¿Por qué Hamás no libera al bebé de 10 meses? La guerra psicológica detrás de la tregua en Gaza
En los cinco días que dura ya el alto el fuego, las milicias islamistas palestinas parecen haber seguido un criterio de elección para liberar rehenes que responde a cuestiones puramente estratégicas.
29 noviembre, 2023 02:49"Está claro que el líder de Hamás, Yahya Sinwar, se ha embarcado en una guerra psicológica al estilo de Los juegos del hambre". Así definía el periódico israelí de inclinación laborista, Haaretz, el comportamiento del más sanguinario de los combatientes islamistas y su política de elección a la hora de liberar rehenes. Pese a que los acuerdos con Israel dejaban claro que las familias no podían separarse y que los hijos debían ir siempre acompañados de sus madres o de sus padres en caso de ser el único tutor vivo, lo cierto es que Hamás cada día hace lo posible por saltarse sus compromisos y aumentar la angustia de los que esperan en Israel.
La estrategia, aparte de demostrar una crueldad que se suma a todas las crueldades anteriores, escenifica también las diferencias entre la cúpula de Hamás en el extranjero y la resistencia en el propio territorio de Gaza. Mientras los líderes afincados en Dubái o Qatar tienen una mayor disposición a alcanzar acuerdos, es difícil transmitir esas órdenes a los que de hecho combaten sobre el terreno, encabezados por el propio Sinwar. A Israel no le queda más remedio que negociar con los primeros, pues son los únicos interlocutores a los que tiene acceso, pero lo cierto es que son los segundos los que toman las decisiones finales.
De hecho, uno de los problemas para prolongar el alto el fuego cuarenta y ocho horas más fue precisamente la negativa de Sinwar. El retrato que hace de él la prensa israelí es la de un auténtico psicópata: habría sido el encargado de dirigir la operación del 7 de octubre y su intención primera no era coger ningún rehén, sino matar a todo el que se les pusiera por delante. Ahora que los tiene en Gaza, la cadena de televisión N12 asegura que pretende utilizarlos como escudos humanos para su protección personal y evitar así un ataque de precisión israelí sobre su residencia.
Sinwar nació en Jan Yunis, al sur de Gaza, y es del ala de Hamás que vive el conflicto como una reivindicación del pueblo palestino y no tanto del islamismo, cosa que sí hacen los otros líderes influidos por los ayatolas iraníes. La palabra "negociación" no está en su vocabulario. Tampoco entiende de respeto y cuidado al enemigo, como se ha demostrado en las últimas horas, tras conocerse los testimonios de los rehenes liberados a lo largo de estos cinco días.
El drama de Kfir Bibas
Entre estos testimonios encontramos verdaderas atrocidades: está el caso de la anciana de 84 años, Elma Avraham, quien, según su familia, no recibió asistencia médica alguna y cuya vida pende ahora mismo de un hilo. Está el del niño de doce años, Eitan Yahalomi, que fue obligado por sus captores a ver repetidas veces las imágenes de la masacre del 7 de octubre, además de referir varias agresiones, algunas incluso de civiles en la propia ciudad de Gaza. Están tantos y tantos que inciden en el maltrato constante y en la nula atención médica recibida durante más de cincuenta días… pero todos estos relatos palidecen en comparación con el del bebé de diez meses, Kfir Bibas, aún en paradero desconocido.
Kfir fue secuestrado el 7 de octubre junto a su hermano de cuatro años, Ariel, y sus padres, Yarden y Shiri, ambos en la treintena. La familia residía en el kibutz de Nir Oz cuando fueron sorprendidos por los terroristas de Hamás. El bebé lleva siete semanas sin ver la luz del día y se teme que no se le esté dando buen trato. Sus tíos insisten en la liberación al menos de los dos niños, pero día a día su ilusión queda en nada al ver que Hamás no los incluye en sus listados.
Las IDF israelíes aseguraron el pasado lunes que tanto Kfir como su hermano y sus padres habían sido trasladados al sur y que ya no estaban en manos de Hamás, aunque no especificaron qué facción o qué individuos son ahora los custodios de la familia Bibas. ¿Por qué son incapaces las milicias islamistas de liberar a un bebé de diez meses? Obviamente, las razones son puramente estratégicas: Hamás sabe la importancia de tener a ese niño como objeto de negociación y es consciente de que le da una ventaja a la hora de llegar a acuerdos.
El clan de Doha vs. el clan de Teherán
De hecho, este martes continuaron las negociaciones en Qatar, con la presencia del director de la CIA, William Joseph Burns, y del jefe del Mossad, David Barnea. Sobre la mesa está la posibilidad de alargar la pausa durante al menos veinticuatro horas más. Israel tiene dudas de hasta qué punto esta tregua se puede mantener sin que su enemigo se fortalezca… pero a la vez necesita traer a casa a los rehenes y ahí es donde la familia Bibas juega un papel importantísimo: dada su relevancia en la opinión pública israelí, Hamás puede pedir casi lo que quiera por ellos y Netanyahu tendría difícil negarse.
Ahora bien, hay que insistir en que el problema de Hamás es que no habla por una sola boca. Sus líderes son muchos y, aunque en principio las decisiones se toman por unanimidad, en este caso hay facciones bien diferenciadas. El ala de Sinwar siempre va a ser más agresiva y va a pedir lo imposible a cambio de cesiones en principio sencillas. Lo mismo se podría decir de las Brigadas de Ezzeldin Al-Qasam, encabezadas por Abu Ubaida y que la semana pasada aún estaba pidiendo una escalada de violencia en Cisjordania contra Israel.
Más razonable parece el núcleo de Doha, con Ismaiil Haniyeh como máximo representante político de la organización terrorista. La influencia de Qatar sobre Hamás es enorme, comparable a la de Irán, solo que, mientras los ayatolás solo entienden de guerras santas, los qataríes tienen un enfoque más pacífico: aunque acogen en su territorio a los líderes palestinos y mantienen una asignación de mil millones de dólares anuales, al menos reconocen a Israel como estado y tienen una relación privilegiada con Estados Unidos.
En realidad, lo que estamos viendo ahora mismo es un doble conflicto. Por un lado, el obvio, entre Hamás e Israel. Por otro lado, algo parecido a un desgarro interno entre los que siguen a Teherán y los que siguen a Doha. Si triunfan los primeros, Kfir Bibas y tantos otros se verán perjudicados. Si triunfan los segundos, tanto a corto como a medio plazo, puede que haya alguna esperanza para la paz.