La misión de Europa.

La misión de Europa. Tomás Serrano

Europa

EEUU remarca los fracasos de la UE con Rusia y Ucrania desde 2014 para excluirla: "Tanta gente en la mesa y no funcionó"

El presidente de EEUU, Donald Trump, apuntó que "probablemente" se reunirá con su homólogo ruso, Vladímir Putin, este mes de febrero.

Más información: EEUU y Rusia cierran cinco horas de cumbre en Riad con la paz para Ucrania "lejana" y sin fecha para la cita Trump-Putin

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El encuentro del martes entre las delegaciones rusa y estadounidense en el fastuoso Palacio Diriyah de Riad duró más de cuatro horas y media. Había tela que cortar. Tela acumulada durante estos tres últimos años. Como cabía esperar, la primera toma de contacto entre los emisarios de Donald Trump y Vladímir Putin en la capital de Arabia Saudí sirvió para que Washington y Moscú reactivaran sus relaciones bilaterales al más alto nivel.

Trump apuntó este martes que "probablemente" se reunirá con Putin este febrero. "Probablemente", se limitó a decir a la prensa en Mar-a-Lago preguntado si ese encuentro en persona podría tener lugar antes de que acabe el mes.

La Rusia de Putin, aislada por buena parte de la comunidad internacional desde que pusiera en marcha la denominada “operación militar especial” en Ucrania, ve cada vez más cerca la posibilidad de descolgarse la etiqueta de paria. Etiqueta con la que ha conseguido granjearse el respaldo, entre otros países, de Corea del Norte, Irán o la China de Xi Jinping, con quien mantiene una “amistad sin límites” que preocupa —y mucho— a los halcones de Washington.

La Administración Trump ya trabaja para rehabilitar la imagen de Putin a pesar de la guerra en curso, y de paso el Kremlin busca deshacerse de las sanciones que cayeron como una losa sobre su economía.

El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, y el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, sentaron las bases para encauzar las relaciones diplomáticas y comerciales. En la lista de tareas figura el nombramiento de embajadores para reiniciar cuanto antes el trabajo de sus legaciones diplomáticas y la designación de sus respectivos representantes en la mesa de diálogo para la posguerra en Ucrania.

No será finalmente Keith Kellogg el encargado de llevar a cabo esta misión. “Ya han nombrado un enviado especial para Ucrania, el señor Kellogg, pero él dirigirá los contactos con ucranianos y europeos. Para nuestra vía ruso-estadounidense, se asignará una persona especial o un grupo de representantes especiales”, anunció el asesor de política exterior de Putin, Yuri Ushakov, presente —a diferencia de Kellogg— en la mesa de negociación en Riad.

El Kremlin no quiere un interlocutor como el teniente general retirado del Ejército de Estados Unidos, elegido por Trump para ser su enviado especial en Ucrania, traslada el exdiplomático bielorruso Pavel Slunkin a EL ESPAÑOL. “Kellogg fue bastante duro en algunas posturas sobre Rusia, y Rusia ha dicho muchas veces que no le gustaría negociar con él. El gesto de apartarle supone otra concesión más de Estados Unidos a Rusia”.

El propio Kellogg justificó el pasado fin de semana el nuevo enfoque de la Casa Blanca aludiendo al fracaso de los países europeos durante la firma del Protocolo de Minsk. “Había mucha gente en la mesa, pero no funcionó”, deslizó el enviado especial de Trump sobre los acuerdos de alto el fuego negociados bajo los auspicios de Francia, Alemania y la OSCE, y firmados por Rusia, Ucrania y el representante de la OSCE, además de los dos líderes separatistas prorrusos.

Slunkin, que participó de la organización de la segunda cumbre en la capital bielorrusa de febrero de 2015 —la primera fue en septiembre de 2014—, señala sin embargo que el principal problema de aquel acuerdo “no era el acuerdo en sí mismo, sino la forma en la que fue implementado”.

“Coincido en este punto con [la excanciller alemana Angela] Merkel en que el acuerdo concedió algo de tiempo a Ucrania, pero los países europeos no enviaron armas a Kyiv para que el país pudiera prepararse ante una hipotética invasión, que no creían que fuera a ocurrir. Pero ocurrió”, apunta Slunkin.

“Ahora la situación sería diferente. Ya está claro que las negociaciones no sólo irán sobre el alto el fuego en Ucrania. Lo que han negociado EEUU y Rusia en Riad es la redistribución de las esferas de influencia. Y creo que tiene más que ver sobre Europa y sobre la presencia de EEUU en Europa que sobre Ucrania —explica el exdiplomático—, por eso no compararía estas negociaciones con los Acuerdos de Minsk, que tuvieron más que ver con los asuntos domésticos de Ucrania que con la posición de Washington, que ni siquiera quiso implicarse en aquellas negociaciones”.

“Es una política muy al estilo de la Guerra Fría”, resume Slunkin.

Kellogg descartó inicialmente que Europa tuviera sitio en las negociaciones para la posguerra en Ucrania durante la Conferencia de Seguridad de Múnich de la semana pasada. Sólo unos días después, sin embargo, Rubio desmintió a su subordinado —Europa y Ucrania intervendrán cuando comiencen las “conversaciones reales” para poner fin a la guerra, matizó el secretario de Estado—.

El lunes, el propio Kellogg recogió cable. “America First no significa América en solitario y la participación europea será fundamental para poner fin a la guerra y mantener la paz”, escribió el exmilitar en redes sociales después de reunirse con la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, y otros líderes continentales.

Que Europa se juegue el tipo

La Casa Blanca descarta desplegar tropas estadounidenses en Ucrania y confía a las capitales europeas la defensa de Kyiv fuera del paraguas de la OTAN. Pero para eso tiene que contar primero con el visto bueno de Europa. De momento, el premier británico Keir Starmer y el presidente francés Emmanuel Macron parecen los más decididos al envío de soldados.

“Trump no cuenta con los europeos, sino que cuenta con que los europeos simplemente aprueben y acepten todo lo que acuerde con Rusia”, apunta Slunkin. “Trump percibe a los europeos más como seguidores de sus decisiones que como un ente que toma decisiones de forma separada e independiente”.

El exdiplomático lanza un aviso a los Veintisiete: “Si la Unión Europea está dispuesta a aceptar un papel secundario, entonces Trump cooperará más con la UE, y acabará imponiendo su solución. Ahora, la piedra está en el tejado de la UE. Tiene dos opciones: aceptar este rol o luchar por sus soluciones, aun a riesgo de quedar apartada a manos de la Administración Trump”.

“Si los europeos están interesados en mostrar su fuerza, Trump tendrá que incluirlos también en las negociaciones”, añade Slunkin. “Pero si siguen haciendo lo que han hecho hasta ahora —con miedo a la escalada, con miedo convertirse en un actor geopolítico y con miedo a crear su propia fuerza militar—, entonces no habrá ningún motivo para que Trump les incluya”, sentencia.

Ayer, el director ejecutivo de Rheinmetall, Armin Papperger, que esquivó en julio del pasado año un intento de asesinato organizado por los servicios de seguridad rusos, atribuyó a Europa la responsabilidad de haber quedado apartada de la ecuación.

“Si no inviertes [en defensa], si no eres fuerte, te tratan como a un niño”. “Si los padres cenan, los niños tienen que sentarse en otra mesa”. “Estados Unidos negocia con Rusia y ningún europeo está en la mesa; ha quedado muy claro que los europeos son los niños”. El reguero de declaraciones del CEO de la gigante armamentística alemana —cuyo precio de las acciones se ha multiplicado por cuatro desde el inicio de la invasión— no hizo sino debilitar aún más la posición de Europa.

“Trump está interesado en la seguridad de EEUU y en la capacidad de EEUU de competir con China, y no tanto en la seguridad de la OTAN o Europa”, insiste Slunkin. Ayer, sin embargo, el presidente polaco Andrzej Duda —un aliado ideológico de Trump cuya formación está en pie de guerra con el primer ministro Donald Tusk, una de las pocas figuras con capacidad de liderazgo del continente europeo— declaró que el inquilino de la Casa Blanca no retirará a las tropas estadounidenses de su país después de reunirse con Kellogg.