occidentales. Pero con la acuciante necesidad de relevar a los veteranos de primera línea –que ya acusan una fatiga importante–, a veces no se dedica el tiempo suficiente a esta cuestión.

En los últimos 28 meses, las Fuerzas Armadas de Zelenski han hecho un máster intensivo en “guerra real” –que ahora mismo no tiene ningún otro ejército de Europa–. Pero el precio que han pagado se traduce en decenas de miles de muertos, mutilados y desaparecidos en combate. Y no saben cuánto tiempo más tendrán que resistir. La llegada de instructores internacionales y el empeño por mejorar su adiestramiento de cara a los próximos años, puede salvar miles de vidas.