“El acuerdo no ha muerto”, afirmó el jefe de la diplomacia estadounidense, John Kerry, tras salir de una reunión del Grupo Internacional de Apoyo a Siria en Nueva York el martes. Se refería al alto el fuego temporal implantado la semana pasada por Washington y Moscú y que Damasco declaró finalizado hace días.
Pese a sus optimistas palabras, el ataque contra un convoy humanitario en la región de Alepo ha dejado al frágil pacto al borde del colapso y aumentado la fricción entre los autores del acuerdo. También ha despertado una ola de indignación entre los líderes mundiales, que esta semana se reúnen en Estados Unidos para participar en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
El lunes, una caravana humanitaria integrada por 31 vehículos fue víctima de una ofensiva cuya autoría aún está por confirmar. La Media Luna Roja Siria afirmó que en torno a una veintena de personas perdieron la vida -13 de ellos, voluntarios de la ONG- y que 18 camiones quedaron destruidos.
El trágico incidente llevó a Naciones Unidas a paralizar la asistencia humanitaria en el país. Ello supone que cuatro ciudades a las que iba dirigida la ayuda estos días no recibirán los suministros y que miles de personas se quedarán sin esta ayuda vital, ha advertido el Comité Internacional de la Cruz Roja.
“Por ahora no tenemos una visión global de lo que pasó, pero se ha tomado la decisión de que todas las operaciones humanitarias de convoyes sobre el terreno queden suspendidas por el momento”, dijo el martes en rueda de prensa el portavoz de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA), Jens Laerke.
Si bien la ONU reculó en su decisión de describir el ataque como un “bombardeo”, la Cruz Roja y Estados Unidos sostienen que se trató de un ataque aéreo, lo que apunta hacia Rusia y el régimen de Bashar al Asad como posibles responsables.
Washington y Moscú se han enzarzado en una batalla sobre la autoría del ataque. EEUU asegura que no se trató de sus aeronaves y, aunque en un primer momento miró hacia Asad y el Kremlin, ahora cree que es Rusia quien está detrás de la tragedia. Fuentes de la Administración estadounidense han aseverado a Reuters que dos aviones de guerra rusos SU-24 sobrevolaban el convoy cuando ocurrió el ataque.
Rusia -y Siria-, sin embargo, ha negado cualquier participación y argumentado que los camiones se incendiaron en lugar de haber sido bombardeados. “Hemos estudiado con detenimiento las imágenes de vídeo y no hemos encontrado ninguna señal de que el convoy fuera alcanzado por proyectiles. No hay cráteres, mientras que los vehículos tienen el chasis intacto”, dijo el portavoz del Ministerio de Defensa ruso, Igor Konashénkov, recoge Russia Today, que también aseguró que un vehículo con mortero acompañaba el convoy.
La batalla dialéctica se libra después de que el fin de semana la coalición internacional liderada por Estados Unidos acabara con la vida de más de 60 soldados del Ejército sirio, que confundió con combatientes del grupo terrorista Estado Islámico.
En las bambalinas de la Asamblea General, los titulares de Exteriores de Estados Unidos y Rusia -padres del alto el fuego- se sentaron el martes para intentar mantener el pacto a flote pero apenas acordaron esforzarse por impedir un déjà vu del primer cese de las hostilidades, implantado en febrero.
Este miércoles, Kerry ha reivindicado ante el Consejo de Seguridad que la única forma de poner freno a la violencia es que Damasco y Moscú aterricen sus aviones. Ante las potencias mundiales, el estadounidense y su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, han intercambiado fuertes opiniones sobre la situación en Siria y el ataque al convoy.
"Le subrayo esto a Rusia: Estados Unidos sigue creyendo que hay una vía que, pese a ser difícil, incierta y llena de baches, puede proporcionar la salida más viable de esta carnicería", ha afirmado Kerry en declaraciones recogidas por Reuters. "Para devolver credibilidad al proceso tenemos que actuar para intentar llevar a tierra inmediatamente todos los aparatos que vuelan sobre esas zonas clave".
Para inyectar nueva vida al cese de las hostilidades, el ministro de Exteriores galo, Jean-Marc Ayrault, ha propuesto al Consejo de Seguridad un nuevo mecanismo de supervisión para asegurar el funcionamiento del acuerdo. Dicho sistema consistiría en un panel de expertos de los países que integran el Grupo Internacional de Apoyo a Siria que velaría por el cumplimiento del pacto.
Mientras, las luchas por el control de Alepo y alrededores continúan ajenas a las discusiones de la comunidad internacional, indignada por los últimos acontecimientos y el el recrudecimiento del conflicto sirio.
En su último discurso ante la Asamblea como secretario general de ONU, Ban Ki Moon calificó el martes el suceso como un acto “repugnante” y criticó con fiereza la pasividad de las potencias mundiales ante el sufrimiento del pueblo sirio.
“Están presentes en este recinto representantes de Gobiernos que han ignorado, facilitado, financiado, participado e incluso planificado y llevado a cabo atrocidades infligidas por todas las partes del conflicto contra los civiles sirios”, aseveró. Y aunque culpó a todos los bandos, subrayó que “muchos grupos han matado a inocentes, pero ninguno más que el Gobierno [de Asad]”.
“Sólo tengo una cosa que decir: ya basta”, sentenció el martes el presidente francés, François Hollande, desde Nueva York, recoge Efe. El líder galo ha llamado al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a tomar cartas en el asunto para poner fin a una guerra fraticida que se alarga más de cinco años. “Si tomamos ahora estas decisiones, si actuamos, habrá una solución para Siria”.
Dirigiéndose a la Asamblea General, el presidente saliente de Estados Unidos, Barack Obama, aprovechó su último discurso ante el organismo para reivindicar el papel de la diplomacia en la resolución del conflicto sirio. “En un lugar como Siria no hay victoria militar posible”, dijo, según recoge el New York Times. “Vamos que tener que hacer el trabajo duro de la diplomacia”.