"No hay lugar seguro adonde ir", decía un residente en la zona rebelde de Alepo a EL ESPAÑOL poco antes de que Rusia anunciara que se había alcanzado un acuerdo de alto el fuego y el abandono de la ciudad por parte de las facciones opositoras el martes por la noche. Lo pactaron Moscú (como aliado de Damasco), Ankara (con la frontera sur de Turquía cerca de Alepo) y facciones rebeldes.
Pero en lugar de comenzar la evacuación de unas 15.000 personas al amanecer de este miércoles, los enfrentamientos se reanudaron a las pocas horas. Y este jueves por la mañana, parece que vuelven las intenciones de retomar la evacuación de enfermos y civiles. Otras fuentes también confirman el próximo comienzo de la evacuación de insurgentes, al igual que se dijo el martes en el primer intento frustrado.
La ONU ha condenado la "masacre" de civiles estos días en la segunda ciudad más grande de Siria, donde considera que posiblemente se han cometido "crímenes de guerra".
La urbe ha sido el principal bastión rebelde en los cinco años que dura ya la guerra. Los opositores y unos 250.000 civiles resistían a la dura ofensiva de las fuerzas leales a Asad que comenzó a mediados de noviembre. En los últimos días, decenas de miles de personas han huido del fuego cruzado hacia uno y otro lado.
La guerra en Siria es un conflicto alimentado por todo tipo de milicias e incluso algunos grupos terroristas también a los ojos de la comunidad internacional: un grupo hermanado con Al Qaeda y el autodenominado Estado Islámico, aunque este último en Alepo no juega ningún papel.
Del lado de Bashar al Asad, además de los militares que permanecen fieles al tirano -sobre el que incluso la ONU sospecha que esté gaseando a sus ciudadanos- y las bombas del Ejército ruso, en Alepo lucha la organización proiraní de Hezbolá junto a grupos enviados por Teherán.
Irán mete baza
Desde Hezbolá, fuentes opositoras y Naciones Unidas han señalado que el régimen de los ayatolás es el responsable de que el acuerdo no se haya llevado a cabo. Teherán quiere que la evacuación en la que supuestamente saldrían indemnes a otras zonas controladas por la oposición hasta 4.000 combatientes de la insurgencia se compense con la evacuación de personas en dos poblaciones de mayoría chií y próximas a Irán.
Se trata de Fua y Kefraya, dominadas por el bando opositor, que también somete al encierro en la ciudad a sus ciudadanos y ha provocado graves hambrunas allí denunciadas por las organizaciones humanitarias. Tanto un bando como otro ha optado por aislar localidades durante meses en este conflicto bélico.
Turquía ha señalado también a las fuerzas gubernamentales sirias y otros grupos como responsables de la ruptura de la tregua. De hecho, Damasco ni siquiera estuvo representado directamente en el acuerdo alcanzado el martes y no está claro si ahora tiene voz propia en las negociaciones retomadas.
Oposición unida pero fragmentada
Hablar de un bando opositor es mucho decir. Nunca ha llegado a existir un brazo unificado que representara a todos en la guerra siria. El intento para lograrlo fue el denominado Ejército Libre Sirio (ELS), al que apoyaron públicamente los países occidentales pero hace tiempo que pasó a ser una voz más de los grupos opositores.
Sí existe el Consejo de Liderazgo de Alepo, un comité de todos los grupos opositores en la ciudad, como indica el investigador Chris Kozak, del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés) con sede en Estados Unidos. Entre todas las facciones contrarias a Asad en el moribundo bastión rebelde de Siria hay grupos laicos -como el ELS- y otros islamistas, aunque con aspiraciones políticas no necesariamente terroristas.
Pero también combate el Frente de la Conquista del Levante, de cuya naturaleza yihadista nadie duda, ya que es el brazo hermano de Al Qaeda. Éste es el único grupo contrario a Asad que no entraría en un acuerdo de las partes para la evacuación de Alepo.
Las milicias kurdas que combaten en otros lugares de Siria no luchan en la ciudad según el mapa de situación de la guerra en Siria más reciente del ISW, fechado el 8 de diciembre. Sí están en la región al norte de la ciudad, donde Turquía quiere arrebatarles el poder por considerarlos terroristas pertenecientes al PKK.
Era de esperar
Con tantas partes en el conflicto que ni la continuada mediación de la Casa Blanca y el Kremlin, ni la disposición de la ONU desde Ginebra han conseguido más que frágiles treguas en esta guerra, la suspensión del pacto sobre la caída de Alepo no refleja más que la tónica habitual en este conflicto que ya ha segado tantas vidas, que hace tiempo que la ONU dejó de contar por no poder certificar las cifras (se plantó en 250.000 fallecidos hasta finales de 2014; el Centro Sirio para la Investigación Política elevó esta cifra a 470.000 a principios de este año).
Un último elemento clave lleva a la confusión sobre lo que realmente está ocurriendo en Alepo: no hay observadores internacionales independientes y neutrales sobre el terreno. Hasta la ONU acostumbra a hacer alusión a “informaciones” que les llegan, incluso cuando este martes el organismo dio por cierta la ejecución de 82 civiles, incluidos niños en la ciudad. Si bien es cierto que nunca concede credibilidad a una noticia de tal calado si no ha podido contrastar su veracidad.
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