La avenida principal de Pokrovsk, bombardeada por las tropas rusas.

La avenida principal de Pokrovsk, bombardeada por las tropas rusas. María Senovilla María Senovilla Pokrovsk

Europa

Pokrovsk al límite: cientos de soldados ucranianos heridos cada día y las fuerzas de Moscú a tres kilómetros de la ciudad

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Sólo hay silencio en las calles de Pokrovsk. El mismo silencio que se apoderó de Bakhmut unos meses antes de su caída; la misma sensación de vacío que lo envolvía todo al caminar por las calles de Avdiivka hace poco más de un año. Pokrovsk se ha convertido en una ciudad fantasma y, sin embargo, aquí aún habitan 11.000 civiles que se niegan a evacuar –a pesar de que las tropas rusas están a menos de tres kilómetros de sus casas–.

Antes del verano ningún residente de Pokrovsk pensaba que las tropas rusas podrían llegar hasta ellos. Esta ciudad de Donetsk era un importante centro logístico para el Ejército ucraniano, debido a sus conexiones ferroviarias con todo el país, y a su cercanía y buena comunicación con Dnipro. Y aquí tenía su base la Policía medicalizada del Dombás y un gran dispositivo de rescate y emergencias.

Pero tras la caída de Avdiivka, y después de estrellarse en Chasiv Yar una y otra vez, Rusia tomó la astuta decisión de avanzar en esta dirección en el mes de agosto.  Necesitaba seguir fagocitando territorio ucraniano en el norte de Donetsk. Y la jugada le salió bien, porque este avance fue mucho más rápido que en otros frentes.

En septiembre, la Administración Regional de Pokrovsk tuvo que suspender las evacuaciones civiles en tren, porque las tropas rusas se estacionaron a tan sólo 10 kilómetros, y la estación de ferrocarril quedaba al alcance de su artillería. De hecho, el Kremlin bombardeó otras infraestructuras críticas en esos días, como las estaciones eléctricas y la planta potabilizadora de agua –que ya no se pudieron reparar–.

Desde entonces, la situación de seguridad se ha deteriorado muy deprisa sin que nadie haya podido hacer nada para evitarlo. En la actualidad, las avenidas principales están fuertemente bombardeadas, el sonido de la artillería no descansa ni de día ni de noche, y la intensa actividad de los drones arroja un riesgo añadido para la población que sigue allí.

Sin puntos de invencibilidad

Residentes civiles de Pokrovsk acuden a recoger agua potable a uno de los puntos de distribución que han instalado las autoridades de la ciudad

Residentes civiles de Pokrovsk acuden a recoger agua potable a uno de los puntos de distribución que han instalado las autoridades de la ciudad María Senovilla María Senovilla Pokrovsk

En cuatro meses han sido evacuadas unas 50.000 personas, pero los que no quieren irse sobreviven en unas condiciones penosas: tienen que recoger agua potable en garrafas –de varios puntos de ósmosis inversa que se han instalado en la ciudad–, y hacen cola en los lugares donde reparten pan y ayuda humanitaria los voluntarios que aún se atreven a entrar.

Algunos vecinos se quejan de que las autoridades no han instalado puntos de invencibilidad, como se hizo en Bakhmut o en Avdiivka. Pero todo apunta a que no se han instalado, precisamente, porque Pokrovsk va a correr la misma –mala– suerte que las otras ciudades arrasadas, y desde el Gobierno quieren forzar a los civiles a que vayan a lugares más seguros.

“¿Pero dónde voy a ir?, espetaba Natalia en uno de los puntos de recogida de agua. “Necesitamos los puntos de invencibilidad: no tenemos luz, ni calefacción, ni internet… estamos sobreviviendo a base de macarrones, somos gente abandonada”, se lamentaba.

Muchos ucranianos del Dombás temen que si se marchan ahora de sus casas –lo único que tienen después de toda una vida de trabajo y sacrificio–, no podrán volver nunca. Y aunque muchas ya están bombardeadas total o parcialmente, se aferran a los recuerdos que atesoran en ellas.

Pero la realidad es que las tropas rusas ya han ocupado la población de Shevchenko –al sur–, y están a menos de 3 kilómetros de Pokrovsk. Y aunque el Ejército ucraniano está enviado refuerzos, no alcanzan para reponer la gran cantidad de soldados heridos que salen cada día de este frente de combate.

Valentina, una residente de Pokrovsk, muestra en su teléfono la foto de su casa, que ha sido parcialmente bombardeada por las tropas rusas

Valentina, una residente de Pokrovsk, muestra en su teléfono la foto de su casa, que ha sido parcialmente bombardeada por las tropas rusas María Senovilla María Senovilla Pokrovsk

Algunos llevan aparatosas vendas en la cabeza, otros van cojeando –y con el pantalón de camuflaje cortado– porque tienen esquirlas alojadas en sus extremidades, y muchos son atendidos por contusiones cerebrales que les hacen marearse y vomitar.

Son la viva imagen del lado más agónico y desesperado de la guerra. Los están evacuando a la vecina ciudad de Dnipro, y la única parte esperanzadora es que la mayoría de ellos caminan por su propio pie y no presentan lesiones muy graves –porque la mayoría de los ataques rusos se están produciendo con drones, menos letales que la artillería–.

Los drones se han convertido en la nueva arma de guerra de Putin. Su arsenal es muy amplio: desde FPV a drones granaderos, pasando por otros vehículos no tripulados más grandes como los Shahed. Y todos se combinan en las operaciones de ataque rusas, junto con las bombas planeadoras.

Soldados ucranianos, heridos en el frente de combate de Donetsk, son evacuados por el batallón médico Hospitalliers a un hospital de Dnipro

Soldados ucranianos, heridos en el frente de combate de Donetsk, son evacuados por el batallón médico Hospitalliers a un hospital de Dnipro María Senovilla María Senovilla Pokrovsk

“Cada vez hay más heridos por dron en la línea de contacto, todavía se presentan casos de lesiones por artillería y minas terrestres, pero raramente vemos ya heridos  por kalashnikov”, asegura el capitán médico Lawrence, jefe del servicio de evacuación  de Hospitalliers.

El batallón médico Hospitalliers está haciendo gran parte de las evacuaciones del frente de Pokrovsk y, además de señalar que no dar abasto, coinciden en que la situación es similar a la de Bakhmut antes de caer. “Los hospitales de Dnipro ya están saturados”, añade el capitán mientras cuelga una llamada en su móvil. Le acaban de informar telefónicamente que no quedaba ni una cama libre para transferir a los más de 20 soldados heridos que estaba evacuando.

La caída de Pokrovsk

Nadie sabe en estos momentos cuánto tiempo podrá resistir Pokrovsk. Y todos desconocen otra cuestión de importancia: cuántos hombres está dispuesto a poner ahí el general Syrsky, actual comandante en jefe de las Fuerzas Armadas ucranianas.

Antes de comandar el Ejército de Zelenski, el general Syrsky dirigió con éxito la defensa del cerco de Kiev en 2022; y también ideó la exitosa contraofensiva de Járkov en otoño de ese mismo año. Pero este general también estuvo al mando del frente este durante la batalla de Bakhmut, y muchos ucranianos le reprochan la enorme cantidad de vidas que sacrificó allí por no haber retirado a las tropas antes.

En el caso de Pokrovsk, la decisión tampoco será fácil de tomar, porque perder es plaza pondría en serios apuros a las fuerzas de Kiev a la hora de asegurar la línea defensiva más allá de Donetsk.

La importancia de Pokrovsk se entiende mejor con un mapa en la mano: si observamos la carretera que une la ciudad de Donetsk –ocupada por Rusia– y la ciudad de Dnipro, veremos a Pokrovsk en el medio del camino. Es el último gran bastión que salvaguarda la provincia de Dnipropetrovsk.

Y el hecho de que Rusia esté concentrando una parte importante de sus ataques contra infraestructura civil en Dnipro capital –desde hace meses– tampoco es tranquilizador.

Algunas voces ucranianas ya se han apresurado a decir que las aspiraciones imperialistas de Putin no se detendrán en el Dombás, y que podrían intentar tomar parte de Dnipropetrovsk –a contra reloj– antes de que Trump acceda a la Casa Blanca y empiece a tomar medidas en Ucrania.

Aunque el Ejército ruso debería avanzar al menos 30 kilómetros desde Pokrovsk para alcanzar Dnipropetrovsk –y eso no sucedería en pocos meses–, si las fuerzas de Moscú logran acercarse podrían hostigar con su artillería a algunas poblaciones que rodean la ciudad, y obligarían al Ejército ucraniano a que posicionara allí más contramedidas.

El problema es que al Ejército ucraniano no le sobran contramedidas, ni munición de artillería ni –lo peor de todo– soldados con los que mantener la línea del frente, aunque sea a base de drones como ya viene haciendo en Chasiv Yar o Kurajove desde hace meses.