El conflicto en el Golfo Pérsico a raíz del bloqueo a Qatar cuenta con diversos actores que confluyen en el ‘campo de batalla’ diplomático. En medio del cruce de acusaciones entre la coalición compuesta por Arabia Saudí, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, y Egipto contra el pequeño emirato qatarí, hay un elemento que está siendo utilizado como moneda de cambio: la cadena catarí Al Jazeera. El cierre de la televisión es una de las principales exigencias del cuarteto liderado por Riad para levantar el embargo político y económico.
Fundada en 1996 por el Emirato de Qatar, es considerada por la gran mayoría de países de la península arábiga como “un 'satán audiovisual', una herramienta de agitación que desestabiliza las arcaicas estructuras de pensamiento” del tradicionalismo islámico, asegura el periodista y editor informativo de Al Jazeera, Anas Ben Salah, para este periódico.
Arabia Saudí y sus aliados interceden por su cierre tras acusarla de ofrecer cobertura mediática al extremismo y al terrorismo. A este grupo se ha unido, por los mismos motivos, el país que preside Benjamín Netanyahu: Israel, que ha amenazado con suprimir la corresponsalía de Jerusalén.
Para Salah, la cadena “ha sido siempre la voz de las minorías y de los oprimidos en el mundo árabe -fue uno de los pocos medios musulmanes que hicieron seguimiento de las ‘primaveras árabes’-, llegó a consolidar una reputación de independencia a base de rigor profesional”, algo que es considerado como un problema para las viejas petromonarquías que emplean la cadena como arma arrojadiza contra Qatar.
“Una caja de cerillas”
La televisión qatarí fue creada hace más de 20 años por el Emirato de Qatar basándose en el modelo periodístico de la BBC. A pesar de ser una cadena sustentada económicamente por el Gobierno, “no es una privilegiada y no recibe tratos de favor par parte del Emirato. La línea editorial goza de un amplio margen de independencia”, según el periodista. Por este motivo ha recibido numerosos premios periodísticos de prestigio en todo el mundo.
Emplea a más de 3.000 periodistas de 40 nacionalidades diferentes. Además cuenta con dos canales, uno en lengua en árabe y otro en inglés. El segundo, es el que más audiencia tiene, visto en más de 130 países con una audiencia media de 10 millones de personas, según datos de Al Jazeera.
Al Jazeera es visto como un 'satán audiovisual', una herramienta de agitación que desestabiliza las arcaicas estructuras de pensamiento
“La cobertura mediática en algunos países ha causado problemas al estado de Qatar”, explica el reportero. En 1999, el expresidente egipcio Hosni Mubarak acudió a las instalaciones de Al Jazeera y calificó a esta emisora de "caja de cerillas", acusándola de “servir de plataforma para los ‘Hermanos Musulmanes’” y de instigar manifestaciones de corte social y político. En 2010, el dictador tunecino Ben Ali cargó contra la televisión por “servir de tribuna a la oposición” que finalmente acabó derrocándolo durante la ‘primavera árabe’.
Desde su apertura se han presentado unas 450 quejas contra Al Jazeera por países árabes a causa de su contenido informativo, juzgado como hostil, motivo por el cual “buscaron domesticarla y silenciar su voz crítica”, según el reportero. A pesar de ello, es considerada por Arabia Saudí y sus aliados como el brazo mediático de los emires cataríes, una premisa que utilizan para desprestigiarla y justificar sus demandas de clausura.
Una amenaza mediática en Oriente Próximo
Tras su fundación en los 90, la cadena de televisión comenzó a ser verdaderamente conocida en el mundo a partir de la guerra en Irak y Afganistán en la que participaron países como Estados Unidos o Reino Unido. Al Jazeera se convirtió en el principal y casi único suministrador de imágenes de aquel conflicto, pues ningún medio occidental poseía una corresponsalía en Bagdad o Kabul con capacidad para cubrir el acontecimiento.
Asimismo, el hecho de que informará casi exclusivamente entre los medios musulmanes de las ‘primaveras árabes’, supuso un grave peligro para el panarabismo, una ideología que anima a la unidad política entre los pueblos árabes como una destino común.
Por otro lado, la oligarquía árabe sostiene que la cadena de noticias es una amenaza que otorga la palabra a los islamistas que tanto peso tienen en las sociedades de Oriente Próximo y el norte de África, así como a “a los partidos de izquierda”, explica Salah. “Para los países del Golfo silenciar esta cadena es una prioridad pues estos Estados no toleran el diálogo de ideas, ni servir de tribuna para las minorías relegadas al silencio. Son alérgicos a la libertad de prensa y Al Jazeera es el enemigo común”.
“Ha sacudido las axiomas en el mundo árabe dando a conocer una información incómoda para los regímenes del Golfo Pérsico”, recalca el periodista. Con una audiencia sin precedentes en esta parte del mundo, Al Jazeera “representa una importante fuente de información que contrasta con la propuesta informativa de los medios oficiales”.
La emisora se ha ganado la fama de ser es “un testigo que molesta”. “Se trata de un soft power, una herramienta altamente eficaz”, que frente a las exigencias de cerrarla, Qatar se ha mostrado firme. “Al Jazeera es una línea roja y su papel en la actual crisis cobra una importancia capital” sentencia el periodista.
Israel se suma a la demandas
Al Jazeera es el único medio árabe de largo alcance que ha apostado por la normalización en las relaciones entre musulmanes y judíos. A pesar de ello, el ministro de Comunicación israelí, Ayub Kara, la acusó este lunes de “apoyar el terrorismo” durante la cobertura de los altercados en la Explanada de las Mezquitas, y ha anunciado su intención de prohibir su emisión en Israel.
“Casi todos los países de nuestra región han constatado recientemente que Al Jazeera apoya el terrorismo y el radicalismo religioso”, aseveró Kara. “Se ha convertido en una herramienta del Daesh, Hamás y Hezbolá e Irán”, añadió. A pesar de la ‘campaña’ del ministro contra la cadena, defiende que no hay restricción a la libertad de prensa en Israel.
La respuesta por parte de la televisión no se hizo esperar. En un comunicado publicado hace una semana, la televisión denuncia la situación que tiene su origen en las amenazas del primer ministro Netanyahu el mes pasado.
Ha sacudido las axiomas en el mundo árabe dando a conocer una información incómoda para los regímenes del Golfo Pérsico
El tratamiento informativo de Al Jazzera respecto al Gobierno de Israel es bastante crítico, prueba de ello son los titulares de las últimas noticias que se pueden leer en su página web: “Despojar a los palestinos de la residencia puede ser ‘crimen de guerra’”, “La ONU lamenta la muerte de manifestantes palestinos por parte de Israel”, o “Por qué Jerusalén no es la capital de Israel”.
Asimismo, el hecho de que la televisión catarí haya centrado el foco en las intifadas palestinas o a “las masacres que ha cometido el ejército israelí contra los palestinos que se cobró la vida de 1.500 civiles según un informe de la ONU”, es algo que parece haber molestado en Israel.
Diversas instituciones internacionales, como la ONU, la Federación Internacional de Periodistas, o Amnistía Internacional denuncian que las exigencias de cerrar Al Jazeera son un ataque a la libertad de expresión en información, que además no permite a los periodistas ejercer su profesión libremente.