La desesperación de una mujer caminando con sus niños por las calles “como un zombi” suplicando por comida. La alegría de una niña de no más de ocho años alzando a su hermano pequeño en brazos al recibir un paquete de pañales. Son dos escenas de Mosul que se han quedado impresas en la mente de Bastien Vigneau, responsable de la respuesta de emergencia de Unicef en la segunda urbe de Irak.
Tras dos años bajo el yugo del autodenominado Estado, Mosul vive desde mediados de octubre una campaña de reconquista por parte de fuerzas de Bagdad y combatientes kurdos respaldados por una coalición internacional con Estados Unidos al frente. Hace una semana las tropas iraquíes liberaron la sección este de la ciudad y ahora se preparan para cruzar el río Tigris y retomar la parte occidental.
Ves el apetito de los niños, padres y madres por recuperar su vida. Han estado en las sombras durante dos-tres años y quieren luz de nuevo
Unicef ofrece asistencia humanitaria a la población local y los desplazados por la ofensiva. Ha ayudado en colaboración con otras agencias de Naciones Unidas a decenas de miles de familias en Mosul. Y con su apoyo la semana pasada se reabrieron 30 escuelas en esta zona de la ciudad, lo que ha permitido a más de 16.000 niños retomar sus estudios.
Vigneau asegura que, aunque Estado Islámico acaba de retirarse de este sector, el clima ya es diferente. “Ves el apetito de los niños, padres y madres por recuperar su vida. Han estado en las sombras durante dos-tres años y quieren luz de nuevo”, asegura a EL ESPAÑOL durante una visita a Madrid para participar en la la presentación del informe Acción Humanitaria para la Infancia 2017.
“Te da optimismo”, afirma aun reconociendo que deberá pasar tiempo para que las cosas vuelvan a su cauce en una ciudad que ha sido testigo de escenas de horror. “Ten en cuenta que hace 100 días todo estaba bajo el dominio de Estado Islámico”.
El cooperante francés explica que el proceso de atención a los afectados por la violencia comienza por proporcionar kits de ayuda. “Construye confianza, porque esta gente cuando nos ve venir por primera vez no siempre sabe quiénes somos, qué queremos. Están un poco agobiados”, asegura.
La cosa no acaba ahí. Se establecen centros de salud y, paralelamente, escuelas para los pequeños. Este último punto, señala, es crucial. “Adonde quiera que vaya los niños hablan de que quieren volver a la escuela”, sostiene. Algunos llevan años sin recibir una educación reglada. Y aparte de permitirles labrar un futuro, la escuela también ofrece un espacio para lidiar con el trauma del Estado Islámico.
“Volver a la escuela y poder hablar con sus compañeros de clase probablemente les ayude a superarlo”, asegura Vigneau. Para él, “Estado Islámico ha negado todos sus derechos” a los niños.
En los últimos meses, han llegado informaciones desde Mosul de menores atrapados en el fuego cruzado o siendo utilizados como escudo por los terroristas. Vigneau asevera que Estado Islámico se ha llevado civiles consigo en su retirada -lo que complica el avance de las fuerzas de reconquista- y que sus francotiradores no tienen reparo en disparar a los niños.
No sabemos en absoluto lo que va a ocurrir con la parte occidental
Y aunque el este de Mosul está ahora libre del azote del EI, la zona occidental sigue presa del terror. Unicef no ha sido capaz de entrar a esta zona con una alta densidad de población y estima que más de 250.000 menores se encuentran atrapados allí. “No sabemos en absoluto lo que va a ocurrir con la parte occidental”, cuenta. “Unicef está muy preocupado por la protección de los niños”.
Pero la situación de los niños iraquíes no sólo es difícil en Mosul. “Uno de cada seis niños en Irak está en riesgo de ser reclutado forzosamente por un grupo armado, ser abducido, sufrir abusos sexuales, morir o resultar herido”, asegura Vigneau.
Preguntado por la decisión de la Administración Trump de suspender su programa de acogida de refugiados y vetar temporalmente la entrada de iraquíes a Estados Unidos, Vigneau prefiere no entrar en polémica, pese a que los altos comisionados de Naciones Unidas para los Refugiados y los Derechos Humanos han denunciado la medida.
“Nos preocupamos fundamentalmente de la asistencia humanitaria, no participamos en debates políticos”, asegura. “Por supuesto, hay legislación humanitaria internacional, legislación sobre migración, por lo que si se produce alguna contravención de esas leyes supongo que habrá sistemas establecidos para encontrar soluciones”.
Sin embargo, sostiene que las personas forzadas a dejar sus hogares deben poder recibir asilo: “Deberíamos ser lo suficientemente generosos para acoger, a través de la legislación internacional, a esa gente que huyen de sentencias de muerte potenciales”.
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