Nacho sentado en las escaleras de una de las cabañas del camping, que no tiene agua potable ni electricidad la mayor parte del día.

Nacho sentado en las escaleras de una de las cabañas del camping, que no tiene agua potable ni electricidad la mayor parte del día. María Senovilla Kiev

Europa

Un combatiente español en busca y captura en Ucrania: "Yo he venido a luchar, no a suicidarme"

La Defensa Territorial ucraniana no le deja romper contrato, a pesar de que está en suderecho a renunciar, y lleva tres meses sin sueldo y sin soluciones.

1 agosto, 2024 02:25
Kiev

No es necesario que lo busquen, ni mucho menos que lo capturen, porque Nacho –que así se llama este alicantino de 52 años– está perfectamente localizado y viviendo en el camping –sin agua potable y con comida caducadadonde la Brigada 241 lo trasladó cuando presentó su renuncia, hace ya más de dos meses.

La de este exparacaidista español es una situación atípica, pero demuestra que en mitad de una guerra la cadena de mando del ejército no siempre funciona bien. Algo que podría disuadir a otros combatientes extranjeros de venir a luchar por Ucrania si el Ministerio de Defensa de Zelenski no resuelve este tipo de problemas.

Nacho llegó por primera vez a Ucrania en el verano de 2022, y sirvió en el batallón Karpatska Sich. Cuando volvió a España no lograba desconectar del todo de lo que estaba pasando en esta guerra, y en 2023 decidió regresar. "Me alisté con la 17 Brigada de tanques, y estuve trabajando con ellos en Bakhmut; estaba muy a gusto allí, pero se retiraron para reagruparse con más efectivos y entonces me uní a la Defensa Territorial", relata.

El combatiente español muestra parte de su equipo de combate, que él mismo se ha costeado

El combatiente español muestra parte de su equipo de combate, que él mismo se ha costeado María Senovilla Kiev

"Firmé el contrato en marzo, y el 4 de mayo nos destinaron a Kurajovo (Donetsk) para combatir en primera línea", prosigue. Su pelotón estaba formado por 22 personas, la mayoría de nacionalidad colombiana, aunque también había tres ciudadanos polacos, un chileno y un turco.

Cuando les encomendaron la primera misión, Nacho no participó porque él es piloto de drones, y la misión no requería su trabajo. Pero los compañeros que sí fueron cayeron heridos a las pocas horas.

Nacho, el combatiente español al que no le dejan romper su contrato con las Fuerzas Armadas de Ucrania, durante la entrevista con EL ESPAÑOL en Kiev.

Nacho, el combatiente español al que no le dejan romper su contrato con las Fuerzas Armadas de Ucrania, durante la entrevista con EL ESPAÑOL en Kiev. María Senovilla Kiev

"Los atacaron con drones kamikaze en cuanto llegaron a la posición, los hirieron y entonces descubrimos que no había equipo de rescate para los heridos. Tuvieron que aguantar cinco días ahí tirados, con heridas abiertas, hasta que los sacaron", recuerda, aún indignado con las condiciones en las que pretendían que combatiesen en el Dombás.

Nacho y los otros compañeros que estaban en la retaguardia se ofrecieron a ir en misión de rescate a por los heridos, pero el comandante no lo permitió. "Los comandantes de la Defensa Territorial no son militares de carrera, la mayoría ni siquiera tenían experiencia militar antes de la invasión: son civiles que cogieron un arma para defender su tierra cuando Rusia atacó", matiza este exmilitar español. A consecuencia de las heridas, uno de los soldados de nacionalidad colombiana apodado Gato murió, y el descontento se hizo insostenible.

Sin sueldo

"Vimos que no teníamos las herramientas suficientes para poder entrar en combate: no sólo no había equipo de rescate para los heridos, es que tampoco había medidas anti-drones, no teníamos inhibidores ni escopetas para neutralizarlos, los puestos de trinchera eran escasos y mal preparados, meros agujeros totalmente expuestos a los drones rusos. Era ir a morir, directamente, y yo he venido aquí a luchar no a suicidarme", sentencia.

Pero esa no fue la única sorpresa: en esos días también descubrieron que las condiciones económicas tampoco eran las que firmaron en sus contratos. "Nos intentaron engañar también con el dinero", asegura. "Según nuestro contrato, el sueldo era de 120.000 grivnas al mes (unos 3.000 euros) por combatir en primera línea, que es lo habitual en todas las brigadas; pero en Kurajovo nos dijeron que nos iban a pagar sólo 70.000 grivnas".

"En cuando dijeron lo del dinero, todos los colombianos respondieron en bloque que se iban. Ellos vienen aquí a hacer su dinero porque en su país los salarios son muy malos, hay que entenderlo, y yo, sinceramente, ese sueldo lo gano sin problema en España. No hace falta que esté en una guerra", explica Nacho, que antes de venir a Ucrania trabajaba como piloto de dron en una empresa de paneles solares. "Aunque mi pretensión no es hacerme rico y no he venido únicamente por el sueldo, no estoy dispuesto tampoco a que me tomen el pelo. No pueden poner una cosa en el contrato y decirte otra cuando llegas al frente", añade.

Todo el pelotón pidió la renuncia en ese momento, a finales de mayo, pero la Brigada 241 no aprobó todas las bajas. "Nos quedamos ocho compañeros esperando el papel, y no llegó; al resto sí que se lo tramitaron, y nosotros aún no entendemos por qué no", se pregunta.

Traslado involuntario

Los ocho combatientes extranjeros a los que no les tramitaron la baja pasaron varios días en Kurajovo, esperando, hasta que su comandante les dijo que tenían que firmar un papel –redactado en ucraniano– para que les aprobasen un complemento de sueldo de 60.000 grivnas (unos 1.500 euros).

"Sinceramente yo no sabía lo que ponía... y resultó que el escrito era un traslado al batallón 204 de la Brigada 241. O sea, nos cambiaron del batallón 207 al batallón 204, pero ni nos dieron la baja ni ningún complemento de sueldo; de hecho, yo llevo sin cobrar absolutamente nada desde finales de mayo", subraya.

Después de firmar el documento, los metieron en un autobús y los llevaron a la región de Kiev, a unas instalaciones militares del batallón 204. Sin embargo, esas instalaciones resultaron ser las casetas de madera de un camping abandonado.

"No tenemos agua potable, hay que caminar tres kilómetros hasta un pueblo para comprar agua embotellada, las conservas de comida que tenemos están todas caducadas y no nos pagan el sueldo", relata mientras muestra el lugar y las condiciones en las que están viviendo.

El combatiente muestra la fecha de caducidad, ya vencida, de las conservas su batallón les ha dejado a modo de provisiones en el camping.

El combatiente muestra la fecha de caducidad, ya vencida, de las conservas su batallón les ha dejado a modo de provisiones en el camping. María Senovilla Kiev

"Cuando llegamos, a pesar de las condiciones del sitio, estábamos dispuestos a combatir con el nuevo batallón. Pero vimos que era más de lo mismo: sin medios y con comandantes sin experiencia militar, así que les dijimos que no íbamos a trabajar con ellos y volvimos a insistir con que nos tramitaran la baja", prosigue.

Cuando se negaron a ir al frente con la nueva unidad, la Brigada 241 emitió contra ellos una orden de busca y captura. A pesar de que todos se encontraban en ese camping, perfectamente localizados.

Orden de busca y captura emitida por Ucrania contra Nacho, el combatiente español.

Orden de busca y captura emitida por Ucrania contra Nacho, el combatiente español. María Senovilla Kiev

"Dijeron que habíamos abandonado un puesto estratégico –detalla Nacho–, pero nosotros no hemos abandonado ningún puesto porque no llegamos a incorporarnos al frente con el batallón 204".

"Algunos de los compañeros, de nacionalidad colombiana, decidieron no seguir esperando en el camping y se fueron a Polonia. Cruzaron la frontera y nadie los paró, pero yo no quiero irme así, con mi nombre asociado a un abandono de posición y una orden de busca y captura. De hecho, yo ni siquiera quiero salir de Ucrania, lo que quiero es que me den la baja y cambiar a otra Brigada mejor preparada", sentencia.

Embajada no responde

"Hemos tenido dos reuniones con el nuevo comandante de la Brigada 241, pero no entra en razón”, explica. El oficial insiste en que la nueva Ley de Movilización incluye una clausula que obliga a los combatientes internacionales a servir un mínimo de 6 meses antes de poder romper contrato. Sin embargo, Nacho y sus compañeros firmaron sus contratos en el mes de marzo, y la Ley de Movilización no entró en vigor hasta el 18 de mayo.

Ante esta situación, acudieron al Ministerio de Defensa de Ucrania para interponer una denuncia. Les dijeron que les responderían en quince días o un mes, pero no ha habido ninguna respuesta hasta la fecha. También se pusieron en contacto con la embajada de España en Kiev, y la respuesta que recibieron rezaba lo siguiente:

"La embajada no se hace responsable de los posibles incumplimientos de contrato que se deriven de su relación con las Fuerzas Armadas de Ucrania, al tratarse de una cuestión de derecho privado regulada por la normativa ucraniana. Asimismo, le recordamos que la recomendación de viaje del ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación es que no se debe viajar a Ucrania en ninguna circunstancia”

Nacho y los compañeros que quedan con él en el camping se disponen a viajar dentro de unos días al frente de Zaporiyia –donde está ahora el batallón 204– para intentar tramitar en persona sus papeles. "Nos han dicho que podemos hacer otro traslado a la Brigada 242 y ocupar un puesto de artillería durante los próximos meses, hasta que nos den el fin de contrato, pero ya no sé si creerlos”, se queja.

"Yo pensé que podía usar mi experiencia militar para ayudar a la gente y Ucrania ahora necesita soldados, pero noto un cambio de actitud con respecto a 2022. Últimamente a los hispanos no nos tratan con respeto, hay comandantes que te tratan a las patadas, aunque los españoles tenemos más experiencia militar que muchos de ellos", reflexiona en voz alta este ex paracaidista, que tiene dos hijos de 18 y 16 años en España, a los que les dice que no se preocupen cada vez que hablan por teléfono.

"La gente que venga a Ucrania con la intención de hacer dinero fácil, que se olvide. Si vienes aquí tienes que tener la convicción de querer luchar por una causa, no por dinero, y ahora es más difícil que antes. A pesar de todo yo no me quiero ir, ni quiero desertar del Ejército, pero quiero que respeten mis derechos", dice antes de despedirnos.